miércoles, 28 de febrero de 2018

Retablo musical. ( Junio de 1981)



Todavía quedan remansos de paz en la ciudad. Hoy me he relajado los nervios y el espíritu en el Convento de la Asunción.
Los habitantes de la ciudad pasamos, nomadeamos por ella sin detenernos para estar, para ser estantes o sedentes ,siquiera por un momento. Si paramos ese momento, lo hacemos en un semáforo, paraíso de la adrenalina, o en un bar, donde la música estridente, contorsiona los cuerpos jóvenes y acaba por distorsionar nuestros débiles nervios.
Los americanos, cuyo modelo de vida imitamos y que nos conducen a la locura, han encontrado su relax pasando unos días  en los monasterios benedictinos, escuchando el  canto llano de los monjes.
En Huesca tenemos la, me atrevería a decir, divina oportunidad de escuchar a la Coral Oscense, pero es triste ver cómo no se acaban de llenar los recintos donde actúa. Sin  embargo,  es reconfortante comprobar cómo entre los asistentes hay numerosos jóvenes.
Ante el retablo barroco de la Asunción, presidido por San Vicente, la Coral emitía sus notas y aunque corro el riesgo de pasar por “retablo”, les aseguro que creía encontrarme ante el “retablo de las maravillas”.
¡Qué alegría tan oscense me produce constatar que una “Peña” de igual nombre y laurentina, promueva inquietudes de este género en la ciudad!. Tiene que dar buenos resultados, ¡por fuerza!.

Me acuerdo de la Peña Alegría Laurentina y de la Coral Oscense, que me hacen soñar con San Lorenzo, con San Vicente y con los oscenses que acuden a escuchar y a  cantar a la Coral Oscense.

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