miércoles, 27 de abril de 2011

El cumpleaños de Joaquina en Siétamo


Hoy nos hemos reunido en Siétamo, todos los componentes de la familia Almudévar y de la de Bruis. Unos han llegado desde Pamplona, ciudad en estos tiempos invernales, muy lejana de Huesca y de Siétamo, acompañados por la lluvia; se trata de Santiago y de Elena, con sus dos niños, el mayor Pablo y la pequeña María, que siempre que tiene ocasión le habla a Joaquina por teléfono y cada vez con más claridad, pero desde siempre con cariño.

Manolo, el eterno trabajador, ha interrumpido su faena para marchar a Huesca a buscar a su querida esposa Mamen y traerla junto con su precioso hijo Ignacio, para participar, como los pamplonicas, en la exquisita comida, a la que nos ha invitado a todos la gran Joaquina, grande por sus virtudes, su laboriosidad, su amor a su difunto esposo Joaquín, que se llamaba como ella y esa pareja perfecta trajo al mundo a un niño, que hoy día se ha convertido en un hombre, trabajador y deportista y con una nobleza en que se unen la de su padre Joaquín y la de su madre Joaquina en el mozo más noble de Siétamo y al que todos llamamos Toñín.

Ignacio, gran amigo de Toñín, ha venido con su esposa Paz y con su hija Belén que cuenta con mis dos apellidos, a saber Almudévar y Zamora.

Mariano no ha podido asistir a esta fabulosa comida, privándose de comer el mejor pollo que en estos tiempos se conoce, porque Joaquina los cría como una granjera en pollos de calidad, de gran calidad en esta fiesta a la que a todos nos ha invitado con motivo de su cumpleaños y aunque Mariano no ha podido asistir, estará allá, en Madrid, soñando con los paquetes que Joaquina le regala, cuando va a su casa a despedirse, para marchar a Madrid.

Pero ha llegado de Zaragoza la hermana pequeña, Pilar, con su sonrisa alegre y acompañada por su novio, que de “los altos Perineos s´en baixó en ta tierra plana, pa cortejar a una moza, que se llama la Pilar, en lugar de Marichuana”.

Y mi esposa Felisa, con los huesos doloridos, como los de Joaquina, ha madrugado para participar en la alegría que Joaquina quiere derramar sobre nosotros y ayudarle en su penosa tarea.

En tanto yo, que casi tengo la misma edad que Joaquina, le deseo que nos hagamos ambos muy viejos y que pasemos felices los años que nos quedan.

¡Muchas Felicidades, Joaquina!

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