lunes, 30 de diciembre de 2024
EL RELOJ
Recuerdos de tiempos pasados.
He sido convocado a este antiguo Instituto, al que asistieron, siendo niños, muchos oscenses, entre los cuales, se encontraba el hermano de mi padre, José María. Luego fue cuartel y hospital y más tarde fue convertido en Museo. Hoy, me acuerdo de que hemos sido llamados a este Palacio, que fue centro de la Reconquista y en otros de la sabiduría, al convertirlo en Instituto de la Enseñanza, Hospital y Cuartel. Ahora, cerca del antiguo seminario y vigilado por el busto del Nobel, Ramkón y Cajal, es un Museo Provincial, donde se contemplan y recuerdan la Historia y el Arte de esta Provincia de Huesca. En éste el Rey Ramiro el Monje, mostró a los rebeldes la Campana de Huesca y aquí se escuchan campanas históricas del Alto Aragón y escuchando su sonido, aquí nos presentamos hoy, Mariví y yo, sin olvidarnos de Ramiro el Monje ni de Ramón y Cajal, y hemos sido recibidos, la poetisa Mariví Nicolás, nacida en el año 1939 y yo, para recibir el galardón “ex equo”, del primer Premio de Literatura Aragonesa,”Chuana Coscujuela”.
Después de muchos años, me vuelvo a encontrar con Mariví, lejos de Hecho, en que ella, convirtió su vida en Poesía, su memoria en Madre y Maestra y se declaró discípula del poeta cheso, Veremundo Méndez. ¡Mariví!:”Has sido como una libélula en Hecho, donde las hierbas son buenas en los prados y en las selvas y las que no son buenas, son bellas. Tu espíritu poético ha flotado por el lugar de Hecho, como los humos que surgen de chimeneas elegantes y gigantes y “prexinan una vida”, cuando la luz s´en ye ida, y la calor, pues sólo restan purnas y purnallos, que cansos, s‘aposientan”. ”La brasa se apaga y ves con tristeza, sólo la ceniza esparcida en tierra”. ”El humo todo lo impregna y la libélula vuela y se revuela, aquel en el invierno y ésta en el verano, formando parte de la poesía, de tu poesía, que igual que la savia lo hace por los troncos, así circula por tus venas y como “las chispas, plumas y bolisas” brincan de esos mismos troncos, así brotan de tu boca, las palabras altoaragonesas, expresando belleza y dignificando la “Fabla” aragonesa. “Mariví identifica su poesía con la presencia omnipresente de la Luna, acompañada por el sol y las estrellas. Estos seres desde el cielo, le recuerdan la tristeza, la melancolía, la añoranza y los bienes perdidos y sólo la Luna con su brillante fulgor, es como su confidente”.
En el paraíso lingüístico de Hecho, conocí a Mariví y alcancé el “Onso de Plata”, como Premio Literario, llamado “Val d´Echo de 1982”, con la narración de “O ritorno de Chorcher”.
Pero a mí, además de hablar con Mariví, me tocó la responsabilidad, de presentar en Adahuesca la Obra de “CHUANA COSCUJUELA”, “A Lueca”, ante los habitantes de aquella zona del Alcanadre.
Chuana, “Naxié en 1910 en Furnel, Lot et Garonne (Francia), ta do eban íu os suyos pays, feba ya un póquer de tiempo. A poco de naxer, se´n tornan en ta Aragón y ta o lugar suyo, ADAHUESCA. Astí pasa l´autora os suyos años de nina y rememora tiempos pasatos. La añada 2.000, puyará t´al atro mundo.
“Y en iste mundo, cada añada, s´en ricordará, cada begata más, a suya obra “A Lueca”, con os polletes al redol d´era, que menchaban os granetes de trigo, como agora, con as suyas parabras, nos recreamos os homes, leyendo a suya vida”. E ista moceta, filla de familia tan probe, nacié en Francia por a emigración obligata dos suyos pays. Pero o suyo pay sintié a necesidad de tornase en ta Adahuesca, pa vivir en a Ermita de Treviño, a d´as Mártires de Huesca Santas Nunila y Alodia, un póquer luen do lugar. Pero al morise o suyo pay, tenié que emigrar en ta Barcelona.
No en ye ista, a primera begata, que ritorno a rendir homenaje a Juana Coscujuela, porque la añada de 1980, en la Iglesia Parroquial de Adahuesca, ante una multitud de oyentes, le hice la presentación de su obra literaria “A Lueca (A historia d´una moceta d´o Semontano)”, que escribié a o remate de la añada de 1970. Fue este el primer libro que se editó en aragonés del Somontano. La nombraron Consejera de Honor del Consello d´a Fabla Aragonesa y también ganó el Premio Arnal Cavero del Gobierno de Aragón, el año de 1992. Arnal Cavero estuvo de Maestro en Alquézar, muy próximo a Adahuesca, y “como buen Maestro de Escuela de aquellos tiempos, vivía muy cerca del pueblo y describe como el hombre y el medio formaban un ciclo, en el que el hombre se daba a la tierra y ésta al hombre. De todas formas el hombre se daba todo y la tierra, al ser pobre, daba lo poco que podía dar. Esta afirmación la demuestra la actitud de Arnal Cavero de poseer un interés especial por la Fabla, que escribe con más fidelidad que López Allué y Salvador María de Ayerbe, ambos relacionados con la tierra próxima a Adahuesca. Del pueblo, también recibimos noticias por vía oral, de aquel género de vida, pero el pueblo escribía poco, porque lo consideraba cosa de oficiales y siente vergüenza de poner de manifiesto lo poco que escribe”. El “Concello d´a Fabla Argonesa”, dirigido por Francho Nagore, tiene el mérito de haber dado a luz, obras de la Tierra Aragonesa, como las de José Gracia, y de Cleto Torrodellas, (Ferrero de Estadilla), ambos hombres sencillos”.
Pero, agora, caye uno en a cuenta de que a nina Chuana Coscuyuela, emprencipié a suya vida, redolando por Francia, donde nacié en 1910; fue también tener que ir a vivir ta Huerta de Vero, dimpués t`al Hospicio de Huesca, pa tenese que ir, mirando una nueva vida, ta Barcelona. Su obsesión ha sido siempre la de volver, heredada ya de su padre, que regresó de la Guerra de Cuba. Su padre tornó de dicha Guerra, pero ella no pudo ya volver a Adahuesca “con su cuerpo pequeño pero cereño”, pero dejó escrita su obra en la Fabla de su tierra, en un libro que describe la vida de las gentes de su pueblo”. En Barcelona, donde ha permanecido incontaminada su identidad somontanesa, con su Fabla, que es el espíritu de un pueblo, y con la que describe la terrible lucha por la vida, que llevaban los hombres, las mujeres y sobre todo los niños y las niñas de nuestros pueblos.” Cuando leí por primera vez “A Lueca”, tengo que manifestar que lo hice de un tirón, cosa que me ha ocurrido pocas veces. Esta obra está redactada con la espontaneidad con que brotan los coscollos en nuestra sardas, con la sencillez de una niña que a los nueve años tenía como únicos compañeros a las ovejas y a los corderos, con la ingenuidad de una personita, cuyo único deseo consistía en ser tratada como “persona con modos”, como decía ella de la educación y con “amorosidá”, como ella llamaba a la amabilidad. Cuando fueron a Francia sin pasaporte, su padre tiraba del ronzal del burro y metidos en las argaderas iban su madre, su hermano Mateo y su hermana Nunileta. Iban a Francia porque en aquel País se comía carne, pizca, como dice Juana, todos los días, pues “todos eran fiesta” y en Adahuesca se comía sólo en las grandes solemnidades. Juana no ha vuelto en persona de Cataluña, pero ha vuelto, con su libro en Fabla Aragonesa. ¡Qué originales hemos sido, cuando los vascos llamaban maketos a los que no hablaban en euskera y los catalanes charnegos a los que no hablaban en su lengua, en tanto nosotros hemos llamado paletos a los nuestros!.
En la ermita del Treviño, en aquellos lejanos años no había luz eléctrica. Esta circunstancia hacía que la oscuridad y la distancia a Adahuesca, hacía que aquellas gentes, oyesen y viesen fantasmas por todas partes. Cuando el padre de Chuaneta, la mandaba a buscar tabaco al pueblo, por la noche, su hermano le decía:”Yo que tu, no m‘en iría, l´atra noite le salió a fulano, de dezaga d´os pallars, un fantasma que la fue siguiendo más de medio campo. Juaneta para no sentir a os fantasmas, se tapaba as orellas con as manos y correba tot o que podeba, de cara en ta suya casa”.
sábado, 28 de diciembre de 2024
Los vientos sombríos y los aires alegres.-
Estoy leyendo la obra de Carlos
Ruiz Zafón, titulada “La sombra del viento” y no puedo evitar recuerdos de la
vida que son como vientos, unos sombríos y otros esclarecedores que me han
frotado la sensibilidad a lo largo de los años. Soplaron sobre mí vientos que
me traían ensueños de felicidad, siendo todavía un niño, como le ocurrió al
protagonista de esta novela con la casi niña, que no veía con sus ojos, a la
que durante años de su infancia acompañó, soñando ingenuamente con su belleza y
con el amor que le producía su ceguera; tanto la quiso que le regaló el libro
de Carax, que había elegido en el Cementerio de los Libros, acompañado por su
padre, que le hizo ver su selecto
contenido, del que no quedaban ya tomos en el mundo, sino tan sólo aquel
que ahora poseía el niño.
Me impresionó el leer la
existencia de dicho cementerio y me acordé de otro fosal, el de la casa en que
yo nací, allá en la villa de Siétamo. Siempre me contaba mi padre que en la
biblioteca se encontraban numerosos libros; entre los que allí asomaban su
lomo, lo hacían unos que estaban encuadernados en pergamino. Se trataba de los
Anales de la Corona de Aragón de aquel aragonés cuyos antecesores, como los de
casi todos los habitantes de la provincia de Huesca, eran los vasco ibéricos y
que se llamaba Zurita. Para la Guerra
Civil, los que en dicha guerra participaron, como los que pertenecían a alguna
de las dieciséis confederaciones y
federaciones que a mi pueblo llegaron, cogieron todos los libros e hicieron una
hoguera en la que les dieron fin, como parece ser que ocurría en el Cementerio
de los Libros.
De la misma forma en que ahora,
después de tantos años, me acuerdo de las casi niñas de poca más edad que yo y
a algunas ya las he visto morir, antes que yo, y las recuerdo todavía con más cariño; tengo
que recordar aquellos libros, para recordar los viejos tiempos que ya,
normalmente, sobrepasan nuestra capacidad de recuerdo. ¡Cuánto daría yo por
algún tomo de aquellos apergaminados!. Y en cambio el niño amaba su libro y
temía que, después de recuperado de la biblioteca de la bella ciega, se lo
robaran, cuando otros le ofrecían por él grandes cantidades de dinero.
Al recoger el libro que a la
joven había regalado, descubrió cómo estaba en la cama acompañada por su
profesor de Música. Prometió no volver a visitarla nunca más y pensó en
destruir su bello y codiciado libro, llevándolo al Cementerio de los Libros
Olvidados. Cuando el niño hizo sonar el llamador, que representaba en hierro
forjado, un diablo, en el Cementerio de
Libros Olvidados, hizo soplar malos vientos sobre él, ya casi convertido en mozalbete y el llamador
con forma de diablo, que yo puse en la puerta de mi casa de Siétamo, lo quité
de ella rápidamente, porque vino una niña, llamada Ana María a ver a su
amiga es decir a mi hija Elena y se
quedó colgada de uno de sus dedos en aquellas afiladas astas.
A Daniel que protagoniza la novela, lo llenó
de sangre, una paliza que le dio el
profesor de música de la joven, a la que tanto amaba.
No fue Ana María a buscar ni a leer ningún libro, porque de
ellos el único que se acuerda soy yo mismo, no como le ocurría a Daniel dueño del libro de Carax, que lo
forzaba un extraño individuo a que se lo cediera y que olía a papel quemado.
Es que a mí me preocupa el pasado
de nuestra historia, del que ya no se acuerda casi nadie y a Daniel le preocupa
durante toda la novela, la historia de todos y de todas, que durante su vida ha conocido y cuya
memoria le preocupa y preocupará mientras él viva.
Me ha gustado enormemente lo que
le ocurre a Daniel a lo largo de la novela, pero yo después de leerla me tengo
que acordar de la doctora Ana, que me recomendó su lectura. Daniel estaba emocionado de asistir a tantos entierros de
libros y de ver pisos abandonados por personas ya muertas hace años, como nos
ocurrió a la doctora y a mí, al encontrarnos en el funeral de una persona, que
siendo niña, se encontró de repente, con sus padres fusilados. A ella durante
su vida la consolaron las Pajaritas del Parque de Huesca, que desde hace muchos
años presiden la Glorieta de los niños.
Mantuvimos una breve conversación
con la doctora Ana, con su compañera Yerani
y con Elena y en aquella conversación
en la que en breve tiempo surgieron múltiples temas, me recomendó la lectura de
“La sombra del viento” y mi hija Elena, que se preocupa por su padre, me compró
el libro.
No he acabado todavía de leerlo
todo, pero me ha dado luz su lectura para comprender otros problemas, que se
plantearon durante nuestra conversación, como por ejemplo el de las mujeres, de
las que me pidió mi opinión. Yo ateniéndome a la que dice el libro “La sombra del viento”, le contesto con lo que está
escrito en él, a saber : ”Como nos
enseña Freud, la mujer desea lo contrario de lo que piensa o declara, lo cual,
bien mirado, no es tan terrible porque el hombre, como nos enseña Perogrullo,
obedece por el contrario al dictado de su aparato genital o digestivo”. Pero
esta referencia alude a algunas de las mujeres, porque las hay que tienen
cerebro y corazón y estudian, trabajan al mismo tiempo que cuidan y educan a
sus hijos, lo que hace que esas mujeres sean más admirables que muchos hombres.
El autor de la novela no puede pasar sin hablar de aquellas mujeres a las que
da el calificativo de prostitutas. Cuenta el autor como levaron una de ellas,
llamada Rocío a un “abuelico”, que ya estaba próximo a la muerte. Así se explica : ”La Rociíto concluyó su ritual de
amor un rato después, dejando al abuelillo rendido y en brazos de Morfeo.
Cuando salimos, Fermín le pagó doble, pero ella, que lloraba de pena ante el
espectáculo de todos aquellos desahuciados olvidados de Dios y del demonio, se
empeñó en donar sus emolumentos a la hermana Emilia para que les diesen una
merienda de chocolate con churros a todos, porque a ella eso siempre le quitaba
las penas de la vida, esa reina de las putas”.
Yo después de leer esta
“historia”, me acordé de aquella sesión musical que siendo niño, escuché
delante de una casa de “mujeres malas”, en la Calle de Pedro IV. Volvíamos unos
cuantos niños a la sede de una cofradía, acompañados por el Padre Da Silva y a
medida que nos íbamos aproximando a la citada casa, se escuchaban, cada vez con
más fuerza, unas canciones que ellas cantaban, acompañadas por el sonido de
botellas golpeadas por las buenas “malas mujeres”. El Padre preguntó ¿quién
toca y canta esa música? ; nadie le contestó, pero no hacía falta, porque al
comprenderlo por sí mismo, sonrió.
La Calle Pedro IV, sale por el norte al convento
románico-gótico de San Miguel, que fue fundado por Alfonso el Batallador, Rey
de Navarra y Aragón, que conquistó a los árabes la ciudad de Tudela y murió
después de ser herido en Fraga. La estatua de esta heroico Rey de Aragón y de
Navarra, se alza en la salida de Huesca a Barbastro, debajo del Monasterio de
Montearagón, que forma también parte de la Historia de Navarra.
Las monjas de este hermoso
convento, me contaron que durante la Guerra Civil, las “malas mujeres”, cuando
caían las bombas sobre su calle, recogían a los niños semiabandonados y los
alimentaban. Ellas acudían al convento y delante del Cristo, depositaban flores
y encendían velas.
El padre de Daniel decía que no
creía en Dios, pero cuando se veía apurado a sí mismo o su hijo, le rezaba.
viernes, 27 de diciembre de 2024
Imagen cruel del Día de los Santos Inocentes
El día 28 de
Diciembre se celebra el cruel Día de los Inocentes, en que ya hace más de 2.000
años que Herodes ordenó darles la muerte en Palestina a esos niños Inocentes,
como si fueran esos niños los culpables del Sacrificio de JESÚS. Se entera uno
de la existencia de ese cruel Día en el Evangelio de San Mateo, libro que
aparece en el Nuevo Testamento, en que se relata la vida de Jesús. Coincidió
que unos Reyes de Oriente, a los que todos llamamos los REYES MAGOS, pusieron
en conocimiento del Mundo, que habían tenido noticia que iba al nacer el
Mesías, que llegaría a ser el rey de Israel y que se veían obligados a
acercarse a adorarlo. Herodes el Grande, que era rey de Judea, encontró en esos
Reyes Magos la forma de acabar con él, con la escusa de que estaba deseando
venerarlo cuando lo que deseaba era matarlo.
Jesús que estaba
en el Mundo, se ve como estaba protegido porque dicen que un ángel le dijo a San José que escapara con
el bebé y su madre a Egipto para librar al Niño de la muerte, que le buscaba
proporcionar Herodes. Entre tanto los niños asesinados por orden de Herodes en
Belén, fueron conocidos por “Santos Inocentes”, han seguido hasta hoy día
considerado por mártires y el Calendario los venera, como los Inocentes el 28 de Diciembre. No se sabe si
fueron poco número de niños los sacrificados porque se calcula si fueron seis o
veinte. Es curioso para el hombre ese asesinato de los niños inocentes hace ya
1.500 años, pero sabemos que los judíos se fueron instalando por todo el Mundo
y han sido perseguidos por casi todo el Mundo, En Huesca se encuentran todavía
dos capillas judías, una cerca de la Catedral y otra en Barrio Nuevo, como
ahora se conoce el Barrio Judío de Huesca. Pero se conocen multitud de persecuciones
de los judíos por todas partes. En Ucrania ha sido proclamado el líder de los
Judíos Volodímir Zelenski, como Presidente. En la tal Ucrania fueron asesinados
muchos judíos y el tal Zelenski, goza de la confianza de los Ucranianos. Yo
conocí en el Coso Bajo a un judío, nacido en Ucrania y reunido por Israel en
Palestina, que después de ser llevado por Israel a Palestina, se lanzó por
Europa porque le dolía el sacrificio de sus padres y estuvo una temporada
sentado en el Coso Bajo. Soñaba con poder vivir en una casa privada, pero ya no
tuve más noticias de él. Hoy se habla de los judíos, pero éste ha sido un
problema que ha dominado al Mundo y por eso no nos extraña que en estos días de
Navidad, salgan artículos sobre Cristo, sobre los Santos Inocentes y sobre los
Reyes Magos. Hoy se celebra el día de los Santos Inocentes.
Antiguas Navidades
Nacimiento de Jesus por Murillo |
miércoles, 25 de diciembre de 2024
Manolín Abad, se entrega al Gobierno en Casa Almudévar de Siétamo
Concepción Guarga de Ola
Pero no sólo tenemos que pensar en el futuro, sino también estudiar el pasado y antes de llamarse la casa de Concepción, casa Guarga, se llamó Casa Aysa y este nombre se cambió no por abandono de los Aysas , sino porque en una de sus generaciones tuvo como heredera a una mujer, que se casó con un Guarga. Esta familia levantó la casa en una de cuyas fachadas pone la fecha de 1685 y creó una casa de los Aysa, que en lengua vasco ibérica quiere decir “buen pasar o bienestar” .
Manuel Almudévar Cavero de Siétamo tuvo cinco hijos, a saber cuatro hermanas y un hermano, llamado José María, que se casó con una hija de Casa Sipán de Siétamo y tuvieron una hija, a la que llamaron Pilar y de apellidos Almudévar Sipán, A esta Pilar la conocí yo en mi casa de Siétamo, porque frecuentaba nuestro hogar, donde recuerdo como en cierta ocasión se cayó muy cerca del fuego, pero no se hizo nada. Se reía con su pañoleta atada sobre su cabeza y con largas sayas. Este hecho ocurrió antes de la Guerra Civil, cuando yo tenía unos cinco años. Vivía ya viuda en la casa de su padre José María Almudévar en Siétamo, pero iba por Lalueza donde tenía familia y ayudaba a sus primas a resolver sus faenas domésticas. Se casó con un Narbona y tuvo un hijo que se llamaba José María Narbona Almudévar. Este se casó con una mujer de casa Guarga de Ola, es decir con mi tía Concepción y tuvo un hijo llamado José María Narbona Guarga, que estudiaba en el Seminario y que murió en la Guerra Civil, sin que nunca se supiera donde fue enterrado y una hija, llamada Pilar Narbona Guarga, que se casó con un catalán, hombre simpático y trabajador, que se llamaba Chaume Vilaseca.
Esta casa ha tenido varios propietarios, siendo el primero con el apellido Aysa, del que figura el escudo en su fachada con cuatro cuarteles en uno de los cuales hay tres angelicos, en otro un castillo, luego las cuatro barras de Aragón y por fin un brazo con una llave en su mano. Es curioso ver como casi todos los altoaragoneses somos más o menos parientes, porque en la Infanzonía de mi apellido sale en la letra G, Miguel Joseph Almudévar de Sieso, que se casó el año 1706, con Ana de Aysa. Este escudo, que preside la fachada de casa Guarga es el mismo que se encuentra en la fachada de la casa Aysa de Huesca, con una diferencia, que consiste en que en el escudo de Ola, se descuelgan dos rasgos esculpidos que representan “ramas bastardas del Rey de Aragón”.
Después casa Aysa pasó a llamarse casa Guarga, porque, como he escrito antes, no les nació ningún hombre, sino una hija, que se casó con un Guarga. Siguió gobernando la casa la sangre de los Aysa, aunque sin ese apellido, sino el de Guarga.
Después vino el apellido Guarga . No sé cuantos años hace del cambio de apellido, porque el vecino de esta casa, llamado Fernando Catevilla murió hará unos tres años (estamos en el año 2008) y siempre había conocido que tal casa estaba habitada por los Guarga, hasta que pasó a llamarse Casa España, cuyo dueño fue el señor Salanova, amigo mío. Ahora la ha comprado un señor de Huesca, que la ha arreglado y ha respetado su antiguo estilo. Ahora es propiedad dicha casa del señor oscense Lafarga, que hace que llamen a la famosa casa, la de Lafarga. No importa este cambio de nombre pues Lafarga ha reconstruido toda la casa con gran gusto y con cariño, con lo que ha conseguido que casa Aysa, siga siendo la casa del “bienestar” en nuestra primitiva lengua vasco-ibérica”, a pesar de que faltan unas enormes y bellas puertas, que se llevaron cuando la casa estuvo vacía, antes de comprarla el señor Lafarga.
Se encuentra dicha casa con su fachada mirando al Oeste, en un callejón estrecho y al otro lado de la casa se encuentra un viejo cementerio, donde sólo se conservan dos cruces que presidían otras dos tumbas. Una de ellas tiene tallada una calavera, con dos huesos cruzados debajo de ella y la otra, debajo de la cruz está representado un ciervo; en medio ha desaparecido la piedra o el mármol en que estaba escrito el nombre del difunto, pero debajo aparecen dos letras, una la L mayúscula y otra, me parece que la R, también mayúscula y entre ellas está tallado un arado de aquellos en que se enganchaban las caballerías una al lado de la otra, con un largo madero en medio. Es curioso que ese arado aparecía ya en tumbas ibéricas y tal vez fuese la tradición que llevaba a los picapedreros a seguir poniendo como algo sagrado un arado, que el hombre utilizó durante siglos para trabajar la tierra. En una casa próxima, llamada Casa Baylo, se conservan las armas de Lalaguna, que según dijo el señor Fernando Catevilla, era el que estaba enterrado debajo de la sepultura citada. Ese arado parece ser que manifestaba la fe y la dedicación de aquellos caballeros a la agricultura. Por la cara Norte de la casa se levanta de una altura notable una pared, con una puerta falsa de hierro y dentro de tal puerta se encuentra un antiguo corral, hoy día convertido en un jardín que recuerda los jardines de un antiguo convento, que en lugar de tener un claustro tiene una alta “tiña” o cubierto de elevados pilares de piedra.
Forma esa sección Norte de la casa, un ángulo recto con su fachada y en el punto donde tiene el vértice dicho ángulo se encuentran dos arcos de piedra, de los que uno mira al Norte y otro al Oeste. En ese cubierto se halla un abrevadero de piedra y al otro lado una entrada al cubo donde se preparaba la cosecha de vino y encima de él, pone Año 1685. Estas dos fechas, la de casa de Sieso y la de casa Otal, nos recuerdan el cambio de vida que ocurrió en nuestras tierras de Aragón, porque en 1613, fueron expulsados de ella, los moriscos, todos ellos de religión musulmana, pero casi todos ellos de sangre celtibérica. En Ola y en Olivito vivían muchos de ellos y todavía se puede ver el recuerdo que dejaron en la fuente, donde se conserva un arco de herradura, creado por los moros, que demuestra su presencia. En la fachada principal lucía con orgullo un balcón de hierro forjado, que desapareció cuando casa España todavía no se había convertido en la actual casa del oscense Lafarga, que no tuvo nada que ver con la desaparición del balcón. En escaso pedazo de pueblo se hallan restos arquitectónicos, porque además de los del cementerio y de casa Guarga, se encuentra un edificio, hoy bodega de Otal de Ola, que era la casa donde se partían los diezmos y primicias. Detrás de la pared Sur del cementerio, se halla la iglesia parroquial, en la que se venera a San Urbez, santo aragonés del siglo octavo, que estuvo de pastor en Ola y que hizo manar una fuente en su Señorío. Los libros no dicen nada de la relación de dicho santo con el pueblo de Ola.
Me acuerdo de Concepción Guarga, que era una señora de una dignidad enorme y siempre la conocí vestida de luto y con su mantilla con un libro de misa o de devociones, cogido con su mano, iba a misa a la parroquia. Se veía que había nacido en una casa, que estaba delante de un cementerio y con un corral, que a mí, ahora, me parece un jardín conventual. He hablado del parentesco entre los altoaragoneses y con esta idea, me encontré en un despacho de Abogado a una bella joven abogada, que se parecía a Concepción Guarga y efectivamente eran semejantes, porque además de su digno aspecto, me dijo que se llamaba Guarga y que su origen estaba en Casa Guarga de Ola. Resulta curioso o digno de meditación el ver a la joven con un elegante ropaje de color negro, como si fuera de luto, pero que producía, no tristeza ni lágrimas, sino una alegría espiritual, ligada a nuestra tierra.
Concepción Guarga Panzano nació el cinco de Abril del año mil ochocientos ochenta y ocho, en casa Guarga de Ola..Era hija de Don Miguel Guarga Mur y de su esposa Doña Concepción Panzano López.En la Escritura de división de un patrimonio entre los vecinos de Ola, ante el Notario Don José Delfín Piniés y Cambray, del seis de Octubre de 1898, “ponen primer lugar a Don Miguel Guarga Mur, su esposa doña Concepción Panzano López y su hijo Don Miguel Guarga Panzano,soltero”. Este Miguel Guarga Panzano era hermano de Concepción Guarga Panzano y otro hermano se llamaba Rafael, otra hermana fue María ,que se casó con Buisán, otra Ramona, casada con un maestro de apellido Nieto. Al hijo de Buisán lo conocí y tuve amistad con él. Siendo yo todavía un niño lo vi vestido de soldado de aviación y se trataba mucho con su prima Pilar.
En la escritura sale en tercer lugar, Doña Ramona Guarga Sieso, viuda de Don Manuel Guarga Mur, hermano de Miguel Guarga Mur, padre de Concepción y heredero de Casa Guarga.En décimo noveno lugar aparece Don Vicente Guarga Aisa, casado con Doña Pabla Fondevila Zamora. Este Don Vicente Guarga Aisa, procedía de Casa Aysa.
Cuento post-Navidad
En estos días de Navidad, me acuerdo cada año de mi hermano Luis Almudévar, Capitán de la Marina Mercante y de su esposa, María Pilar Arnal, que tuvieron a su hijo Luis Manuel y a sus hijas Marina y Natalia, a los que educaron y que son los tres felices en este mundo. Natalia continúa el espíritu de su padre, con el niño Teo, que ha tenido con Juanma, y que es inteligente y se mira al mar. Su madre le leerá el cuento de post-Navidad y él se acordará toda su vida de su abuelo.
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