jueves, 14 de abril de 2022

PREGON DE LA SEMANA SANTA

 

Coinciden, Sras. Y Sres., en el tiempo espacial, obra del Creador y en el Calendario hecho por los hombres, la llegada de la Semana Santa y la venida de la primavera, como si el Verbo que era el Único que existía en el Principio, quisiera hacernos partícipes de misterios: el sobrenatural de la Redención y el natural de la primavera, que como recreación que ocurre cada año, hace que las almas piadosas se pregunten:¿dónde está el Redentor?. San Juan de la Cruz se lo preguntaba así:¡Oh bosques y espesuras plantadas por la mano del Amado, oh prado de verduras de flores esmaltado, decid si por vosotros ha pasado!.

El santo escuchó así la respuesta de las Criaturas “Mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura, y, yéndolos mirando, con sola su figura, vestidos los dejó de su hermosura”.

Nos quieren liberar del Creador para hacernos esclavos de los sentidos, pero la “Verdad nos hará libres” y para recordárnosla, llega la Semana Santa, que nos muestra una balanza en que están equilibrados Dios y el hombre, Dios en el hombre y el hombre en Dios; están equilibrados la materia y el espíritu, y Cristo, Dios y hombre verdadero es el fiel, la Cruz de esa balanza, que nos indica el “Camino, la verdad y la Vida”.

Antagónicos al Hombre-Dios hay dioses hombres que pretenden quitarnos la fe, pero esa fe es definida por San Juan de la Cruz, de un modo que no ha perdido actualidad.”Es un saber no sabiendo que es de tan alto poder que los sabios arguyendo jamás la pueden vencer, que no llega su saber a no entender entendiendo, toda ciencia transcendiendo”. San Juan asimilaba la llegada del Amado a la primavera.

Otro poeta se puso a pregonar esa primavera y exclamó exultante:”La primavera ha venido, nadie sabe como ha sido”. El pregonero, al encontrarse con esta primavera, se quedó pensativo y se interroga: ¡cómo ha sido? Y yo, que inmerecidamente tengo que pregonar en Huesca la Semana Santa, me pregunto a mi vez ¿Cómo ha sido? ¿Cómo ha sido, qué?, que sea yo su pregonero, o, ¿cómo ha sido que la Semana Santa, inexorablemente esté a punto de llegar a Huesca? Es fácil responder a la primera pregunta, ha sido simplemente por culpa de Daniel Calasanz y de Teresa Ramón, aquí presentes, mas les pido que no tengan remordimientos de conciencia, porque me han hecho un bien al hacerme pensar en la pasión de Cristo, y, si recuerdan que se dijo que nuestros pecados serán perdonados, en Semana Santa, con mayor motivo. ¡Oh feliz culpa! , que reza el motete.

La segunda pregunta, ¿cómo viene la Semana Santa?, también tiene un doble aspecto. Si nos interrogamos sobre las celebraciones y más concretamente sobre la procesión del Santo Entierro o del Silencio, topamos otra vez con el buen Daniel, en cuanto Hermano Mayor de la Archicofradía de la Vera Cruz, que hace posible tal procesión, tal manifestación de fe, tal recordatorio de esa nuestra fe. La culpa, pues le corresponde a nuestra gloriosa Archicofradía y repito: ¡Oh Félix culpa!

Pero la contestación al meollo de la pregunta ¿cómo, por qué, llega la Semana Santa?, es más difícil de contestar.

Este Daniel, que tiene nombre de profeta, debía haber encargado la respuesta a un teólogo.

El, que es hortelano, nos podría explicar primorosamente cómo viene y por qué viene la primavera, pero él vive la Semana Santa como un oscense hasta la médula, me planea una respuesta difícil…

A mí que no puedo entrar en disquisiciones teológicas y tengo que apoyarme forzosamente en la Fe, en la Esperanza y en la Caridad (el amor).

¡Qué atrevimiento el mío, tratar de explicar por qué viene la Semana Santa cada año!

Recurro al Libro Sagrado, la Biblia y me recuerda que al principio de los tiempos, tuvo lugar un día en que se hizo la luz, en un segundo día, el Señor creó la tierra y le dio verdor y árboles con semillas y frutos.

El tercer día ordenó:”Haya lumbreras en el firmamento celeste para separar el día de la noche y hagan de señales para las solemnidades, y para los días y para los años”.


El cuarto día dijo:”Bullan las aguas de bichos vivientes y revoloteen aves sobre la tierra contra la faz del firmamento celeste”. Y los “bendijo Dios”. El quinto día creó los ganados, sierpes y alimañas. Después creó al hombre a imagen suya; macho y hembra los creó.

El 7º día descansó.

¿Quién dudará de que nos encontremos ante la primera Semana Santa de la humanidad? Santa, porque el Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, de cuya gloria están llenos los cielos y la tierra, creó al hombre a su imagen y semejanza; macho y hembra los creó.

El Señor es la Verdad y la Verdad os hará libres y libre creó Dios al hombre y en esa libertad está su grandeza y su miseria, porque Adán y Eva hicieron mal uso de ella y nos llevaron al pecado.

El Señor que ama al hombre, quiso enviarnos a su Hijo unigénito para redimirnos de ese pecado y El que el Séptimo día descansó, decidió recrear una nueva Semana Santa, aquella en que tuvo lugar la pasión y Resurrección de Cristo: una nueva primavera para las almas.

Dios es intemporal y para él, no hay pasado ni futuro; todo está presente y nos abarca. Al principio con la Semana de la Creación y cada año con la Semana Santa, para que las nuevas generaciones queden abarcadas en su obra redentora.

Hay antropólogos que sólo ven la parte material de la vida y pretenden descalificar a la iglesia, diciendo que ha suplantado a las divinidades paganas de la luz, del aire, del fuego y de la tierra por santos y ángeles, pero basta repasar la Biblia para encontrar el equilibrio espíritu- materia.Basta repetir la frase que he mencionado.”El tercer día ,ordenó :Haya lumbreras en el firmamento celeste para separar el día de la noche y hagan de señales para las solemnidades para los días y para los años”.

Y las lumbreras celestes cumplen su papel de avisar,de pregonar la Semana Santa,por medio del Equinoccio de Primavera,en el que se establece el equilibrio entre el espíritu,hoy tan despreciado y la materia,hoy tan enaltecida.

La primavera con su color verde nos da la esperanza de los frutos, como la Semana Santa nos transmite la esperanza de los frutos de la Salvación.

He recurrido a la fe y a la esperanza,pero me falta hacer alusión a la Caridad, al Amor, y el Señor, al que los hombres no dejamos descansar, en lugar de destruirnos, nos amó tanto, que sacrificó a su propio Hijo por nosotros.

Por todo lo antedicho, viene la Semana Santa y de la misma forma que llega cada año, llega a cada lugar y llega a Huesca y Huesca la va a recibir con el mismo amor, con el mismo cariño con que la recibe desde hace siglos, pero a pesar de tan continuada tradición y de que las Semanas siguen siendo tales y de qué Semana Santa sigue siendo Santa, a nivel de celebración popular la semana se reduce en el tiempo, aunque no en la fe.

Se reduce, repito, la Semana en el número de sus manifestaciones externas, pero las que quedan son un momento, que invita a los hombres a reflexionar sobre el misterio de la Salvación.

Se podría establecer un paralelismo, día por día, entre la primera Semana y la que cada año nos llega, a través de los rituales de la Iglesia, que además de Santa, la llaman Semana Grande o Semana Mayor.

Datos no faltarían al que quisiera hacer tal estudio, pues ya una española, la monja Eteria, abadesa gallega del Monasterio del Bierzo, viajó a los Santos Lugares, visitando entre otros el Sinaí y el Monte Jabán, tumba de Job, con lo que demostraba poseer profundos conocimiento bíblicos.


Volviendo de su viaje, escribió en Constantinopla el Libro de peregrinación a Tierra Santa en el que describe la liturgia de los cristianos orientales, deteniéndose especialmente en los de Jerusalén. La monja viajera señala que aquellos ritos le recordaban los de su tierra, si en Galicia ya se celebraban estas conmemoraciones de la Semana Santa, es de suponer que en Huesca, la Osca romana de entonces, también tendrían lugar.

Pero estos ritos, como la procesión de las palmas y adoración de la Santa Cruz, que nos descubre Eteria, deban ser anteriores a ella que murió en 388.

San Atanasio nos habla de “los seis días santos y grandes, anteriores a la Pascua, que son símbolo de la Creación del mundo”. A este mismo antiguo simbolismo parece aludir el martirologio del rey Alfredo (año 331). Abonan también por el origen antiquísimo de la Semana Santa una carta de Dionisio Alejandrino(año 260) , la Homilía de San Juan Crisóstomo y hasta el Libro VII de las Constituciones Apostólicas. Y yo que he tenido el atrevimiento de proclamar ese paralelismo entre la Semanas de la Creación y la Grande, Mayor o Santa, quedo confortado para seguir mi disertación al encontrar esa tesis en un padre de la iglesia como San Atanasio, Patriarca de Alejandría. Ambas semanas nos abarcan y en el espacio que va de la Creación a la Redención, está el Antiguo Testamento. No podemos relegarlo al olvido y en esto me da la razón nuestra procesión del Silencio o del Santo Entierro, pues en ella desfilan Isaac, Abraham, Melquisedec, Moisés, Aarón y David, que según Del Arco y según todos ustedes han podido ver, visten trajes magníficos de época, que en el año 1914 fueron confeccionados conforme a los diseños del notable pintor oscense Hermano Jesuita Martín Coronas. Este mismo diseñó también, en 1915, los vestidos de las Sibilas, esas doce jóvenes, que a pesar de ser profetisas paganas, anunciaron la Vida, Pasión y Muerte de N.S. Jesucristo. Ciñen su cabeza con corona dorada, signo de distinción, rematada por una estrella, que significa el don profético. Llevan pequeños estandartes con las profecías de Cristo y cantan melodías, ajustadas a ellas.

No se ceñía, pues, la esperanza en el Mesías al mundo judío, sino que había por todas partes una necesidad de algo nuevo.

El Antiguo Testamento está lleno de símbolos y profecías. El Profeta Daniel anuncia la venida del Señor, a las setenta semanas de años. Parece que quisiera incluir las semanas del Antiguo Testamento, entre la primera y la que habría de venir y sigue viniendo cada año.

En el Introito de la misa del Lunes Santo, el salmo XXXIV, David, odiado, calumniado, perseguido y maltratado, pide a Dios justicia contra los que hacen cuanto pueden para labrar su ruina. Nada hay que se adapte tanto a Jesucristo, que va a ser inmolado.

La segunda epístola de la Misa del Jueves Santo “parece ser no tanto una predicción del profeta Isaías, cuanto una historia de la Pasión de Jesucristo y cualquiera diría, al leerla, que habla un historiador sagrado que refiere lo que sucedió, más bien, que un profeta que predice lo que ha de acontecer al Salvador del Mundo”.

“Empieza el miércoles el oficio de tinieblas y durante el mismo se pone un tenebrario, que consiste en un candelabro triangular y en él once cirios, que se van apagando sucesivamente al final de cada salmo”. Muchos nos acordamos como al final del oficio todo el mundo procuraba hacer ruido golpeando los bancos o haciendo sonar carracas y matracas y dicen que , en tiempos hasta las calles de Huesca eran un sonoro retumbar.

Dice Arnal Cavero:”En la torre suena la matraca grande”.”Es monótono y angustioso su canto, como si dentro de él vibrase un corazón, que dejase en lo hueco de cada vibración una gota de sangre y una gota de llanto”.

Dicen que esos sonidos se producían para denotar el caos y la confusión que surgió en todo el orbe a la muerte del Salvador y el que existiría en los espacios en los días de la Creación.



Las matracas estaban hechas con martillos de madera, más o menos numerosos, que golpeaban sobre una tabla y las carracas consistían en una rueda estrellada que al girar percutía con sus dientes en una lengüeta de madera, lo cual constituía para los niños una diversión que teníamos que prolongar el día de Jueves Santo. En ese día de la institución de la Eucaristía, sigo percibiendo el paralelismo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, al leer en los oficios de Semana Santa y en la Lección IX, ”Moisés,después que hubo leído todos los mandamientos de la Ley a todo el pueblo, tomando de la sangre de los novillos y los machos de cabrío, mezclada con agua y lana teñida de carmesí y el hisopo, roció al mismo libro de la Ley, y también a todo el pueblo, diciendo:Esta es la sangre que servirá de sello al del Nuevo Testamento que Dios os ha ordenado, o hecho a favor vuestro. Y así mismo roció con sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. Y según la ley casi todas las cosas se purifican con sangre.

Aquí tengo dos programas de la Semana Santa, el de la Vera Cruz, del Arbol de la Vida y otro que anuncia viajes, algunos sin retorno, aunque no lo comente que sería el de otro árbol, parecido al que en el paraíso estaba: el Arbol de la Ciencia, en que se encuentran juntamente, el bien y el mal. Recordemos, ante la alternativa de estas dos clases de arboles, a Venancio Fortunato cuando dice: “¡Oh cruz fiel, el más noble de los arboles; ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en flor ni en fruto!”

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