sábado, 26 de noviembre de 2022

Valero Almudévar y Castillo (Segunda Parte)

 


Por distintos detalles se deducía que la letra C, era equivalente a Castejón de Sos, pero esta coincidencia entre Don Valero Almudévar y Don Antonio Plaza, al describir la división del pueblo entre el barrio alto y el bajo, aclara totalmente, esa equivalencia.

El rito de los foros consistía en plantar un “mayo”, es decir un pino cortado y clavado en tierra en cada uno de los barrios, a cuyo alrededor se iba depositando leña y en el “mayo” se cuelgan varios muñecos de paja, que al ser alcanzados por el fuego, provocan el momento cumbre del popular regocijo” y “cuando se van apagando las llamas, salta por encima de la hoguera, algún que otro valiente”.

Leyendo la obra de Valero, le parece a uno estar consultando un libro de paisajes, problemas y costumbres de un pueblo pirenáico. En primer lugar habla de la Escuela de la que dice que sólo disponía de dos bancos “del tiempo de Noé y restos de unos pequeñísimos carteles de autor desconocido”. El primer día de clase se le presentaron unos veinticinco niños, “en un estado de cultura alarmante, descalzos, sucios y haraposos, que más bien parecían una turba de hambrientos arrapiezos, que niños dispuestos a recibir la enseñanza”. Pero al hablar con ellos, como he escrito antes, se dio cuenta de que no se entendía, encontrándose con el problema de las “fablas aragonesas”.

“La mayoría de los hombres usaban la barretina o gorro catalán, chaqueta, chaleco y calzón corto de pana parda, medias azules de estambre y alpargatas a lo miñón. Las mujeres zagalejos(o refajos) de lana, azules, medias blancas de algodón, alpargatas en forma de sandalias y jubón o justillo de veludillo. Otras en vez de jubón, usaban magníficos corsés de seda encarnada, con unos bordados primorosamente hechos de seda amarilla, sin duda para sujetar las ballenas, llevando descubierta la cabeza, en la que mostraban un rarísimo peinado. Consistía éste en echarse el pelo hacia atrás y con él hacer una finísima trenza ancha, con muchos cabos, y después formar un delicadísimo moño, en forma de picaporte. No se cubrían la cabeza mas que cuando iban a la iglesia y entonces se ponían por mantilla una especie de capuchón que les llegaba a la cintura; la mayor parte eran blancos y de lana muy fina. Observé en algunas mujeres que pendían de su cuello unas especies de bultos, llamados bocios o papadas, que las hacían repugnantes y horriblemente feas”.

Don Valero tuvo enormes dificultades con los problemas que agobiaban a los habitantes de la Alta Ribagorza y pensó: ”Si los Gobiernos de la Nación estudiaran detenidamente la historia, naturaleza y aficiones de los pueblos que administran, otra sería la suerte de la enseñanza y de sus maestros”.Y yo creo que no se hubieran creado las diferencias que existen entre Aragón y Cataluña, con el empobrecimiento y despoblación de Aragón, con la pérdida de su fabla. En la Ribagorza, como he citado antes, se encontraron tres corrientes culturales, a saber la francesa, la catalana y la aragonesa, que contribuyeron a formar sus dialectos, que por desgracia están hoy, casi perdidos. La historia de la Ribagorza no está aclarada y no se sabe con exactitud si por ejemplo Iñigo Arista fue rey de Ribagorza, de Aragón y de Navarra al mismo tiempo, ni si una dinastía que algunos escribieron ser la de los reyes de Ribagorza, es verdadera o falsa.

Cuando las parroquias fueron gobernadas por la Diócesis de Barbastro, todos los cantos religiosos y las oraciones dirigidas a las Vírgenes y a los santos, se enseñaron en castellano, de tal manera que Antonio Plaza llega a escribir:”no se recuerda que alguien haya rezado jamás en dialecto, ni dentro ni fuera de la iglesia”.Esto me recuerda la escasez de textos religiosos escritos en fabla  aragonesa, que encontrábamos en nuestros estudios

El libro de Antonio lo publicaron en 1985 y dice en él que: ” la vida de los habitantes del valle en los últimos cien años nos es conocida por experiencia propia y por la tradición oral, muy viva por cierto en el valle”. Pero ahora con la aparición del libro de Valero Almudévar, tenemos un conocimiento más amplio en el tiempo, de Castejón de Sos, porque describe el pueblo, la escuela a la que no iban las niñas, la caza, las fiestas, los bailes, los modos de hablar y de vestir y la dedicación del pueblo a la ganadería y como detalles el sonar de las campanas para echar las tormentas, con las fatales consecuencias que acarrearon, porque en un toque de campanas para echar los rayos de Casejón, estos cayeron sobre los campaneros voluntarios. Y esos conocimientos proceden de los años de 1864 .

Aquel territorio lo definían sus habitantes como El Pais, pero no se inició en él el desarrollo hasta que a mediados del siglo XX, se abrió la carretera de Barbastro por Ventamillo y se construyó el canal para abastecer de agua a la Central eléctrica de Seira.

Últimamente se ha puesto una inquietud para intentar recuperar la personalidad del Valle, con su idioma incluido. Yo creo que será conveniente poner al alcance de esos ciudadanos, la obra de Valero Almudévar.

 

Escuela de Lalueza.-

En Septiembre de 1864,llegó Don Valero al pueblo de L (Lalueza), para ponerse a continuación a ejercer el Magisterio. Para edificio escolar usaban la Abadieta, donde en tiempos pasados se acogía al coadjutor de la parroquia.

Antes había ejercido en un pueblo de la Montaña y ahora lo hacía en uno de la Tierra Baja, donde “vestían de calzón corto, faja y pañolito (pañoleta) alrededor de la cabeza, en forma de cinta, con lazo al lado izquierdo, excepto algún que otro alpargatero que usaba pantalón, pero, además, se veían en el pueblo tres o cuatro barretinas”. Es curioso observar como algunas costumbres fueron comunes a catalanes y aragoneses. Ha nombrado don Valero a algunos alpargateros y es que en este pueblo y en aquella época eran en ese pueblo, casi todos alpargateros, que dejaban en minoría a los agricultores y distinguiéndose unos de otros por el trato, costumbres y aficiones”.

En este pueblo estuvo Don Valero ejerciendo de maestro durante tres años, desde la segunda decena del mes de Septiembre de 1864 y dotando a la Escuela de mapas, libros, mesas, bancos, papel, plumas y tinta y  objetos para el aseo y la limpieza, etc.,etc. Los niños iban a la Escuela con la luz del día, pero los adultos, que eran enormemente ignorantes, recibían la enseñanza por la noche. El primer año, Don Valero a pesar de estar necesitado, les dio gratis la clase el primer año y tuvo que luchar con el alcalde para que le proporcionara aceite para iluminar la clase con candiles. Aquí encendían el aceite y en Castejón las “tiedas “ o teas.

Hacía verdaderamente falta luz en aquel pueblo, porque ese “pueblo era tan inmensamente pobre, que la mayoría de los vecinos se alimentaba casi todo el año solamente de vegetales” y de vegetales que ahora ya no se usan para las personas, como son por ejemplo el pan de bellotas. No sólo eran las malas cosechas la causa de esa pobreza, sino, como dice Don Valero Almudévar, las “continuas contribuciones que aniquilaban al pueblo”. Era un pueblo con escasez de agua, como todos los de los Monegros. Yo creo que exagerando un poco  Benigno de la Ripa escribió en su Geografía  Económica que en Tardienta , cuando tenían que amasar arcilla, en lugar de echarle agua , le echaban vino. El pueblo de Lalueza era tan pobre como el de Tardienta y en aquellos años “era tan intensamente pobre, que la mayoría de los vecinos se alimentaban casi todo el año solamente de vegetales. Escribe en su libro: “He visto a los más acaudalados  venderse el trigo y los mejores frutos para proveerse de dinero, que allí, como os he dicho, anda por la nubes y en su lugar alimentarse la mayor parte del año con pan de bellotas, de centeno y otras sustancias  indefinibles”. La carencia de dinero acarreaba al pueblo a la pobreza, participando de ella hasta el mismo Maestro. En cierta ocasión llamó el Secretario a Valero y al verlo, le dijo: ”Ahí tiene Ud. su cuenta y el libramiento para que lo firme. Dicho esto, entornó un poco la ventana produciendo con esta acción algo de sombra”. Valero, hombre de buena fe, recogió el dinero y se fue a su casa. Pero después de unos días en que tenía que comprar, se dio cuenta de que las monedas de oro eran falsas. En aquel ambiente de pobreza, era muy frecuente oír a mucha gente, decir: al Maestro no se le apedreará el sueldo e incluso hubo quien le dijo: ”Señor Maestro, usted siembra sobre nuestras costillas, y tiene bien segura la cosecha”.  No es extraño que el pueblo hablara de esta forma, porque “era mísero en su estado material, ignorante bajo su estado intelectual, y supersticioso y fanático bajo su estado moral”. Leyendo “Cien años de soledad” del hispano-americano García Sánchez, observa uno al Coronel Aureliano Buendía, en el pueblo de Macondo,  por él fundado, y ve que “como le había ocurrido durante la guerra con la muerte de sus mejores amigos, no experimentaba un sentimiento de pesar, sino una rabia ciega y sin dirección, una extenuante impotencia”. Lo mismo le pasa al Maestro Jubilado Emilio Castelar, que en el mes de abril de este año de 2007, tiene noventa y seis años, porque al entrar en la habitación de su residencia, me hizo mirar por la ventana que asoma al Norte y me invitó a mirar el Salto de Roldán, diciéndome que allí habían matado a un amigo suyo, sin aclararme si fueron unos u otros los que lo asesinaron. Ahora él experimenta “un sentimiento de pesar” porque ha perdido la “rabia ciega y sin dirección”. ¡Cómo se conoce que es un Maestro, porque toda su vida ha enseñado a los alumnos a convivir!. Además de Valero Almudévar ha habido muchos maestros que se han desvivido por educar al pueblo, como por ejemplo          Cavero, que fue maestro de Blecua, que educó de tal forma a sus alumnos, que al llegar la Guerra Civil del año 1936, no hubo ninguna muerte entre ellos,  como ocurrió en todos los pueblos de alrededor.

Valero, como Maestro, tenía trabajo en Lalueza porque según escribe el sacerdote y escritor Rafael Andolz, en aquellos años existían figuras humanas como la del bandolero“Cucaracha, con tintes de tragedia, que el pueblo convierte en mito, al sintonizar con ella a través de la utopía de una justicia distributiva sui generis”. Se había estudiado en España la “gran Historia”, pero Valero se dio cuenta de la geografía de la pobreza y se encontró con la necesidad de arreglar la economía y por eso marchó a enseñar a su antigua tierra aragonesa, encontrándose con los problemas primarios de la gente del pueblo y con bandas de bandoleros.

Valero Almudévar vivió el problema de los bandoleros porque en Septiembre de 1864, tomó posesión del cargo de Maestro Nacional de Lalueza y durante los años que  trabajó en Lalueza, después en Aniés y hasta el año 1874 en Huesca capital, como escribe Rafael Andolz se “eleva a su punto álgido la violencia en toda la comarca monegrina”. El legendario bandolero aragonés llamado Mariano Gavín y conocido por  El Cucaracha, nació en Alcubierre y llevaba fama de generoso, ya que robaba a los ricos con el fin de dar a los pobres, teniendo como primer compañero de sus correrías a un natural de Lalueza, al que llamaban “el Zerrudo”, muriendo en el mismo día y lugar que su jefe, es decir en el corral de la Nica. Les llevaron vino con un sedante y los mataron el 28 de Febrero de 1878, en Lanaja. Poco tiempo después de la vuelta de Valero a Madrid, tuvo lugar la muerte del “Cucaracha”. Supongo que se acordaría de aquellos tiempos miserables, en que había personas que sufriendo , luchaban por sacar al pueblo de la miseria material, intelectual y moral. Si, porque cuando hacía el presupuesto del material escolar que iban a necesitar él y sus alumnos,”como el pueblo era inmensamente pobre, en su estado intelectual estaba tan atrasado, que le dominaba la más crasa ignorancia” decidió hacer “gratis la clase nocturna de adultos, consiguiendo , no sin poco trabajo, que el alcalde abonase un poco de aceite de olivas para alimentar las luces de las veladas”.nunca llega la felicidad completa porque “según le indicó el alcalde el aceite era de olivas amargas”

Pero el Maestro Valero lo que soñaba  era hacer culto a aquel pueblo para que no hubiese en el mundo ni bandoleros de trabucos, ni de pluma, como el secretario. Para ello de acuerdo con la Junta Municipal, preparaba a los niños para que mostrasen lo que habían aprendido. Un día la Junta convocó exámenes para el día de la fiesta patronal, a celebrar en la plaza  pública, al lado de la iglesia.”La asistencia era numerosa por efecto de las fiestas, que en Lalueza se verificaban…y los curiosos y aficionados a espectáculos ocupaban los bancos dispuestos para el público, llegando a estar de pie muchos vecinos de los pueblos comarcanos. Los niños comenzaron a leer lbros en voz alta y a recitar versos, que agrdaban al público , en tanto que el señor alcalde era atentamente observado por concurrentes de los  que unos sonreían, otros se hacían cmentarios en voz baja y alguno estallaba en risas más o menos atrevidas. ¿Cuál era la causa de esas risas?. “Era que el dignísimo señor alcalde hacía que seguía a los niños la lectura con el libro puesto al revés”. Al ver la ignorancia de un alcalde del Alto Aragón, pensé en la cantidad de ellos que debían, en aquellos años, pasar por la carencia de elementales conocimientos de las letras. Me acodé de cuando Valero acabó la carrera y no quiso quedarse en Madrid, donde hubiera llevado una cómoda vida, sino que se acordó de qué en su tierra había una ignorancia que haría imposible el progreso del pueblo. Su corazón y su mente despertaron una vocación redentora, teniendo que aguantar situaciones como la del alcalde de Lalueza.

 

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