martes, 22 de febrero de 2022

Literatura pastoril, de Ana Francisca Abarca de Bolea I

 


Monasterio de Casbas (Huesca)

A mediados del siglo XVII, aparece en España una inquietud por promover actos artísticos y culturales, abundantes en certámenes poéticos, reuniones académicas y tertulias literarias y en estos actos destaca la ciudad de Huesca en la que moraba un gran Mecenas, a saber don Juan Vicencio de Lastanosa, que residía en un enorme Palacio, que albergaba un museo y estaba rodeado  de jardines muy apropiados para celebrar en ellos obras de teatro pastoril y campesino y en sus salas tenían lugar todas las manifestaciones del arte, de la literatura y de la ciencia.

Entre los asiduos a tales actos estaban don Manuel de Salinas, autor de una “Epístola” dirigida a doña Ana Francisca Abarca de Bolea en los preliminares de su obra “Catorce vidas de Santas de la orden del Cister”, Don Orencio de Lastanosa, hermano de don Juan Vicencio el Mecenas ,el conde de Guimerá, erudito, historiador y anticuario, el Marqués de Torres, padre de Ana Francisca, a saber Don Martín y después Don Luis Abarca de Bolea, segundo Marqués de Torres, sobrino de Doña Ana Francisca Abarca de Bolea ,Don Francisco Ximénez de Urrea, de la rama de los Aranda, nacido en Epila, uno de los mejores eruditos de su tiempo, el cronista de Aragón don Juan Francisco Andrés de Ustarroz y otros más, destacando la figura más sobresaliente del grupo, a saber el padre Baltasar Gracián, a partir del año 1636 en que fue destinado al Colegio de la Compañía de Jesús de Huesca. Y copiando con exactitud a María Angeles Campo, por cuyas obras me oriento, he tomado lo que escribió en su libro Doña Ana Francisca Abarca de Bolea, en sus páginas 66 y 67, que dice así: “La monja de Casbas, doña Ana Francisca, a pesar de su estado religioso y de la censura monástica, puede decirse que forma parte integrante del selecto grupo de Lastanosa, ya que, como vemos, se encuentra muy vinculada a varios de sus miembros por medio de la correspondencia, de las visitas que le hacen sus amigos, de las estancias veraniegas en el Castillo de Siétamo, a donde ellos acudían y de alguna visita personal a Zaragoza y Huesca”.
Baltasar Gracian

Baltasar Gracián, publica en Huesca en 1648 su obra “Agudeza y arte de ingenio” y en el Discurso XXXI dice sobre la actividad de ”…la muy noble e ilustre señora doña Ana de Bolea, religiosa bernarda en el Real Monasterio de Casbas, en Aragón, tía del Marqués de Torres, que compitió con nobleza y  virtud y con su raro ingenio, heredado del insigne y erudito don Martín de Bolea, su padre, cuyas poesías han sido siempre aplaudidas y estimadas”.

Además “testifica, que en 1648 era ya autora de muchos y elegantes poemas”.

Siempre ha habido en la Historia mujeres que han destacado, como Ana de Bolea por sus cualidades literarias, pero no participaban más, porque no recibían enseñanza las mujeres y si ésta de que hablamos no se hubiera autoeducado, no hubiera pasado a la posteridad, pero no fue sólo ella la mujer que se distinguió, pues en el año 1650, promovió don Luis Abarca de Bolea y Castro Fernández de Híjar, Marqués de Torres, Conde de las Almunias, Barón de Clamosa, Barón de Siétamo y Rodellar, Barón de Pui de Cinca y Señor de la Villa de Maella, Caballero del Hábito de Santiago, la “Palestra numerosa austriaca” en la victoriosa ciudad de Huesca, al augustísimo consorcio de los Católicos Reyes de España don Felipe el Grande y Doña María-Ana la Inclita.

Y en dicha “Palestra numerosa austriaca” se presentaron quince mujeres, lo que causó sensación en los Jueces y así, su secretario escribió: "…y hasta las Señoras mujeres, permitiendo treguas a las almohadillas, renovaron lo celebrado de las Sibilas, dando que alabar a todos, y que envidiar a muchos; desmintiendo este día la poca satisfacción del numen, pues fueron tantas las que con tanto acierto se adoptaron hijas de Minerva, que empataron casi sus versos a los de los varones”.

Esta anécdota es un aviso a la humanidad de la igualdad de la mujer y el hombre, como la podemos contemplar el día de hoy, en que las mujeres igualan en sus estudios a los hombres y se ocupan no sólo de poesía, sino de política, de artes, de ciencias y de trabajo.

Doña Ana presentó en esta ocasión, una poesía del tema de la Purificación de la Virgen y consiguió el segundo premio, pero ella no se quedó satisfecha, como demuestra en su obra “Vigilia y Octavario de San Juan Baptista”, cuando escribe “Todos alabaron el buen gusto de Mileno, y dijeron que la autora de las octavas, no sólo merecía el segundo premio, que le dieron, sino muy de justicia el primero.

Esta queja, ¿no revela tal vez, una especie de protesta contra la opresión de la mujer?,  porque Ana Francisca no fue vanidosa personalmente.

Fue la monja de Casbas una mujer atenta a los acontecimientos de la Monarquía española y usó con facilidad y soltura el estilo barroco de la época en los panegíricos y en los poemas dedicados a ensalzar a los miembros de la realeza, pero llama la atención su forma de ser personal, con un enorme amor a lo aragonés, a su tierra, como si quisiera alejarse de la poesía elitista y aristocrática, inspirada en acontecimientos solemnes dentro de la oficialidad. Y así podemos ver, por su aragonesismo, al que ella era tan sensible,  desde el Corpus en Zaragoza y los paisajes del Moncayo, al que todavía hoy día contemplamos desde el pueblo de Siétamo, hasta la belleza en aquellos tiempos  del Castillo-Palacio de Montearagón  y del Monasterio de San Victorián, santo tan antiguo en el Alto-Aragón. Relata también el recuerdo y frecuentes visitas a su, como dice “mi casa y castillo” de Siétamo y escribe la poesía a la fuente de su convento de Casbas, que les disputan algunos vecinos y el recuerdo de la Sierra de Guara, de la que también parece una profetisa de su actual contemplación por turistas y no puede olvidar a los santos Lorenzo, Orencio, Victorián y San Urbez. La defensa de la fuente del convento, es un preludio de la defensa actual de los riegos de todo Aragón.

 Angelines Campo consiguió el título de Doctora en Filosofía y Letras con la tesis que tituló “Edición y Estudio de la Vigilia y Octavario de San Juan Baptista de Ana Francisca de Bolea” y  parece que ahora le van a publicar otro tomo más de su Tesis Doctoral.

Al acabar el libro “Doña Ana Francisca Abarca de Bolea”, Angelines Campo se expresa así: “Confío en que la presente publicación contribuya al conocimiento de una de esas personalidades, tan abundantes en el Barroco, que, aún sin disfrutar de los honores de un primer plano histórico, deberían ser tenidas en cuenta para la más amplia comprensión del panorama literario de una época, en este caso del movimiento barroco aragonés y, más concretamente, de la actividad intelectual y artística desarrollada en torno al prócer oscense don Vicencio Juan de Lastanosa, en cuyo círculo era respetada y apreciada, no sólo por el prestigio de su familia, sino también por sus méritos personales, doña Ana Francisca de Bolea”.

Don Manuel Albar en su obra “Estudios sobre el Octavario” de doña Ana Francisca Abarca de Bolea, publicado por el Archivo de Filología aragonesa en 1945,coincide en sus juicios sobre el estilo o estilos de Ana Francisca de Bolea y dice: ”La Vigilia y Octavario de San Juan Butista(1679) ofrece junto a un barroquismo rebuscado, la nota curiosa y típica de recoger en una obra de tendencia culta, el sabor agreste y popular de unas poesías dialectales”. Dice Angelines Campo en las Conclusiones Finales de su Tesis Doctoral, lo siguiente: “para determinar la adscripción genérica de la Vigilia y Octavario de San Juan Baptista, debemos decir que presenta la estructura de una miscelánea, compuesta por abundantes materiales literarios en prosa y  verso, enmarcados en un ligero argumento pastoril de clara orientación religiosa, y en cuyo transcurso se suceden variadas situaciones de carácter académico”. Alvar dice que es esta obra una mezcla de novela pastoril sacra, propia de una monja con sucesos artificiales, en que participan los pastores y pastoras, que se reúnen durante ocho días para preparar la fiesta del Santo y lo hacen contando novelas, declamando versos, improvisando actos y palabras de ingenio y acaba todo, con mucha felicidad, celebrándose al fin tres bodas.

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