Alcala del Obispo (Huesca) |
Este apellido, se aplicó a alguien que era astuto, artista o inteligente. Y yo creo que acertaron en definir a los individuos que, más tarde lo han sido. Yo he gozado del arte que han empleado en el trato humano, varios Arteros. El primero fue don Pablo Artero, que comenzó de aprendiz en un Almacén de Ropa, que estaba situado en el Coso Bajo de Huesca. ¡Qué artero o artista fue Don Pablo, para pasar de aprendiz a dueño de tal negocio, demostrando durante toda su vida una amabilidad extraordinaria, con los clientes y con los amigos de su hijo Pepe, que tiene la misma edad que yo y que todavía se ve alegre, cuando celebra los aniversarios de los Cursos de Bachillerato, con sus compañeros y juega a las cartas o pasea con su bella esposa, Aurorita López, a pesar de los numerosos años, que se han ido apoderando de su físico, y de su trato humano. Los Arteros, que me han resultado siempre simpáticos, han sido también parientes entre ellos. El protagonista de este relato se llama Valentín Artero y es como yo, Veterinario. Procede su familia de Alcalá del Obispo y de Siétamo y ¡vaya si conocí a su pariente Don José Artero!, que era un hombre físicamente parecido a Valentín, es decir pequeño de estatura y recio de cuerpo, rico de espíritu y rico en palabras. Tuvo dos hijos, el mayor Pepe, hombre elegante y simpático, gran amigo de mi hermano Jesús y que por desgracia murió y dejó a su esposa Cristina bella y rubia, viuda con varios hijos y el hermano pequeño se llamaba Jaime, siendo como casi todos los Arteros pequeño y recio de cuerpo. Tenía un humor extraordinario, dejando viuda a su esposa Julita y a sus hijos bien preparados intelectualmente. Este Jaime iba a Villanueva de Sigena, donde tenía unos tíos que también era parientes de Valentín. Estaba Jaime colocado en el ayuntamiento de Huesca y tenía una buena amistad con el Alcalde, don José Antonio Llanas Almudévar. Los Arteros de Siétamo eran, contrariamente a sus parientes, más altos y amables, amigos de conversar e Isidro también de fumar, lo que no le impidió llegar cerca de los cien años de edad. El otro Artero, pariente suyo, era el gran cirujano, don Manuel Artero, soltero, hombre distinguido por sus conversaciones, siempre alegres y curiosas. Poseía la Torre, que estaba al lado de la Ermita de Cillas, en la carretera de Jaca. Al morir, se quedó a vivir su hermano acompañado por su esposa, en este lugar sagrado, de gran belleza y de mucha historia, porque en él hicieron prisioneros a los dos republicanos, que fueron fusilados en Huesca en Las Mártires.
Valentín Artero, el Veterinario,
a pesar de ser pariente un tanto lejano de don José, es como él, un hombre recio, no muy alto y con una gran
inteligencia, que lo movió a estudiar la carrera universitaria de Veterinaria,
como yo. A los veintitrés años, acabó la carrera cuando tenía veintitrés.
Acabada la Carrera, hizo las Milicias Universitarias de Alférez, en
Artillería. Sus padres y su abuelo vivían en Sariñena. Tenía una tía Maestra y
casada con un militar de la Marina de Guerra, llamado Nasarre. El hijo de Don
José Artero, iba a visitarlos en alguna ocasión, pero Valentín, que recibió clases de su tía,
ya no volvió a verla más.
Acabada su carrera, se quedó en
Sariñena, donde fundó una Farmacia de productos sanitarios para animales y tuvo
una gran amistad con el Veterinario Titular Don Fidel San Román. Enseguida se
puso a construir granjas de pollos, de cerdos, de terneros e incluso de avestruces. Alcanzó a
criar millones de pollos, cerdos, etc. y todos los días le nacían pollitos, y
cada día vendía carne en Zaragoza y en distintos mataderos de toda España. Don
Fidel San Román, gran amigo mío, está ya difunto y perdí la oportunidad de
preguntarle sobre la actividad de nuestro compañero Valentín Artero. Levantó
una granja para criar avestruces, que consiguió hacerlas nacer en una
incubadora. Valentín era un hombre inteligente y “parolero” o hablador, pero el
destino lo llevó a separarse de su esposa, con la que tuvo dos hijos. Veinticinco
años vivieron juntos y abandonaron el matrimonio, que se rompió no sólo él, sino toda su vida de creador de vidas, que
repartió por toda España.
Uno siente el dolor de esa
ruptura del primer capítulo de esa vida tan agradable, tan creativa, dirigida
por un hombre tan pensador de brillantes ideas y creador de hechos, que
modernizaron la vida de Sariñena y de España. Era Valentín Artero y todavía lo
es, un hombre de pensamientos libres y de hechos reales, pues jamás se presentó
a una oposición, porque él tenía capacidad para producir dinero y para vivir
con una gran alegría y libertad. Y comenzó el segundo capítulo de su vida, subiéndose
a Huesca, después de separado de su esposa. Se dedicó a construir casas, creando
una empresa con noventa y cinco trabajadores. Levantó bloques de pisos en
Lérida, Zaragoza y en Huesca y diversos locales comerciales.
Todavía es joven con sesenta y
dos años. La crisis de la construcción le hizo cambiar de actividad y dedicarse
a la Hostelería, como actividad transitoria. Se casó con Holanda, de la
República Dominicana. Pero todavía sueña con la construcción, porque quiere levantar una Residencia de Ancianos
en el pueblo de Quinzano. Yo no sé si lo piensa por acabar su vida en ua
Residencia de su propiedad, porque ama ese lugar de Quinzano, donde sube a
cuidar a su propio perro. Por otro lado añora la República Dominicana y a
Puerto Rico. No me parece mal esta idea, porque mi amigo Ruiz de Apiés, se fue
a pasar los últimos días de su vida en la República Dominicana, donde vivió
feliz. La parte posterior de la iglesia parroquial de San José de Huesca, se la
cedió muy feliz a los fieles, quizá pensando en el cielo.
Tiene como todos los hombres,
situaciones, que se le presentan en la vida, pero él con un sentido optimista,
ha pensado mucho y ha estudiado con brillantez su Carrera Veterinaria, pero no
sólo ha cultivado la ciencia y la creación que ha salido de ella, sino que ha amado y ama el arte. Ha cultivado la
música, estando durante tres años con una notable cantora, ya muerta, a la que
acompañaba con su música y solfeo. Pero al mismo tiempo, ha pintado cuadros, de
los que sólo he visto uno, que creó a los trece años. Impulsado por el arte
recorrió, pintando cuadros, las ciudades
de Barcelona y de Zaragoza.
Es un hombre inteligente, amable,
amante de la libertad y siempre sonríe, pero yo no sé, si esa afición a la
Fabla Argonesa, se deriva de cuando era niño en el pueblo de Alcalá del Obispo,
donde hasta hace muy poco tiempo, todavía conversaban las personas en dicha
Fabla Aragonesa.
Eres, Valentín, un hombre libre,
pensador, amante del arte de la pintura y de la música, pero ya se presentan
ante tu propia persona, preocupaciones de cuando empezarás el último capítulo
de tu vida. No pienses demasiado en tu porvenir, como yo en el mío. Sigue
sonriendo y haciéndote feliz a ti mismo, porque el porvenir vendrá solo, poco a
poco y ama a los que estén alrededor de
tu persona. Y recuerda las palabras de nuestra fabla, que te llenarán de buenos sentimientos.
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