domingo, 3 de abril de 2022

“La Guerra es un castigo divino”.-





Esta afirmación la ha pronunciado el Párroco de Chernóbil atribuyendo ser Putin, una  posesión del demonio. Y añade que sus políticos, se encuentran cegados por sus dirigentes, y no ven la sangre de los rusos y de los hijos de Ucrania. Sin embargo,  ya  se escuchan quejas en Rusia por  el horror de la  cruel guerra, que su “ Rojo País”, para conservar la esclavitud está llevando a cabo contra el pueblo ucraniano.     

Yo estoy cerca de cumplir noventa y dos años desde el año 1.930, y que  tardó en empezar    la Guerra Civil Española el año de 1.936, en que el “comunismo rojo”, asaltó mi pueblo de Siétamo, con la intención de gobernar  en España, por medio de hombres como Durruti, que gobernó en casa Almudévar de Siétamo. Estuvo un tiempo en Siétamo, pero tuvo que ir a pelear a Madrid. Un general ruso, murió por proyectiles viajando en coche, por la cuesta de Estrecho Quinto, viajando hacia Huesca.  

En Siétamo estuvo herido en el Huerto-Hospital, Georges Orwell,  qué  para juzgar la realidad de esta Guerra, resultó herido en un intento de apoderarse los “Rojos”, en la cercanísima ciudad de Huesca. Georges Orwell fue trasladado al Huerto-Hospital, que habían preparado en la entrada a Siétamo. Era Georges Orwell un hombre inglés, que estuvo en la India, como un colonizador de su Imperio, preocupado por la Libertad que estaba preparada  por organizar la Libertad en todo  el Mundo. Porque  lo que le preocupaba era la Libertad de todos los pueblos del Mundo. El Imperio Inglés iba dando la Libertad a muchos países del Mundo, cuando Rusia estaba preocupada por poseer el Poder Absoluto del Comunismo sobre todos los hombres. Y allí en el Huerto a la entrada de Siétamo, usado para crear un Hospital, al ser herido en la máxima cercanía de Huesca, fue internado.

Se salvó su vida de la muerte y marchó a Barcelona, con un gran temor de ser asesinado por los comunistas. En su lucha por conquistar Huesca salió herido, pero con un gran trabajo, pudo salir de España. Se había levantado en la República española, un movimiento del comunismo y se perseguía a personas que luchaban por la Democracia, como Orwell. Este hombre que llegó a obtener el Premio  Nobel, huyó de España a su tierra inglesa

Y  Orwel  anunció ya hace años que en su obra :”Rebelión  en la Granja”  habría una “Rebelión”, pues Orwel, se acordaba de los hombres  sacrificados en Siétamo, porque él estuvo en el hospital temporal, que hicieron los invasores de los distintos grupos ateos, durante la Guerra Civil, en la carretera N-240, a su paso por Siétamo. No se acordaba del sacrificio de heridos por la Guerra, pero aquellos Médicos, que conocí sentados delante de la iglesia, en peregrinaciones que hicieron a Siétamo, ya en tiempos de paz, por haber acabado la Guerra delante del señor Salvador Puig, sentados en el Portal de la iglesia, no pudieron callar y recordaban con tristes sonrisas, aquellas muertes, que se produjeron en  el Huerto-Hospital. ¡Qué tristes sonrisas salían de los rostros de aquel digno  Médico!.

Aquel espectáculo de muertes en esa Guerra, lo provocaron los políticos comunistas extranjeros en el Mapa Triste de España, principalmente los comunistas, algunos desorientados por extranjeros como ORWEL, que cuando se dieron cuenta de su lucha a favor de una República, y amenazados con ser asesinados por  los comunistas, que aspiraban a convertir a España en una República Comunista, desaparecieron de dicha  Guerra  Peninsular.  Y desde el Hospital Huerto, de Siétamo, desaparecieron de España por  Barcelona.

 


Orwell, con su herida, escribió: “Lo que he visto en España no me ha hecho un cínico, pero me hace pensar que el futuro es muy tétrico”. Desde el huerto-hospital de Siétamo, fue enviado a Barcelona, donde consiguió escapar de la condena de Stalin al POUM. Uno se acuerda cuando en Siétamo, se podían encontrar por todas partes las tumbas, los cadáveres y los cementerios. A Orwel le hacía sufrir la crueldad de Stalin, pues él no gozaba con la muerte de los que luchaban al otro lado del frente, pues narra como “una noche en el monte de Huesca, a unos ochenta metros de él,  vio pasar a un enemigo agarrándose los pantalones, que parecía se le estaban cayendo y esa situación le hizo recordar que se trataba de un hombre y no quería dispararle”. Escribió Orwell que no encontraba en Stalin defensas del obrero, pues afirma “que la política exterior de Stalin, en vez de diabólicamente lista como se pretende, ha sido sólo oportunista y necia”.

En 1.937, nos llevaron de Monte Oscuro, “ y nos mandaron junto con las tropas del POUM a incorporarnos al ejército que asediaba a Huesca”. Tengo muy bien marcados los recuerdos que tenía a cuatro kilómetros de Huesca, porque esta ciudad “ brillaba, pequeña y clara, como una ciudad de casa de muñecas.

Orwel soñaba a Huesca como una Casa de muñecas y el párroco de Chernobil, escribió: “Putin está endemoniado”.



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