martes, 23 de agosto de 2016

“Oh,when the Saints-Go marching in!.



(Artículo traducido del aragonés al castellano).
Siempre ha sido la música una evasión del espíritu, un huir, un ausentarse hacia los espacios. Pero además, una forma de buscar lo transcendente y de hacer sentir a los oídos de los seres humanos, los sentimientos que expresa esa pieza musical, cuyos sonidos se ensanchan por el aire.
En estos días la presencia de la muerte, a muchos los aterra, intentando algunos evadirse de su presencia y al pueblo,  lo congrega en los cementerios.
¡Oh, cuando los pueblos marchan hacia su muerte, contemplando la muerte de muchos miembros  que vivieron!. ¿A dónde van?. Caminan por la vida en busca de luz y haciendo sonar música. Si son pueblos negros, van cantando cantos “spirituals”, que tienen en su interior una lumbre,  que tornan bella la negrura de sus cutis. Si se trata de latinos, cantan canciones, cantan misereres y Dies ira-Dies illae y ¿cómo no?, encendiendo “cerilletas” y candeletas. Su problema es encontrar el instrumento musical que nos ilumine el espíritu.
 Bécquer decía en la poesía de la Niña Muerta: “Ante aquel contraste de luz y tinieblas, medité un momento : ¡Dios mío, qué sólos se quedan los muertos!”.
Voltaire, cuando estaba en trance de muerte, gritó : ¡luz, màs luz!. No es preciso dramatizar, porque tal,  lo único que quería era una luz más racional. Pero,  ¿por qué el pueblo busca un contraste, entre la muerte y la luz y las lucetas?. Pero yo creo que tal vez sea porque ese pueblo cree que hay una luz, más allá de este mundo.
Los niños se introducen rápidamente en los juegos relacionados con la muerte. Los muchachos más atrevidos caminan por las noches hacia el cementerio, para ver las ´´lumbretas” o fuegos fatuos y todos en unión, vacían calabazas, de su materia interior y tallan sus cortezas con aguieros que recuerdan los ojos y unos dientes que representan la boca. Preparada la calavera, encienden dentro de ella una vela y la colocan en lo alto de una fuente, para asustar a las mujeres que van a por agua.
Pasando por Novales vi, desde el coche, una luz en medio de la carretera. Paré el coche y me di cuenta de que se trataba de una calavera, de las que preparan los niños. Me la llevé. La habían colocado el hijo de Valeriano y de sus amigos.
Una australiana veía con extrañeza la costumbre de alumbrar velas. Pero estos días de atrás otra australiana, se ha prendido fuego con una tea, en protesta del materialismo de la vida. ¡Contrastes que se dan en la vida!,  como  mi joven amigo que no cree en Dios y oye por la noches las voces de unos desconocidos. Este amigo mío no cree que la palabras que escucha por la noche sean de Dios, pero admite que tal vez sean de los duendes nocturnos, que por las noches, salen por el espacio a gritar y a pronunciar sus palabras.
Algunos sienten terror ante la muerte y Lord Byron trataba de combatirlo , bebiendo vino, en una calavera de muerto,en los claustros de un viejo monasterio. Quería sacudirse el miedo, pero no veía luz. La gente de los pueblos, que desde que son niños, encienden la luz, respetando a la muerte, no se aterran.
En los viejos cementerios plantaba flores, que daban vida a los muertos o colocaban ramos de flores naturales, de los huertos cultivados en los pueblos. Las flores son luminosas, pero no me parece tan luminoso el tráfico que se organiza con las flores a costas de la muerte. Unas veces son las flores de un día,  que después se tornan secas y deprimentes, porque hacen el fosal más deprimente que esperanzador.
Oh,  cuando el pueblo se va marchando hacia la muerte…Oh ,cuando la gente se marcha hacia la …

¿Hacia donde?. Piensa, que una cosa es que el pueblo marche hacia la… y otra que lo lleven hacia … 

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