Este Domingo, el ya retirado
agricultor Pérez y Pérez, me ha hablado de los recuerdos, que han dejado en su
memoria, la belleza de los paisajes y el amor a la vida, que se contemplaban y
se sentían en el pueblo casi desaparecido, a orillas del río Flumen. Este
citado Domingo, me ha contado hace unos días, en un Bar de chinos, los
recuerdos que conservaba en su mente, de la belleza de la vida, en los pueblos
cercanos a Huesca. ¡Qué alegría cuando mi amigo Pérez y Perez, se acordaba de
cuando trabajaba intensamente la tierra cercana
al río Flumen y escuchaba con una gran alegría, el sonar de las
campanillas, que sus mulas llevaban colgadas de sus cuellos!. Me alegraba
escuchar el sonido, que producían esas campanillas, porque aquellas mulas eran
de la buena casa de Pérez y Pérez, que les permitía estar con buenas carnes. Es
que esas caballerías llevaban los collares de campanillas en sus cuellos y no
estaban flacas, porque mi amigo Pérez y Pérez se sacrificaba, cuando su trabajo
les aumentaba la necesidad de alimento, para que sus mulas labraran con alegría,
animadas por el sonido de las campanillas.
Domingo Pérez y Pérez era feliz
con el contenido de su fiambrera y el sabor alegre del vino que llenaba su
alegre bota.
Pero no todos tenían la felicidad
como Domingo Pérez y Pérez, porque ninguna de sus mulas estaba coja, sino que
la de un vecino suyo, cojeaba y su dueño le echaba vino caliente en la pata
coja y de paso le daba algún trago de vino, que guardaba en su bodega, hacía ya
un buen número de años.
Labraba sus
tierras en la zona del Río Flumen , pero se acordaba de
un pueblo montañés, cerca de Concilio, que era un pueblo montañés al que conoce Domingo Pérez y Pérez, ya que
una hermana suya, estuvo de Maestra Nacional en dicho pueblo. Con esta
advertencia, nos damos cuenta de que el agricultor Damingo Pérez y Pérez, no
sólo hacía producir la tierra, sino que su propia hermana, estudió en Huesca, en
la Escuela Normal, para hacerse Maestra y repartir
durante su vida la cultura, concretamente en el pueblo de Concilio , en la Montaña. El tiempo va pasando y ya no quedan
niños en ese pueblo y la señora Maestra, después de dar luz a la humanidad, se
marchó al otro Mundo. Entre tanto que la hermana Maestra repartía la luz de la
Ciencia por Concilio, Domingo López y López trabajaba con sus mulas por la zona
del río Flumen, para alimentar los cuerpos de sus compatriotas, en tanto su
hermana iluminaba sus inteligencias.
Domingo Pérez y Pérez como
caminaba acompañado por sus mulas, por las orillas del Río Flumen, pasaba por
el Molino de Harinas de Porta. El molinero era el padre del gran fabricante de
Piensos Compuestos, el famoso Dan Antonio Porta Labata, que fue amigo mío y me
contaba ,que siendo todavía un niño, mamaba en las mamas de cabras y de ovejas,
la leche, destinada a los cabritos y corderos.
El Molinero, es decir el padre de
Don Antonio, al ver pasar por su Molino a Domingo Pérez y Pérez, le dijo,
acércate al Molino y verás que “borrico tan guapo”, he comprado. Domingo se
acercó a ver al animalico y se quedó admirado del magnífico coche que se había
comprado. Domingo que ya estaba harto de ver mulas y borricos, se dio cuenta de
que la vida estaba pasando, y que tendría en adelante que ver muchos cambios en
la sociedad.
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