El padre de Marieta Pérez, tenía
una Imprenta en la calle de Ramiro el Monje,27, puerta con puerta con la
Farmacia de Llanas. Encima o sea subiendo a la Plaza de San Pedro, poseía el señor
Pérez, otra casa pegada a la de abajo y yo diría que superpuesta con alguna
parte de la Iglesia de San Pedro el
Viejo. Se encontraban estos edificios, en un eje de la vida de Huesca, pues
estas casas con San Pedro y sus Claustros, llegaban a la Plaza del Mercado y
volvían por su Plaza de San Pedro, a encontrarse con esta casa de Pérez y la de
Llanas.
Don Feliciano, en los principios
del siglo XX, comprobó la población que transitaba por aquellas calles y resultó
que la calle de Cuatro Reyes, que daba acceso al Mercado, era la más
transitada, con lo que asentó su Farmacia en el número 25 de la Correría, al
lado de casa Pérez.
Se entró en aquella época en una política de
rivalidad, porque D. Manuel Camo en 1875,fundó “El Diario de Huesca”, periódico
republicano, que después derivó a liberal. En 1921, el Señor Pérez, hermano de
Marieta, fundó el periódico “La Tierra”, de carácter conservador, con el fin de
apoyar a los agricultores y a los ganaderos.
En el “Diario de Huesca”, de Camo, estuvo de director el famoso Don Luis
López Allué.
Estos periódicos
al legar la Guerra de 1936, se cerraron, incluso “La Tierra”, que a pesar de
alinearse en el bando nacional, se encontró con apuros económicos y este diario, fue incautado por la Falange y transformado en
“La Nueva España”, que en la época democrática le pusieron el nombre de “Diario del Alto Aragón”.
Calle Ramiro el Monje (Huesca). |
La “Nueva
España”, siguió trabajando y comercialmente funcionó sin ningún matiz político.
“En su juventud
Marieta fue testigo, de cómo en su casa había un centro de reunión de intelectuales y artistas, porque con su hermana, habían
recibido una educación propia de personas cultas. La devoción de su padre por
la música hizo que las dos hermanas fueran unas virtuosas del piano. Una de sus
ilusiones era cuando su padre les traía constantemente partitura de todo tipo y
les hacía interpretarlas sin ensayarlas, lo que constituía para ellas un reto y
un aliciente. Con su gran afición musical llegó a componer un vals, que pude
escuchara a la propia Marieta en el piano”.
Su hermano
Carmelo tuvo grandes cualidades literarias y colaboró en el periódico, teniendo
como muchos otros jóvenes la desgracia de caer en la drogadicción en una estancia
en el extranjero, lo que le afectó de una manera tan importante a su salud que
quedó como deshecho humano y no se le entendía lo que hablaba. En esta época el mancebo de la Farmacia de
Llanas Joaquín Santafé, fue testigo de las rivalidades políticas y alguna vez
tuvo que curar a Carmelo de algún bastonazo recibido, con agua oxigenada y
esparadrapo, sin que la cosa llegara a mayores.
En esa época
vivía en la casa de Llanas, otro gran literato desconocido para la mayoría,
precursor del modernismo y renovador de la generación del 98, José María Llanas
Aguilaniedo, quien en sus últimos años, incomprendido y
desmotivado fue asistido por su hermano, el boticario Feliciano y su auxiliar
Joaquín Santafé, que con su apoyo y cariño le ayudaron a soportar los últimos
años de su vida. Joaquín Sanrafé, testigo vivo del devenir de los primeros años
del siglo, se acordaba como reprendía Don Feliciano Llanas a Ramón J. Sender,
sobre los peligros de la inhalación del éter, que era lo
que estaba de moda.
Marieta, en su
juventud, coincide con Fermina Atarés, amistad que les duró toda su vida. Fermina
se casó y tuvo dos hijos, que de una forma especial les supo transmitir su
sensibilidad artística. Antonio era pintor original y Carlos Saura, fotógrafo y
director de cine, fueron hijos de Fermina Atarés y sus primeros años los
pasaron en Huesca, hasta que se trasladaron a Madrid
por razones de trabajo. El amor que tuvo Fermina a Huesca, es difícil de explicar, porque
volvía con frecuencia a esta ciudad, y se alojaba en casa de Marieta. En los
años de 1950, Fermina ofreció en la Sociedad Oscense de Conciertos, dos veladas
musicales, que viendo los programas a los que amamos, su música nos sorprende y
admiramos. En los años 50, hay además de obras clásicas, unas obras
sorprendentes por la modernidad en su época, como Bartok, Falla, Mompou,
Debussy, Halffer, Gershwin. Su música enriquece su preparación musical, que era
algo excelente. Los conciertos fueron un éxito y además para ayudar a la
Sociedad, no cobró absolutamente nada, declarándose por escrito como una
enamorada de “Huesqueta” de toda su vida. “Al estar las casas de Marieta
prácticamente unidas, había un cuarto de casa, que estaba “dentro” de casa
Pérez y la bodega de casa
Pérez estaba debajo de la Farmacia de Llanas. Coincidía el balcón del
salón de Marieta con la terraza de casa Llanas, con lo que se compartía la
vida en el verano”.
Era aquel lugar
un espacio santificado porque en su centro estaba la iglesia anterior a la
invasión de los moros y por el Norte se mostraban
la fachada y la torre de la Iglesia, por el Sur toda la fachada del
Claustro, por el Oeste, la Plaza del Mercado y por el Este, asomados a estos
lugares sagrados la Farmacia de Llanas y las ventanas posteriores, desde las
que se contemplaban los claustros de San Pedro, que bendecían la Farmacia de
Llanas y la Imprenta de los Pérez. Allí mismo, un tanto más bajos, se alzaban
las tumbas de Ramiro el Monje, Rey de
Aragón, y traído a la misma capilla de este Claustro, yacía Don Alfonso el
Batallador, desde el Castillo de Montearagón. Desde la terraza de casa Llanas,
se encontraba decorado el ambiente con los Claustros de San Pedro, y que aún se
pueden ver a través de la celosía de la Capilla de San Bartolomé.
Esa terraza de
casa Llanas, estaba decorada con los arcos que erigían un Claustro histórico y
de inmensa belleza y desde ellas “podíamos oír a Fermina cuando venía de vacaciones, o a la propia
Marieta, o aún más divertido, cuando sonaban las veladas musicales, que se
organizaban en el salón”.
Al contemplar este
maravilloso e histórico Claustro,
todos los sábados, que desde el Colegio de San Viator nos llevaban a la iglesia de San Pedro el
Viejo, para confesar nuestros pecados y los alumnos entrábamos en los Claustros y mirábamos con
placer, desde la capilla en la que se veía la cocina de Llanas. Más tarde, cuando
mi doble primo el sacerdote Jesús Vallés Almudévar, que adornó la base de la
Torre de San Pedro, con preciosas imágenes, enclavadas en la historia del
templo.
Pero además en los capiteles de las columnas que formaban el claustro,
estaban esculpidas las letras que anunciaban la muerte de Miguel Almudévar y de
su esposa. Este Miguel Almudévar era un profesional de la escultura, que
participó en siglos pasados, en las obras
de los claustros de San Pedro. ¡Qué cerca estaban
Miguel Almudévar y su esposa de
la primera esposa
del farmacéutico Feliciano Llanas, a saber doña Pilar Almudévar, hermana
de mi padre y más tarde, cuando
murió Pilar, se casó con su hermana Teresina Almudévar, a la que eligió para
que sus hijos fueran felices con ella. Y lo fueron, no sólo con su afición a
las orquestas musicales, sino que
José
Antonio el mayor de los hijos de José Antonio Llanas, Farmacéutico,
cuando trabajaba en Madrid, cada año venía
Huesca a participar en el Coro del Templo de San Pedro, como cantor de
la iglesia, donde se veía a sus sacerdotes arropados con sotanas, que
recordaban unas chepas, impuestas por el
Papa, como castigo a su temporal división de la iglesia, en una separación.
Se escuchaban
músicas gregorianas a través de la capilla de San Bartolomé, pero esto no
impedía escuchar a Fermina cuando venía de vacaciones o a Marieta o todavía
más divertido escuchar las veladas musicales, que en este salón se organizaban.
“Marieta tocaba el piano, Grasa el violín y lo más original era escuchar el
violoncelo que hacía sonar el Doctor Barrón. Era este Doctor hombre original,
educado, gran amante de la música, fue de los fundadores de la Sociedad de
Conciertos, y cuya afición por la música no estaba acompañada por su habilidad
con el instrumento y eso hacía que cuando alcanzaba la nota, entraba en un cierto éxtasis, del que le tenía que sacar Marieta
con un empujón, sin disimulo para que continuara la partitura. Esto lo contaba
Marieta, poniendo los ojos en blanco y simulando tocar
el violonchelo, que
era una pantomima tronchante, propia de un Marcel Marceau.”
Pero hemos visto
el paralelismo entre la imprenta de Marieta Pérez y la farmacia de Feliciano
Llanas. Ambas, Farmacia e Imprenta, eran centros en que se amaba la música y
así como en la historia de las teclas impresoras de Marieta Pérez, se unieron a
estas con las teclas de los instrumentos musicales; de la Imprenta pasó la
afición a la Farmacia y yo recuerdo como contemplaba la sala en casa Llanas de
los instrumentos musicales, en que José Antonio, Lorenzo, Pablo y
Feliciano, inundaban el ambiente de
música , para mí celestial.
“Esa formación
musical y la habilidad desarrollada desde niña de tocar a primera vista, hacía
que las consultas y actuaciones fueran constantes, especialmente en las
iglesias. Diariamente acudía a la Compañía a las oraciones vespertinas, cuando
había un órgano en condiciones y cuando había oraciones vespertinas. Después de
la Compañía la visita a casa de Llanas era obligatoria. Las más variadas
anécdotas del día o cualquier otra época, eran celebradas por todos nosotros,
y
la despedida siempre era la
misma: ”me voy a dormir con Ramiro”, que tenía la alcoba justo encima de
la capilla de San Bartolomé. No oía saludos de Alfonso, que siempre demostró el
escaso cariño que tenía a las señoras”.
El 21 de Julio
de 1980, escribí : “Cuando camino por la calle, a veces me dice adiós un joven,
cuya fisonomía no me resulta conocida. Es más fácil que un joven conozca a las
personas mayores y todavía más si son ancianas. Ancianos hay bastantes,
personas maduras hay más, pero con los ojos muy abiertos al mundo, para
conocerlo a él y a sus habitantes. La juventud es propicia para hacer amigos, después
es más difícil ganarlos y por eso todos recordamos con cariño los amigos del
colegio y del servicio militar. Constituye una gran alegría encontrarse con uno
de ellos y recordar los ratos ya tristes, ya gratos pasados juntos. Cuanto más
tiempo ha transcurrido desde el último encuentro, mayor es la alegría. A los mayores
no se les despintan las caras archivadas en la memoria y sin embargo, a veces
se les despintan las caras archivadas en la memoria y sin embargo, a veces, se
les despintan los rostros que sus ojos han mirado hace sólo unos minutos.
La gente empieza
a envejecer cuando, al darse una vuelta por el cementerio, se percata de que tiene más amigos
en el reposo que en la calle. Por estas razones, si algún joven saluda a un
anciano y éste no le reconoce, que no tome a mal. A los ancianos les gusta
quedar siempre bien, pero es más, la
vida los ha estructurado para quedar siempre bien, sólo con intentarlo, lo
consiguen.
Marieta Pérez
conoció todo el Huesca pasado y a ella la conoce todo el Huesca presente.
Cuando camina por la calle, va con los ojos bien abiertos, como cualquier
joven, para conocer caras nuevas y a veces en éstas reconoce a los padres y
hasta los abuelos de una joven o de un niño. No en vano, ella es Marieta desde
hace muchos años. Ahora ninguno llama a su hija María con ese diminutivo tan
bello; al ser diminutivo aragonés, lo encuentran basto, pero cuando a una
italiana la llaman Marietta, les suena música de ópera.
A Marieta Pérez
la saludan muchos por la calle, pero ella ya no da abasto para conocerlos a
todos. Hace unos días la paró una joven y Marieta, que está bien estructurada
para quedar bien como su nombre aragonés, le preguntó por su hermana .¡Si no tengo hermana, si no tengo
hermana!, le contestó, pero Marieta no se amilanó y le preguntó por su marido,
¡si no tengo marido!, fue su segunda respuesta. Marieta pensó para sus adentros
¡pues que desgraciada es esta tía!, pero como ya he dicho que Marieta está
hecha para quedar bien, contuvo el impulso de expresar su pensamiento y le
dijo: seguro que tú eres
de la cofradía de Semana Santa, pero como somos ciento cuarenta y vamos todas
con la cara tapada, ¿cómo te voy a conocer?.
Y para
demostrarles mi teoría de que es más fácil que los jóvenes conozcan a los
mayores, que lo contrario, ¡a qué todos ustedes conocen o han oído hablar de Marieta
Pérez, cuando va en la Procesión con la cara
tapada!. ¡Perdón Marieta!”
En aquellos
años, Huesca tenía un promotor musical de gran categoría y éste fue Don José
María Lacasa, que tenía, como lo poseía Marieta Pérez, un amor a la música de
primer orden, pero no sólo a
la música y lo hicieron Alcalde. ¡Pero son tantas sus cualidades, pues
es más recordado por la fundación del Orfeón! . Fueron varias sus actuaciones
musicales, llegando a componer el Himno de San Lorenzo. Emprendió con éxito, las Estampas de la Pasión, a las que pusieron el texto de Mosen
José Puzo. Además las completas y la Misa Mayor de las fiestas de San Lorenzo.
Se le veía en aquellos tiempos con músicos venidos de Zaragoza y consiguió con
la Banda de Buñol, sacar adelante estas piezas musicales con entusiasmo y
éxito.
Don José Puzo, gran amigo de los Pérez, accedió a
canónigo del Pilar de Zaragoza y fue responsable de la Escolanía del Pilar. Bajo su dirección
cada año subían a cantar a Huesca. Yo por
aquellos ya pasados años, asistía como aprendiz del Catecismo, al Teatro
Principal, pero se acabó el estudio de la Doctrina
Cristiana, cuando Don José Puzo se
marchó a Zaragoza, pero sin embargo en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza,
lo volví a encontrar, para darnos a los matriculados, la enseñanza de la
Doctrina de Cristo en dicha Facultad, de Profesor de dicha doctrina, en la que
ya no me atrevía comunicarme con él. En aquellas circunstancias, encontré
alumnos que no estaba de acuerdo con dicha asignatura.
Marieta
participaba en todas las actividades en que intervenía la música, pues el día
de la procesión de Viernes Santo, vestida con su túnica cuaresmal, siempre se
encontraba poniendo orden en los músicos y ordenando los cantos de los
penitentes. Marieta tomó parte activa en las procesiones de Semana Santa,
organizando la cofradía de la Vera Cruz, que acompañaba el Sábado Santo a la
Virgen Dolorosa en la procesión. Pero Marieta siempre trabajaba en la
preparación de las procesiones y ritos de Semana Santa, porque todos los que
deseaban vestirse de fieles en la procesión, siempre le pedían túnicas, a la lo
que siempre ella, con alegría, los atendía con gran cariño. Cuando llegaba la
procesión de Viernes Santo, mis hermanos Luis y Jesús íbamos a verla pasar
desde la plaza de San Pedro, por casa de Marieta Pérez y por debajo de los
balcones de casa de Llanas. Allí nos llenábamos de emoción al ver a los romanos, a los pasos de Cristo, y sentíamos una gran
emoción al escuchar la emocionante música,
que cerraba la procesión.
“El día de la
procesión la recuerdo siempre poniendo orden en las filas, ordenando los músicos
y los cantos y era la única que llevaba la
cara destapada, impresionando las cofrades ¡dios sabe que
horrendos pecados podían haber cometido, para semejante sacrificio”. Unas
procesionaban con los pies descalzos y sobre todo algunas
que arrastraban las cadenas, solo Dios sabe qué horrendos pecados podían haber
cometido, para semejante sacrificio”. Parece imposible que coincidiéramos mi
sobrino Lorenzo y yo con estas palabras, pero yo las recuerdo como si hubieran
salido de mi cabeza.
Parece mentira como
estos años múltiples, hayan sido vividos por el muchacho de Ibieca Joaquín
Santafé, que vivió cien años y que fue amigo íntimo del escritor universal
Llanas Aguilaniedo. Además que da en mí
el recuerdo del impresor CASiMIRO, que estuvo ininterrumpidamente, desde niño
hasta que se hizo mayor, en la imprenta de la familia de Marieta Pérez,
llevando como si fuera colgada sobre su cuerpo una blusa negra y yendo a dormir
a su cercana casa, y cuando se jubiló, fue a ver por primera vez la estación del
ferrocarril.
Pero la pobre
Marieta Pérez, después de pasar su vida respetando la muerte de Cristo, y acompañando
su gloria con la Música suya y de sus amigos y amigas, acabó su vida sufriendo
el asesinato de su vida. “Fue Marieta
una persona accesible a todos, y eso desgraciadamente le costó la vida, porque
una persona se introdujo en su casa abusando de su confianza y al intentar
robarle y ella resistirse, le golpeó en la cabeza ,muriendo en el acto”
Mi sobrino el
farmacéutico Lorenzo Llanas, recuerda cuando Marieta le enseñaba en su piano la
partitura de
la Misa del Domingo
y como después de recibir tal lección, interpretó varios años en el órgano
de Santo Domingo.
Es fácil
acordarse de Marieta Pérez, humilde, sierva de Dios, amante del ambiente de las
iglesias, las procesiones, las fiestas civiles, su amor al pueblo y a sus
vecinos los Llanas, de los que se hizo acompañar por los músicos de la ciudad , por Fermina Atarés, de la que gozó la compañía y amistad,
buscando el arte musical y que contagió a los Llanas con su compañía, haciendo
sonar el piano y consiguiendo que esos pianistas, la recuerden con amor.
Una gozada leerte,tú sobrino Manolo
ResponderEliminar