El
señor Alvar dice que la lengua aragonesa no existe. Me dice la Francheta que
habla aragonés siempre que encuentra un interlocutor que lo comprenda: ¿es un
dogma de fe?. Zagala, le contesto, no hagas caso, pues para el Ayatolá tu
cuerpo es un pecado y para mí es la armonía entre dos piernas y tan templo del
Espíritu Santo, eres tú como el Nuncio de Su Santidad. Se pone colorada y me
dice ¿ Por qué hay hombres que quieren hacer negro lo que es blanco?. ¡Ay,
chiqueta!, es blanco como la luz el sonido de tu Fabla Ribagorzana, pero hay
quien, como a un cadáver, viste la Fabla de negro para enterrarla.
Cuando en el colegio no nos dejaban fumar, en la puerta del
despacho del director, se percibía un agradable aroma a tabaco cubano. Yo le
preguntaba al educador por qué no podíamos los muchachos fumar algún peninsular,
cuando el padre superior fumaba habanos. Me contestó el profesor, con muy mala fabla
aragonesa, que el Padre Superior no fumaba. Aquel fue uno de los primeros
desengaños. Luego me he dado cuenta de que en aquellos tiempos el jefe no
fumaba, el jefe no pecaba. Aquel fue uno de los primeros desengaños, el jefe no
se equivocaba nunca, el jefe tenía la ciencia infusa y el jefe no dimitía jamás.
El director fumaba, pero según la autoridad, no fumaba; la
Fabla aragonesa la hablas tú, Francheta, pero según la autoridad la Fabla
aragonesa no existe. Existía el tabaco, pero sólo podían aspirar su aroma los
selectos. La Fabla aragonesa existe, pero sólo pueden usarla los intelectuales,
para hacer elevadas investigaciones, para dar brillo y esplendor a la lengua
del Imperio. Tu cuerpo es el de un ser humano y merece un respeto imponente,
pero “había sabios bárbaros” que hacían la vivisección convivencia de todos los
hispanoparlantes. Me descubro cuando oigo hablar a un campesino castellano (no
a un patán,como dicen algunos) y sería capaz de ponerme de rodillas cuando leo
a Cervantes. De la misma forma, Francheta me fa un goyo sinfinible de sentir-te
charrar a tú y entro en un mundo maravilloso, cuando leo a Veremundo Méndez
Coarasa o a Lucía Dueso.
Todos sabemos que en España,
además del castellano, existen otras lenguas españolas, pero es lamentable que
al Alto Aragón, tan expoliado, se le nieguen hasta las evidencias. Y lo peor es
que niegan a realidad de la fabla aragonesa hasta algunos argoneses, que saben
que existe porque lo han estudiado. Lo que pasa es que no quieren que exista.
Que lo digan claro, como yo digo que todas mis fuerzas que existe, y que es
preciso estudiarla y cultivarla. No se trata de imponérsela a los de Daroca,
pero en el Alto Aragón existen muchos jóvenes que aman la Fabla aragonesa, qué
la estudian y que quieren darle esplendor. Están en su derecho según la Constitución,
se sienten obligados a trabajar y no se apea de sus derechos y obligaciones en
relación con la Fabla, como yo no me apeo de mi derecho a fumar. Y si puedo un
habano.
Gracias
a Dios no hemos fumado, mi amigo Borruel y yo y gracias a esa virtud, aún
vivimos, siendo los únicos que han conservado la fabla en Siétamo.
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