Bandido que vivió entre otros en el pueblo de Lalueza. |
Me resulta agradable enterarme de
que hay otros hombres que llevan el
mismo apellido que yo tengo, es decir Almudévar. Mi hijo, Mariano, que vive en
Madrid, me dijo que cerca de donde él vive, existía el apellido Almudévar.
Llegó el verano del año 2002 y estando en mi casa de Siétamo ( Huesca), llamó
alguien en el portal; bajé y encontré a
una joven pareja y me dijeron que ella era una Almudévar e iba con su esposo,
buscando el origen de su estirpe. Los hice subir y aclaramos que ella y sus
padres y hermana, vivían en Madrid y resultaron ser los vecinos de mi hijo. Por
los datos que me dieron, dedujimos que venían del Somontano, zona que se encuentra
debajo de la Sierra de Guara, pero no aclaramos si era del pueblo de Barluenga
o del de Loporzano, de los cuales sospechaban que venía el origen de sus
antepasados. Todos los Almudévar tenemos nuestro apellido originado en la
homónima Villa, después pasaron a Sieso y de tal lugar a Casbas, Loporzano,
Castilsabás, Sasa del Abadiado, Loporzano, Siétamo, Blecua, Torres de Barbués,
Zaragoza, Barcelona y América, etc.
Iglesia de Alcubierre. |
Pero la joven, en tanto buscábamos
una solución al problema, se
fijaba en el tamaño de las orejas de los allí presentes, aunque ella las tenía
proporcionadas y con encanto y dijo que
los Almudévar tenían grandes las orejas y esta declaración me acabó de aclarar
nuestra consanguinidad, ya que en mi casa, como en la suya, siempre se bromeaba
con dicho asunto. Mi propio padre estaba bien dotado de tales instrumentos así
como mi hermano mayor Manolo e incluso el que me seguía en edad, Luis “el
Marino”.
Como he escrito, al empezar esta
“historia”, es agradable enterarse de que hay otros hombres con tu mismo
apellido y al mismo tiempo resulta curioso ver, como después de cientos de
años, sin conocernos, hacemos en nuestros hogares los mismos intranscendentes
comentarios, pero que salen del corazón; en este caso comentarios sobre
nuestras orejas. Al cabo de cierto tiempo, Rafael Almudévar, el padre de la que
nos hizo tales auriculares revelaciones, me mandó unos libros, escritos por su
bisabuelo Don Valero Almudévar y Castillo, editados en 1886, en que se
encuentra su retrato, noble retrato con una cara limpia de vicios y malas
pasiones, en que se adivina una gran inteligencia y un corazón enorme, como
resultan también sus orejas.
El texto del libro viene a
demostrar lo que tuvieron que trabajar y sufrir los Maestros Nacionales, pues
después de contar las amenazas y desprecios que sufrió, ejerciendo tal
labor en nuestra provincia de Huesca,
acaba su libro, diciendo a sus alumnos: ”Me contento con vuestro cariño, ahora,
y con vuestro recuerdo, después. Vuelvo a repetir lo de siempre: aplicaos
mucho, obedeced a vuestros padres, respetad a los mayores, sed muy juiciosos, y
algún día, cuando seáis mayores, acordaos de este anciano, que ya habrá muerto,
y que sólo os demanda, como un tributo al cariño, un triste recuerdo a su
memoria: una plegaria”.
Yo estaba entusiasmado con los
libros, que me mandó Rafael, pues en ellos yo creía que podría encontrar mi
ligazón familiar y el buscado origen del pueblo, de la casa y de la familia de
los vecinos madrileños de mi hijo. Pero cuando los leí, me di cuenta de la grandeza
de espíritu de Valero Almudévar, porque en dichos libros cuenta su historia
pedagógica en diversos pueblos de la provincia de Huesca, pero no dice con
todas las letras que se trata de nuestra provincia ni escribe enteros los
nombres de los pueblos en que estuvo ejerciendo de Maestro Nacional. Se limita
a poner la letra mayúscula inicial de cada pueblo. Nos habla de su padre, de su
madre y de la joven que llegó a ser su esposa, pero no dice como se llamaban ni
donde nacieron. Pero uno piensa y llega a la conclusión de que tal vez no diga esos nombres porque explica como
alguno de aquellos pobres campesinos de los pueblos no tenían dinero ni sabían,
en su inmensa mayoría leer ni escribir; estas circunstancias les hacían
rebelarse en algunos casos, contra la presencia de un Maestro al que tenían que
pagarle los Ayuntamientos, con el dinero que recogían entre los vecinos.
El libro titulado “Memorias de un
Maestro de Escuela”, se publicó el año 1886 y se lo dedicó a Don Práxedes Mateo Sagasta.
Comienza el libro, tratando de
ocultar el autor su buena fe, pues atribuye su vocación al Magisterio, a “un
íntimo amigo …y condiscípulo de la infancia”, al que atribuye “un verdadero
amor a la enseñanza …razón por la cual pretendió sin duda ganar la corona del
martirio, y lo demostró en el rudo empeño con que quiso hacer una verdadera
práctica en las localidades más atrasadas de la Nación, donde la ignorancia se marcara más ostensiblemente,
porque por desgracia es una triste y reconocida verdad, que la instrucción primaria
está sumamente descuidada en pueblos que por su posición topográfica, por sus
productos, por su historia, por su origen, debían ocupar un puesto de
preferencia en la estadística del progreso y de la ilustración”.
Estaba ya Valero Almudévar,
acoplado al ambiente madrileño y allí estudió su carrera de Maestro. Sus amigos
le aconsejaban que se quedara en la capital de España, donde ganaría diez o doce mil reales anuales,
proporcionándole casa para vivir, pero como era “un joven lleno de ilusiones…ya
había escogido y fijado el sitio donde deseaba ejercer su profesión, siendo
éste una provincia del Norte”. Este comportamiento pone de manifiesto el
idealismo de Valero, nombre que en el libro no escriben de tal forma, sino
simplemente con una V. La provincia del Norte era, sencillamente Huesca,
también escrita con una sola H, tierra de sus antepasados y que amaba con todo
su corazón.
Se comprende el deseo del
Maestro, pues él mismo había nacido en
tal provincia y probablemente en el pueblo de Loporzano.
El día dos de mayo de 1864,
despedido por su familia y por numerosos amigos, marchó en el tren hacia
Huesca.”Poco tiempo después la madre y sus dos hijas siguieron el mismo camino,
para residir en la capital de la provincia elegida”.
Diez años estuvo Valero en la
provincia de Huesca, volviéndose a Madrid entre la alegría de sus amigos, que
lo recibieron el día uno de marzo de 1874.
Había trabajado durante diez años
por formarle una cultura al pueblo, cosa que no se consiguió en años
posteriores, cuando en Navarra se ocuparon más de esa formación y se logró
hacer una autonomía más desarrollada que en Huesca, donde sólo quedan unos
doscientos diez mil habitantes y en Navarra son ya quinientos mil. Llegó Valero
a su país natal, presentándose al
Secretario de la Junta Provincial, pidiéndole que le adjudicara un pueblo de
los Pirineos y dicho Secretario le dijo, entre otras muchas cosas: ”Debió Vd.
quedarse en Madrid, donde el magisterio está más atendido, pudiendo hacer una
lucida práctica con elementos mucho más valiosos que los que aquí poseemos”.
Después de esta entrevista, eligió el pueblo C… y acompañado por su querido
padre José Almudévar, salieron de Huesca por la carretera de B (Barbastro) y
fácilmente llegaron a la Villa de G (Graus).
Graus es el pueblo donde se
levanta un monumento al gran Joaquín Costa, el profeta de los riegos de Aragón,
cuyos ideales todavía no se han visto totalmente realizados. Nació en Monzón,
pero su familia era de Graus y allí vivió durante mucho tiempo. Es Graus la
capital de la Ribagorza Alta y a su vez se divide en dos partes: la citada o
Ribagorza Alta y la Ribagorza Baja. En toda ella se habla el ribagorzano, con
numerosas variedades lingüísticas, pues por el occidente se acerca al aragonés
y por el oriente llega a convertirse en catalán y por el pueblo donde enseñaba
Valero, llamaban a su lengua el patués, porque en él empezaba a darse la
influencia del dialecto francés. En la
Ribagorza Alta el clima es pirenaico y las casas tienen los tejados, como dice
Valero, formados con piedras pizarrosas y planas, en cambio por abajo todavía
se usan las tejas de barro.
Desde Graus el camino se
convertía en áspero, lo que hacía imposible circular por él en un carruaje. A
medida que iban subiendo se encontraban con numerosas aldeas, tantas que Valero
dudaba que estuvieran todas consignadas en los mapas. He dicho que la lengua
era el ribagorzano, pero su variedad era enorme y Valero dice: ” a medida que íbamos andando, el carácter y
costumbres de los habitantes eran distintos”.
Una vez llegado al pueblo
C…Castejón de Sos, después de saludar
al Alcalde,”observé que éste se hallaba dividido en dos partes, llamadas por
los naturales, villa de arriba y villa de abajo, y en el centro de las dos
orillas estaban la Iglesia y la Escuela”.
¿Cómo he podido encontrar el
verdadero nombre del pueblo C de don Valero?, sencillámente, porque en el libro
número tres de la “Colección de Estudios Aragoneses”, sale un tratado
etnológico-léxico de Castejón de Sos y comarca, pone que el barrio alto se
llamaba “Cabo llugá” y al bajo lo conocían como “Suelo llugá”.
Verdaderamente podía uno
confundirse a pesar de esta coincidencia entre Don Valero y el libro de la
“Colección de Estudios Aragoneses”, porque entonces no eran las cosas iguales a
las de ahora. Ya lo explica Valero
cuando dice que salió de Huesca el día dieciocho de Mayo del año mil
ochocientos sesenta y cuatro, acompañado de su padre, pero son tantas las
coincidencias que no cabe error entre el pueblo C. y Castejón de Sos. Afirma
Valero que llegaron a Graus sin ninguna dificultad, pero desde allí
“encontró un camino tan áspero, que se
hacía imposible transitar por él en carruaje”. Le impresionaba el cambio de los paisajes y de
las costumbres de las gentes al subir hacia arriba, viendo como los tejados
cambiaban las tejas de barro por piedras de pizarra y esa impresión le hace
decir en el libro: ”la naturaleza en todo su esplendor, nos infundía
respeto”.Le llamaban la atención aquellas numerosa aldeas, de las que en estos
tiempos han desaparecido más de doscientas.”Las crestas de las montañas
conservaban todavía nieve, a pesar de estar en el último tercio de Mayo”. La
carretera no se abrió hasta principios del siglo XX, a través del desfiladero
de Ventamillo, debajo del cual estaba, como decían los de Castejón, la “terra
baixa”. Como cuenta Valero en su ascensión a su destino, desde Graus el camino
era muy dificultoso y como dice Antonio Plaza “el habitante del valle tenía que
andar entre tres y cuatro horas para comunicarse con sus vecinos franceses, ribagorzanos
o chistavinos”. Esto es lo que ocurría
en verano, pero en invierno resultaba imposible ir a Francia o a Chistain.
Antonio Plaza habla del valle y a sus habitantes los llamaba “chen del
país” y al ganado de la zona lo llamaban “bestiá del país”.
Ahora pasando por Castejón de Sos
se sube a Benasque y el pueblo de Sos produce energía eléctrica y tiene ya una iglesia nueva. En un estudio
presentado en la Universidad de Zaragoza como tesis de Licenciatura en el curso
1983-1984 se estudia la lengua de la zona presidida por Castejón de Sos, ”que
es una localidad teóricamente más castellanizada por los contactos con el
exterior y por haber recibido un notable número de emigrantes y turistas”.(Del
libro de Antonio Plaza Boya).Estos estudios nos llevan a la conclusión de que
el Condado de la Ribagorza era un territorio muy peculiar, entre Aragón,
Cataluña y Francia, en el que había tres corrientes culturales, que hicieron
formarse dialectos de transición, en la zona fronteriza de Cataluña y Aragón.
Entonces, en 1864, el dialecto o
lengua estaba boyante, pues como dice Valero:”¡Cual sería mi sorpresa, al
observar que los niños no me entendían a mí, ni yo entendía a los niños!.Yo les
hablaba en castellano, y ellos en su chapurreado…En esta triste situación me
encontraba, cuando mi anciano padre…vino en mi ayuda como una providencia,
sacándome de mil apuros para hacerme entender de los niños y sirviéndome de
intérprete a la vez”. El padre de Valero, es decir José Almudévar, como era del
Somontano oscense, conocía la Fabla Aragonesa, que tenía diferencias con la que
hablaban en Castejón de Sos, pero que en realidad se comprendían entre unos y
otros. El tiempo pasa y yo, en el año 2003, me acuerdo de que en mi pueblo de
Siétamo, cuando yo era joven, había muchos ciudadanos que hablaban cada día en
aragonés, cuando otros lo evitaban. Todavía quedan personas, incluso jóvenes
que todavía dicen palabras aragonesas, como, por ejemplo los artículos
determinados: O, A, Ro, Ra, Lo, La.
Después de presentarse Valero al
alcalde salió “a visitar el pueblo y observó que éste se hallaba dividido en
dos partes, llamadas por los naturales, villa de arriba y villa de abajo”.
Antonio Plaza, al escribir sobre
la fiesta de San Juan describe el rito de los “foros”, palabra que no se
encuentra en ningún diccionario de la fabla aragonesa, pero dice que en
Laspaules se usa con el significado de hoguera. Y en Castejón de Sos “se
organizaban dos foros”: uno en el “cabo llugá” o barrio alto y otro en el
“suelo llugá” o barrio bajo”.
Por distintos detalles se deducía
que la letra C, era equivalente a Castejón de Sos, pero esta coincidencia entre
Don Valero Almudévar y Don Antonio Plaza, al describir la división del pueblo
entre el barrio alto y el bajo, aclara totalmente, esa equivalencia.
El rito de los foros consistía en
plantar un “mayo”, es decir un pino cortado y clavado en tierra en cada uno de
los barrios, a cuyo alrededor se iba depositando leña y en el “mayo” se cuelgan
varios muñecos de paja, que al ser alcanzados por el fuego, provocan el momento
cumbre del popular regocijo” y “cuando se van apagando las llamas, salta por
encima de la hoguera, algún que otro valiente”.
Leyendo la obra de Valero, le
parece a uno estar consultando un libro de paisajes, problemas y costumbres de
un pueblo pirenáico. En primer lugar habla de la Escuela de la que dice que
sólo disponía de dos bancos “del tiempo de Noé y restos de unos pequeñísimos
carteles de autor desconocido”. El primer día de clase se le presentaron unos
veinticinco niños, “en un estado de cultura alarmante, descalzos, sucios y
haraposos, que más bien parecían una turba de hambrientos arrapiezos, que niños
dispuestos a recibir la enseñanza”. Pero al hablar con ellos, como he escrito
antes, se dio cuenta de que no se entendía, encontrándose con el problema de
las “fablas aragonesas”.
“La mayoría de los hombres usaban
la barretina o gorro catalán, chaqueta, chaleco y calzón corto de pana parda,
medias azules de estambre y alpargatas a lo miñón. Las mujeres zagalejos(o
refajos) de lana, azules, medias blancas de algodón, alpargatas en forma de
sandalias y jubón o justillo de veludillo. Otras en vez de jubón, usaban
magníficos corsés de seda encarnada, con unos bordados primorosamente hechos de
seda amarilla, sin duda para sujetar las ballenas, llevando descubierta la
cabeza, en la que mostraban un rarísimo peinado. Consistía éste en echarse el
pelo hacia atrás y con él hacer una finísima trenza ancha, con muchos cabos, y
después formar un delicadísimo moño, en forma de picaporte. No se cubrían la
cabeza mas que cuando iban a la iglesia y entonces se ponían por mantilla una
especie de capuchón que les llegaba a la cintura; la mayor parte eran blancos y
de lana muy fina. Observé en algunas mujeres que pendían de su cuello unas
especies de bultos, llamados bocios o papadas, que las hacían repugnantes y
horriblemente feas”.
Don Valero tuvo enormes
dificultades con los problemas que agobiaban a los habitantes de la Alta
Ribagorza y pensó: ”Si los Gobiernos de la Nación estudiaran detenidamente la historia,
naturaleza y aficiones de los pueblos que administran, otra sería la suerte de
la enseñanza y de sus maestros”.Y yo creo que no se hubieran creado las
diferencias que existen entre Aragón y Cataluña, con el empobrecimiento y
despoblación de Aragón, con la pérdida de su fabla. En la Ribagorza, como he
citado antes, se encontraron tres corrientes culturales, a saber la francesa,
la catalana y la aragonesa, que contribuyeron a formar sus dialectos, que por
desgracia están hoy, casi perdidos. La historia de la Ribagorza no está
aclarada y no se sabe con exactitud si por ejemplo Iñigo Arista fue rey de
Ribagorza, de Aragón y de Navarra al mismo tiempo, ni si una dinastía que
algunos escribieron ser la de los reyes de Ribagorza, es verdadera o falsa.
Cuando las parroquias fueron
gobernadas por la Diócesis de Barbastro, todos los cantos religiosos y las
oraciones dirigidas a las Vírgenes y a los santos, se enseñaron en castellano,
de tal manera que Antonio Plaza llega a escribir:”no se recuerda que alguien haya
rezado jamás en dialecto, ni dentro ni fuera de la iglesia”.Esto me recuerda la
escasez de textos religiosos escritos en fabla
aragonesa, que encontrábamos en nuestros estudios
El libro de Antonio lo publicaron
en 1985 y dice en él que: ” la vida de los habitantes del valle en los últimos
cien años nos es conocida por experiencia propia y por la tradición oral, muy
viva por cierto en el valle”. Pero ahora con la aparición del libro de Valero
Almudévar, tenemos un conocimiento más amplio en el tiempo, de Castejón de Sos,
porque describe el pueblo, la escuela a la que no iban las niñas, la caza, las
fiestas, los bailes, los modos de hablar y de vestir y la dedicación del pueblo
a la ganadería y como detalles el sonar de las campanas para echar las tormentas,
con las fatales consecuencias que acarrearon, porque en un toque de campanas
para echar los rayos de Casejón, estos cayeron sobre los campaneros
voluntarios. Y esos conocimientos proceden de los años de 1864 .
Aquel territorio lo definían sus
habitantes como El Pais, pero no se inició en él el desarrollo hasta que a
mediados del siglo XX, se abrió la carretera de Barbastro por Ventamillo y se
construyó el canal para abastecer de agua a la Central eléctrica de Seira.
Últimamente se ha puesto una
inquietud para intentar recuperar la personalidad del Valle, con su idioma
incluido. Yo creo que será conveniente poner al alcance de esos ciudadanos, la
obra de Valero Almudévar.
Escuela de Lalueza.-
En Septiembre de 1864,llegó Don
Valero al pueblo de L (Lalueza), para ponerse a continuación a ejercer el
Magisterio. Para edificio escolar usaban la Abadieta, donde en tiempos pasados
se acogía al coadjutor de la parroquia.
Antes había ejercido en un pueblo
de la Montaña y ahora lo hacía en uno de la Tierra Baja, donde “vestían de
calzón corto, faja y pañolito (pañoleta) alrededor de la cabeza, en forma de
cinta, con lazo al lado izquierdo, excepto algún que otro alpargatero que usaba
pantalón, pero, además, se veían en el pueblo tres o cuatro barretinas”. Es
curioso observar como algunas costumbres fueron comunes a catalanes y
aragoneses. Ha nombrado don Valero a algunos alpargateros y es que en este
pueblo y en aquella época eran en ese pueblo, casi todos alpargateros, que
dejaban en minoría a los agricultores y distinguiéndose unos de otros por el
trato, costumbres y aficiones”.
En este pueblo estuvo Don Valero
ejerciendo de maestro durante tres años, desde la segunda decena del mes de
Septiembre de 1864 y dotando a la Escuela de mapas, libros, mesas, bancos, papel,
plumas y tinta y objetos para el aseo y
la limpieza, etc.,etc. Los niños iban a la Escuela con la luz del día, pero los
adultos, que eran enormemente ignorantes, recibían la enseñanza por la noche.
El primer año, Don Valero a pesar de estar necesitado, les dio gratis la clase
el primer año y tuvo que luchar con el alcalde para que le proporcionara aceite
para iluminar la clase con candiles. Aquí encendían el aceite y en Castejón las
“tiedas “ o teas.
Hacía verdaderamente falta luz en aquel pueblo, porque ese
“pueblo era tan inmensamente pobre, que la mayoría de los vecinos se alimentaba
casi todo el año solamente de vegetales” y de vegetales que ahora ya no se usan
para las personas, como son por ejemplo el pan de bellotas. No sólo eran las
malas cosechas la causa de esa pobreza, sino, como dice Don Valero Almudévar,
las “continuas contribuciones que aniquilaban al pueblo”. Era un pueblo con
escasez de agua, como todos los de los Monegros. Yo creo que exagerando un
poco Benigno de la Ripa escribió en su Geografía Económica que en Tardienta , cuando tenían
que amasar arcilla, en lugar de echarle agua , le echaban vino. El pueblo de
Lalueza era tan pobre como el de Tardienta y en aquellos años “era tan
intensamente pobre, que la mayoría de los vecinos se alimentaban casi todo el
año solamente de vegetales. Escribe en su libro: “He visto a los más
acaudalados venderse el trigo y los
mejores frutos para proveerse de dinero, que allí, como os he dicho, anda por
la nubes y en su lugar alimentarse la mayor parte del año con pan de bellotas,
de centeno y otras sustancias
indefinibles”. La carencia de dinero acarreaba al pueblo a la pobreza,
participando de ella hasta el mismo Maestro. En cierta ocasión llamó el
Secretario a Valero y al verlo, le dijo: ”Ahí tiene Ud. su cuenta y el
libramiento para que lo firme. Dicho esto, entornó un poco la ventana
produciendo con esta acción algo de sombra”. Valero, hombre de buena fe,
recogió el dinero y se fue a su casa. Pero después de unos días en que tenía
que comprar, se dio cuenta de que las monedas de oro eran falsas. En aquel
ambiente de pobreza, era muy frecuente oír a mucha gente, decir: al Maestro no
se le apedreará el sueldo e incluso hubo quien le dijo: ”Señor Maestro, usted
siembra sobre nuestras costillas, y tiene bien segura la cosecha”. No es extraño que el pueblo hablara de esta
forma, porque “era mísero en su estado material, ignorante bajo su estado
intelectual, y supersticioso y fanático bajo su estado moral”. Leyendo “Cien
años de soledad” del hispano-americano García Sánchez, observa uno al Coronel
Aureliano Buendía, en el pueblo de Macondo,
por él fundado, y ve que “como le había ocurrido durante la guerra con
la muerte de sus mejores amigos, no experimentaba un sentimiento de pesar, sino
una rabia ciega y sin dirección, una extenuante impotencia”. Lo mismo le pasa
al Maestro Jubilado Emilio Castelar, que en el mes de abril de este año de
2007, tiene noventa y seis años, porque al entrar en la habitación de su
residencia, me hizo mirar por la ventana que asoma al Norte y me invitó a mirar
el Salto de Roldán, diciéndome que allí habían matado a un amigo suyo, sin
aclararme si fueron unos u otros los que lo asesinaron. Ahora él experimenta
“un sentimiento de pesar” porque ha perdido la “rabia ciega y sin dirección”.
¡Cómo se conoce que es un Maestro, porque toda su vida ha enseñado a los
alumnos a convivir!. Además de Valero Almudévar ha habido muchos maestros que
se han desvivido por educar al pueblo, como por ejemplo Cavero, que fue maestro de Blecua,
que educó de tal forma a sus alumnos, que al llegar la Guerra Civil del año
1936, no hubo ninguna muerte entre ellos,
como ocurrió en todos los pueblos de alrededor.
Valero, como Maestro, tenía trabajo en Lalueza porque
según escribe el sacerdote y escritor Rafael Andolz, en aquellos años existían
figuras humanas como la del bandolero“Cucaracha, con tintes de tragedia, que el
pueblo convierte en mito, al sintonizar con ella a través de la utopía de una
justicia distributiva sui generis”. Se había estudiado en España la “gran
Historia”, pero Valero se dio cuenta de la geografía de la pobreza y se
encontró con la necesidad de arreglar la economía y por eso marchó a enseñar a
su antigua tierra aragonesa, encontrándose con los problemas primarios de la gente
del pueblo y con bandas de bandoleros.
Valero Almudévar vivió el problema de los bandoleros
porque en Septiembre de 1864, tomó posesión del cargo de Maestro Nacional de
Lalueza y durante los años que trabajó
en Lalueza, después en Aniés y hasta el año 1874 en Huesca capital, como
escribe Rafael Andolz se “eleva a su punto álgido la violencia en toda la
comarca monegrina”. El legendario bandolero aragonés llamado Mariano Gavín y
conocido por El Cucaracha, nació en
Alcubierre y llevaba fama de generoso, ya que robaba a los ricos con el fin de
dar a los pobres, teniendo como primer compañero de sus correrías a un natural
de Lalueza, al que llamaban “el Zerrudo”, muriendo en el mismo día y lugar que
su jefe, es decir en el corral de la Nica. Les llevaron vino con un sedante y
los mataron el 28 de Febrero de 1878, en Lanaja. Poco tiempo después de la
vuelta de Valero a Madrid, tuvo lugar la muerte del “Cucaracha”. Supongo que se
acordaría de aquellos tiempos miserables, en que había personas que sufriendo ,
luchaban por sacar al pueblo de la miseria material, intelectual y moral. Si,
porque cuando hacía el presupuesto del material escolar que iban a necesitar él
y sus alumnos,”como el pueblo era inmensamente pobre, en su estado intelectual
estaba tan atrasado, que le dominaba la más crasa ignorancia” decidió hacer
“gratis la clase nocturna de adultos, consiguiendo , no sin poco trabajo, que
el alcalde abonase un poco de aceite de olivas para alimentar las luces de las
veladas”.nunca llega la felicidad completa porque “según le indicó el alcalde
el aceite era de olivas amargas”
Pero el Maestro Valero lo que soñaba era hacer culto a aquel pueblo para que no
hubiese en el mundo ni bandoleros de trabucos, ni de pluma, como el secretario.
Para ello de acuerdo con la Junta Municipal, preparaba a los niños para que
mostrasen lo que habían aprendido. Un día la Junta convocó exámenes para el día
de la fiesta patronal, a celebrar en la plaza
pública, al lado de la iglesia.”La asistencia era numerosa por efecto de
las fiestas, que en Lalueza se verificaban…y los curiosos y aficionados a
espectáculos ocupaban los bancos dispuestos para el público, llegando a estar
de pie muchos vecinos de los pueblos comarcanos. Los niños comenzaron a leer
lbros en voz alta y a recitar versos, que agrdaban al público , en tanto que el
señor alcalde era atentamente observado por concurrentes de los que unos sonreían, otros se hacían cmentarios
en voz baja y alguno estallaba en risas más o menos atrevidas. ¿Cuál era la
causa de esas risas?. “Era que el dignísimo señor alcalde hacía que seguía a
los niños la lectura con el libro puesto al revés”. Al ver la ignorancia de un
alcalde del Alto Aragón, pensé en la cantidad de ellos que debían, en aquellos
años, pasar por la carencia de elementales conocimientos de las letras. Me
acodé de cuando Valero acabó la carrera y no quiso quedarse en Madrid, donde
hubiera llevado una cómoda vida, sino que se acordó de qué en su tierra había
una ignorancia que haría imposible el progreso del pueblo. Su corazón y su
mente despertaron una vocación redentora, teniendo que aguantar situaciones
como la del alcalde de Lalueza.
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