sábado, 15 de febrero de 2014

A Teresa Ramón

Peana del Padre Nolivos.


A Lope de Vega le mandó Violante componer un soneto y a este humilde somontanés le ha ordenado un gran hortelano, que, como habrán adivinado se trata de Daniel Calasanz, hacer una presentación como pregonera de la Semana Santa, de Teresa Ramón Palacio.
Me resulta fácil obedecer, por dos razones: una, porque ya la he presentado otras veces y la segunda porque una oscense de la Calle de la Campana, no necesita presentación en Huesca.
Cuando salió a la luz tu libro “Con los pies en mi tierra” que, aprovecho la oportunidad para decir que merece ser leído por todos los aragoneses, te presenté no como pregonera de la Semana Santa, sino como campanera mayor del Reino de Aragón por haber nacido en la calle de la Campana y porque al leer tus letras de jota y tus poesías, me da la impresión de que un tañer de campanas llena nuestros claros cielos.
Pero hoy no puedes ser campanera  porque, aunque las campanas suenan en ocasiones tristes como en los entierros o como cuando dices: ”Las campanas del Pilar-dicen que tocan a duelo-cuando la gente murmura, que han de trasvasar el Ebro”. En Semana Santa los badajos han de permanecer quietos, como lenguas mudas. Hoy no eres pues, campanera ,sino ¡pregonera de nuestra Semana Santa!.
Pregonera y mujer, mujer y pregonera. A lo largo de la Historia fueron casi siempre los hombres los que pregonaron las guerras, las paces, las glorias, las miserias las justas guerreras y las poéticas y también las excelencias de la mujer. Pero hace cerca de dos mil años, el ángel del Señor anunció a María y esta mujer inmaculada, Hija de David, pronunció, con su bellísimo cántico, el primer pregón de la obra de Salvación que el Señor iba a realizar.
Muchos años se ha tardado, a fe mía, a que las mujeres vuelvan a ser protagonistas en la vida de los pueblos y en el caso que nos ocupa, a ser pregoneras de la Semana Santa, que por unos días nos hace recordar el Misterio de la Salvación.
No es, por tanto extraño que una mujer, hoy Teresa Ramón, está aquí para hacernos revivir sagradas escenas.¿Dónde estaba María durante la Pasión de Cristo?.La secuencia del Viernes Santo nos contesta: Stabat Mater dolorosa, -Juxta crucem lacrimosa, -Dum pendebat Filius.Estaba la madre dolorosa junto a la cruz, llorosa, mientras su Hijo
Pendía de la Cruz. ¿Quiénes la acompañaban?.
Y aquí está Teresa Ramón, a la que se le podrían atribuir estos versos:”Quiero vivir para siempre-en torre de tres campanas, -donde tres luces distintas-den una luz a mi alma.
Esas tres luces son: Aragón, la familia y la mística y desde su torre de tres campanas se pone a cantar a Aragón con coplas de jota, por las que recibe el Primer Premio en el Concurso de San Lorenzo, el año 1955, el premio en el 58, el Premio a la mejor colección de letras, concedido por la Comisión de Festejos del Ayuntamiento de Zaragoza en el año 1982 y otros muchos, que sería prolijo enumerar.
Además compone romances y otras rimas cantando al Castillo de Loarre, a los Amantes de Teruel, a la mañana de San Lorenzo, al barrio de San Martín, a San Jorge y a todo lo que le recuerda a su tierra aragonesa, a la que es doblemente sensible por ser aragonesa y por ejercer su profesión de maestra en Barcelona.
La luz de la familia le inspira un romance a su difunto esposo Don Emilio Rosico, de Estadilla, a su hijo Emilio, a sus nietos Lucía, Teresa y Manuel y a sus hijas María Teresa y María del Carmen.
Pero, donde yo creo que alcanza su mayor altura poética, es en su poesía mística; no en vano se llama Teresa como la de Avila, a la que dedica su Fuentecica de Alba.
He dicho, al principio que presentar a Teresa como pregonera, me resultaba fácil, pero ahora digo que, para ella, ejercer de tal, le resulta mucho más fácil. Con leer su “Pasa el Cristo del Perdón”, quedaría y nunca mejor dicho, como los propios ángeles.
En ella se pregunta:¿Por  qué no puso escalera a su Cristo Fray Nolivos? Y es que el crucificado le dijo: “No dispongas escaleras para mi Cruz, fray Nolivos; la suplirán los oscenses con un amor infinito, cada vez que alcen sus ojos y los fijen en los míos”.
Van ustedes a escuchar a Teresa y podrán comprobar que si a los oscenses no les hace falta escalera para acercarse a su Cristo del Perdón, ella tampoco la necesita para subir a las alturas de la inspiración.


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