Escudo del apellido Aysa. |
A quinientos metros de altura sobre el nivel del mar, se encuentra el pueblo de Ola, al que en 1785 unos atribuían la categoría de aldea y otros la de lugar. La primera cita de Ola sale en la Concordia entre el Obispo de Huesca y el Abad de Montearagón en 1104, pero el mismo nombre de Ola indica que este pueblo era vasco-ibérico. Allí vivieron aquellos íberos y allí aproximadamente en los años de setecientos y pico u ochocientos, el santo aragonés San Urbez, pastoreó un rebaño de ovejas. No hay escritos que afirmen que San Urbez viviese en Ola, pero en casa Otal del mismo pueblo, me mostraron una lápida de piedra arenisca, en la que dicen que sobre ella durmió el santo. En la Iglesia Parroquial hay una imagen de San Urbez que regaló Antonio Otal , ya difunto. Antes de la Guerra Civil se veneraba otra antigua imagen de madera, que desapareció en aquellas luchas. En Ola me contaron que apacentando las ovejas en el Saso y careciendo de agua para que bebieran los animales, lanzó San Urbez su larga vara, que se clavó en tierra y a continuación comenzó a manar una fuente, que todavía sigue manando. Yo he leído la vida del Santo en la obra del Obispo Don Damián Iguacel y en ella no nombra a Ola. Por las bibliotecas no se encuentran relatos históricos, pero en el monte se encuentran trozos de vajillas ibéricas, alguna moneda de la misma época y pequeños molinos de piedra, que son dos losas planas y circulares, de las que una se encuentra debajo y la otra arriba y con un mango de madera, ya desaparecido, se hacía girar para moler el trigo con cuya harina amasaban el pan de cada día. Por todo el monte surgen bosques de carrascas, que producen bellotas, que comían los vasco-ibéricos, a veces después de molidas.
El Monte de Ola va de Norte a Sur y por arriba se ve el Fraxinito y a continuación el Tozal de Guara y desde Nocito, al otro lado, bajó a Ola San Urbez. Por el Sur se ve el pueblo de Alcalá del Obispo. Por el Este se alza otro Saso que pertenece a Siétamo y por el Oeste se ve la altura de otro Saso, que va desde el Estrecho Quinto hasta Argavieso, dejando debajo el pueblo de Tierz.
Todo el monte está atravesado por el Barranco, al que algunos llamaban Pietaconera, en tanto otros lo denominan Río Botellac y que tiene dos trayectos, como me dijo mi padre, uno de ellos originado, hace ya muchos años, por una gran tormenta. A éste según me dijo Fernando Cativilla lo llamaban Barranco Segundo. En esta tierra se crían los cereales, donde casi nunca se dan malas cosechas.
Cuando voy al pueblo de Ola, que está situado debajo de Siétamo, a la derecha de la carretera que baja desde dicho pueblo hasta Caspe, pasando por Sariñena, me llama la atención una noble casa, casi toda de piedra y que está datada en mil seiscientos ochenta y cinco. Se trata de casa Guarga de Ola, a la que tantas veces he mirado, para recordar a los Guargas del mismo pueblo, entre los que se encontraba mi tía Concepción, del mismo apellido.
Son varios los parentescos más o menos lejanos que tengo en Ola, como Escabosa, Otal, López de Zamora, además de Guarga. La casa Guarga, se llamó en otros tiempos casa Aysa y este nombre se cambió, no por abandono de los Aysas, sino por qué en una de de sus generaciones tuvo como heredera a una mujer, que se casó con un Guarda. La familia Aysa que es de origen vasco-ibérico y que quiere decir “buen pasar o bienestar” levantó su casa, y encima de la entrada al cubo, pone la fecha de 1659.
José María Almudévar, hermano de mi abuelo se casó con una chica de casa Sipán de Siétamo y tuvieron una hija a la que llamaron Martina. A esta tía Martina la conocí yo antes de la Guerra Civil y un día atizando el fuego del hogar de casa Almudévar, se cayó, pero no se hizo daño. Se reía con su pañoleta en la cabeza y con sus largas sayas. Al quedarse viuda vivió en la casa de su padre José María y viajaba a Lalueza a visitar y a ayudar a sus primas. Se casó con un Narbona y tuvieron un hijo al que llamaron José María Narbona Almudévar. Este se casó con mi tía Concepción Guarga de Ola de casa Aysa y tuvieron un hijo llamado José María Narbona Guarga, que estudiaba en el Seminario y murió en la Guerra Civil , en la Provincia de Teruel y gracias a su primo Buisán, lo trajeron al cementerio de Huesca. Tuvieron además una hija llamada Pilar, muy simpática que se casó con Jaume Vilaseca, hombre también simpático y trabajador. Ambos tuvieron a Miguel y a Rosa. Miguel tuvo a Michael y a Marichel y Rosa, casada con Juan Padilla de origen aragonés, tuvieron a Irene, José Mari, Gema y Arancha.
La casa donde nació mi tía Concepción, fue construida por los Aysa, cuyo escudo figura en la fachada con cuatro cuarteles, en uno de los cuales hay tres ángeles, en otro un castillo, luego las cuatro barras de Aragón y por fin un brazo en cuya mano lleva una llave. Este escudo es el mismo que figura en casa Aysa de Huesca, con una diferencia, que consiste en que en el escudo de Ola, se descuelgan dos rasgos esculpidos que representan “ramas bastardas del Rey de Aragón”. Ese signo era llamado de protección ya que revelaba el parentesco de los Aysa con la Casa Real. El palacio de los Aysa de Huesca ha sido modernizado, pero todavía no se utiliza por razones económicas.
En la fachada principal de casa Aysa, orientada hacia el Oeste, lucía con orgullo un balcón de hierro forjado, que desapareció cuando casa España todavía no se había convertido en la actual casa del oscense Lafarga. Por la cara Norte de la casa, se levanta una pared de una altura notable, como si tratara de un convento y dentro de ella estaba el corral, donde se criaban las gallinas y los cerdos y por donde pasaban las caballerías, pero hoy lo han convertido en un hermoso jardín. Esta sección Norte de la casa, forma un ángulo recto con su fachada y en el punto donde tiene el vértice dicho ángulo se encuentran dos arcos de piedra, de los que uno mira al Norte y otro al Oeste. En este espacio cubierto por dos arcos se halla el abrevadero de piedra y al otro lado una entrada al cubo, donde preparaban la cosecha de vino y encima de ella, pone el año 1659.
Frente a casa Aysa, se encuentra un viejo cementerio, donde se conservan dos cruces. Una de ellas tiene tallada una calavera y debajo de la Cruz ,está representado un ciervo y entre las letras L y me parece que la N , está tallado un arado de aquellos en que se enganchaban las caballerías. Es curioso que este arado apareciera en tumbas ibéricas y tal vez fuese la tradición de los picapedreros la que los llevaba a seguir poniendo con carácter sagrado un arado, que el hombre utilizó durante siglos para el cultivo de la tierra. Al lado del cementerio se encuentra un edificio, hoy bodega de Otal de Ola, que era la casa donde se partían los diezmos y primicias. Este edificio revela que al marchar los moriscos, se estableció la iglesia y se deduce que debió ser edificado en mil seiscientos y pico, aproximadamente en fechas próximas a la de casa Guarga.
En la Historia de Aragón de Ubieto Arteta pone que en 1609 habitaban en Ola individuos musulmanes en diecisiete casas, siendo expulsadas ochenta y siete personas el año 1610. en mil seiscientos cuarenta y seis ya estaban viviendo en Ola, dieciséis vecinos cristianos. No me cabe duda de que los Aysa y los Guarga fueron a vivir a Ola y a trabajar la tierra, cambiando a aquellos moros que probablemente tendrían sangre celtíbérica por los vasco –ibéricos de la Montaña aragonesa.
Tengo que agradecer al señor don Fernnado Cativilla, que murió hace unos dos años a los noventa y cinco años de edad, que me orientó en estas historias y que me dijo que siendo vecino de casa Guarga, siempre había conocido que tal casa estaba habitada por los Guarga. Era vecino de Cativilla un individuo de casa Lafragúeta y en los tiempos de una de las Guerras Carlistas estaban asando un cordero en el hogar de su casa, levantándose una nube de humo. Salió el dueño de la casa para no tener que soportar tal humareda y se encontró a una Compañía de soldados carlistas, dirigida por un oficial que iba a caballo y éste jefe le preguntó que por donde se iba a Quicena. No se quedó satisfecho con la contestación y lo hizo acompañarlos hasta su destino. Todos lo estaban buscando y cuando volvió exclamó ”más vale humo que ir a Quicena”.
Los moros dejaron ,en la fuente subterránea del pueblo, un arco de herradura. Según Antoio Naval Mas, ese arco árabe es una notable reliquia cultural “ ya que uno de los pocos arcos de herradura que existen en las tierras que fueron el borde superior o frontera del Al Andalus”.
El hijo de Cativilla me sacó una fotocopia de una escritura de 1898 en la que parece se hacían los repartos de aquellas tierras de Ola. Después de la invasión de los musulmanes, cubrieron la propiedad de las tierras, entre otros Martín Pérez, al que en el año 1287, Alfonso III de Aragón, le obligó a restituir el pueblo de Ola a Pedro Ladrón de Bidaurre. En el siglo XVI eran las tierras de Carlos Heredia. En 1610 era el lugar de Martín Bolea. En 1785 eran de señorío secular. Cuando hicieron la escritura que me dejó Fernando Cativilla, la necesitaban los habitantes cristianos de Ola.
De la misma forma que a los íberos les siguieron los romanos, que se hicieron cristianos, como podemos ver en la Historia de Aragón, viendo a San Lorenzo que murió en Roma y a San Vicente en Valencia ,bajo el mandato romano. Luego llegaron los moros, hasta que fueron expulsados en 1613.Entonces volvieron los altoaragoneses a Ola, unos con el apellido Aysa, otros con el de Guarga, el de Otal, el de Cativilla, el de La Noguera , Baylo,Lalaguna y varios otros. En estas casas fueron cambiando los apellidos, como hemos visto que ocurrió en casa Aysa, que se tornó en Guarga, después en España y ahora en Lafarga.
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