El
ser humano busca la Verdad y algunos no la encuentran, pero otros meditando,
amando a sus prójimos, buscando esa Verdad y fijándose en la altura de las
catedrales o en la más reducida de las ermitas, ven la Luz.
Pero
hay artistas a los que el arte les inspira esa Verdad y sin hacer grandes meditaciones, se sienten
inspirados por ese arte que arde en sus corazones y esculpen una talla que
recuerda la Vida Eterna o pintan un cuadro sencillo en el que están
representados todos los valores que Dios ha concedido a la Naturaleza y que han
sido asimilados por el hombre, que trabaja en la evolución de las técnicas y
hace de un puente, antes romano y de piedra, una especie de paso, formado por
arcos blancos de cemento, material utilitario y del que no cabían esperanzas de
hacer con él, obras bellas. Pero es bello el puente, es casi pontifical, con
sus barandillas férreas que se retuercen como los pensamientos humanos. Este
puente de San Miguel se levantó en 1912, siendo proyectado por el Ingeniero de
Caminos Emilio Monterde. Tiene veinticinco metros de luz, siete de calzada y
está articulado en sus apoyos, ya que es uno de los primeros puentes
articulados que se hicieron en España. El Señor embellece este conjunto con el
color verde de los árboles, que vegetan a las orillas del río Isuela.
Y
uno piensa en los pontífices, es decir en aquellos que tendían puentes y que
luego el nombre de pontífices lo adoptaron los obispos, porque ayudaban a las almas
de los hombres, a pasar el puente que las conduciría de este mundo al
celestial.
Y
los hombres antiguos, igual que los modernos y modernistas han tendido el
puente, levantaron hace ya muchos siglos la torre de la iglesia de San Miguel
Arcángel, que simultáneamente con ella, miran y contemplan el maravilloso
paisaje, pintado por un artista, que no sabemos como se llama, pero que ha
visto a Dios y lo está pregonando a los hombres que pasan por delante de la
iglesia de las Miguelas.
Hay
a la derecha del dibujo una farola, que al encenderse cuando llega la
oscuridad, hace que los humanos, hombres y mujeres, unos andando y otros
montados en sus vehículos, sientan al pasar el puente por la noche, un movimiento que los inclina a
dirigir una oración, que transformará la luz de la farola, en la Luz Eterna del
Señor.
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