Me he encontrado en el Bar del
Hotel Pedro I, a dos hombres, auténticos señores de Coscullano. Suena esta
sierra, de palabra, con un sonido agradable, que se escucha desde Huesca, que
se encuentra debajo de la Sierra de
Guara, desde hace ya muchos siglos.
Cuando yo era Diputado
provincial, subía a Coscullano, para observar, como
Diputado Provincial, la
pavimentación de las calles de este pueblo tan pintoresco y mezcla de
Montaña Serrana y tierra más laborable del Somontano, desde donde
se contempla Siétamo, Arbaniés y Castejón. En alguna ocasión me sentía empujado por la
atracción de la Punta de Guara y no podía anular la llamada del Pico de Guara y
por el terreno, que subía a la dicha Sierra y en
dicho ascenso me encontraba con un lugar,
donde hacía siglos había ardido una iglesia que los godos habían
construido hacía muchos años. No sé si allí se encontró en alguna ocasión,
alguna Cruz Blanca, que a su lado, habría
durado muchos años. Yo recuerdo la Cruz Blanca, pero es un recuerdo borroso,
que no puedo aclarar.
Hacia el Norte, cuando oía a Don Lorenzo
Zamora, esposo de Aurita, padres de sus hijas Carmen y Paz Zamora, se enteró, de que cuando los
Guardias Civiles, estaban tratando de alcanzar, cerca de la ruinosa y visigoda
Ermita, cuyas ruinas se encontraban en las alturas de los Maquis, a los que acompañaban en su caza , mientras se dieron cuenta de que los Maquis,
estaban preparando su comida. Después de acabada la búsqueda
de los Maquis, el vecino de Coscullano,
se dio cuenta de que podía morir, alcanzado por el miedo del que se
encontraba muy cercano. Y descubrió, no
se sabe si fue por miedo a ser alcanzado
por el fuego de los guerrilleros, que le hicieron abandonar la cercanía
de los Maquis, a los maquis que estaba ayudando a perseguir y los dejó, con la
excusa de detenerse para hacer sus necesidades. ¿Quién juzgará la actitud
defensiva del hijo de Coscullano, para no morir asesinado en aquella criminal
guerra, en la que él no quería participar?. Cuando vieron a los Maquis, el
acompañante, les dijo: ¡ meteos por el Vedado, que baja por el Monte de Guara!. Los
Maquis que ya tenían preparada la comida, escaparon, al oír
y ver a los Civiles.
Escaparon casi todos los maquis,
menos uno, al que habían herido y que los Guardias subieron en un mulo y lo
llevaron a Coscullano. Esto es lo que la historia cuenta y que después, lo llevaron al Hospital de Huesca, donde dicen
algunos que lo ejecutaron y otros que lo tuvieron en prisión durante varios
años. Me dicen los hermanos Antonio y Domingo que casi todos los guerrilleros
que vinieron a España, no sabían que los llevaban a una cruel guerra y se
lamenta de su mala suerte y la de los vecinos, donde pasaban, aunque a alguno
mataron.
¿Qué tierra tan cercana de Huesca
capital y que Historia tiene Coscullano, desde los visigodos hasta sus escasos
habitantes!. Por la altura se encuentran el Pico de Guara, donde un valiente
vecino de este pueblo, está cuidando vacas y contemplando los elevados pinos
que dan la sombra a espacios serranos. En el desaparecido solar que me enseñó
mi consuegro Lorenzo el lugar donde encontraron piezas visigodas, que se
encuentran en el Museo Provincial de Huesca. Y como van desapareciendo los
vecinos antiguos de Coscullano, con los
que conviví en el pueblo, como el padre de un Médico, que ya no he contemplado
más en Coscullano.
Hace escasos días encontré en el
Hotel Pedro I a los hermanos Antonio y Domingo Leris y me contaron como
participaron en la Parroquia de Coscullano en el homenaje a la Maestra Doña
Aurora Pardo Royo, que ambos hermanos se acordarán siempre de aquel homenaje musical
y de otros vecinos de Coscullano.
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