Se encuentran esas antiguas
murallas, en la parte posterior de los que fueron Almacenes Escartín, pero no se trata tan sólo de murallas, sino que allí, saliendo de ese solar,
hacia el Norte y hacia el Este, se encuentra un Teatro Romano. Están ambos, Teatro y Muralla frente a
la Plaza de Santo Domingo. Hoy esos Almacenes, se han transformado en un
Bar y en una Sala de Fiestas, actuales por sus funciones y en romanas, por su
origen y por su belleza, como si el tiempo no corriera. Están ambos
diciéndole al hombre que la vida pasa,
pero sigue viviendo generación tras generación y los hombres,
no han podido levantar una denominación más bella y más real, de esa carrera
del tiempo, pues la llaman “Bendita Ruina”. Pero ha tardado mi amigo Bene
Ollés, unos dos mil años en devolver a
aquellas murallas, la alegría que manifestaban los romanos, antes de que
se fueran escondiendo las mismas, con
la edificación y apoyo en ellas, de locales, donde se vendían alpargatas, cuerdas,
talleres de reparación y venta de armas, como la armería de Riba y alimentos de
huerta, para que los consumieran las distintas generaciones de oscenses que por
al lado de esas murallas, pasaban.
Yo mismo, gracias a la amistad
con Angel Escartín, comerciante en el
edificio que se encontraba y se encuentra en el seno de dichas murallas, me coloqué de Veterinario
en aquel Comercio Agrícola –Ganadero, que había fundado mi
amigo. Él, heredó el local de una clínica veterinaria de su padre, Don Manuel Escartín, que durante
muchos años, como un buen veterinario, arreglaba los cascos de las caballerías
y operaba sus defectos, colocaba herraduras nuevas y a veces castraba algún caballo o potro joven.
Yo, trabajé con Angel Escartín en aquellos Almacenes, que recordaban
una feria agrícola-ganadera, porque allí entraban continuamente, agricultores y
ganaderos, que venían de los pueblos, de los alrededores de Huesca e incluso
montañeses y somontaneses. Angel
Escartín era la figura que presidía aquella procesión continuada de clientes,
como participábamos, todos los oscenses,
en la veneración de las figuras de las
procesiones de Semana Santa, enfrente de los almacenes.
Durante la Semana Santa, íbamos a Santo Domingo, casi todos los habitantes de Huesca, a besar los pies del Cristo de la Santa Cama. Cristo tenía el rostro, como transmitiendo tristeza a los que íbamos a visitarlo. Los soldados romanos custodiaban a Cristo y en los Almacenes, era Angel Escartín, el que con su sonrisa, complacía a los compradores y con su conversación, hacía felices a los campesinos, que ahora, a mí, al menos, me parce que ya no existen. Encima del almacén vivían sus hermanos Jesús y María Cruz, que cuando bajaban a la tienda, Jesús alegraba con sus bromas a las clientas, alegrándose él mismo con ellas, tanto que a mí mismo me hacía sonreír. Hace no mucho tiempo me despedí de María Cruz, en la Residencia de Chimillas. Doña Anita, la esposa de Don Angel era y sigue siéndolo, de una belleza tranquila, amable y cariñosa con todo el mundo. Todavía está gozando de muchos años de vida, que el Señor le va regalando. Con su bondad amaba a todos los que trabajábamos en los almacenes y adoraba y cuidaba a su querido esposo, Angel Escartín.
Durante la Semana Santa, íbamos a Santo Domingo, casi todos los habitantes de Huesca, a besar los pies del Cristo de la Santa Cama. Cristo tenía el rostro, como transmitiendo tristeza a los que íbamos a visitarlo. Los soldados romanos custodiaban a Cristo y en los Almacenes, era Angel Escartín, el que con su sonrisa, complacía a los compradores y con su conversación, hacía felices a los campesinos, que ahora, a mí, al menos, me parce que ya no existen. Encima del almacén vivían sus hermanos Jesús y María Cruz, que cuando bajaban a la tienda, Jesús alegraba con sus bromas a las clientas, alegrándose él mismo con ellas, tanto que a mí mismo me hacía sonreír. Hace no mucho tiempo me despedí de María Cruz, en la Residencia de Chimillas. Doña Anita, la esposa de Don Angel era y sigue siéndolo, de una belleza tranquila, amable y cariñosa con todo el mundo. Todavía está gozando de muchos años de vida, que el Señor le va regalando. Con su bondad amaba a todos los que trabajábamos en los almacenes y adoraba y cuidaba a su querido esposo, Angel Escartín.
Mi trabajo en aquellos almacenes,
consistía en que los animales, propiedad de los clientes, gozaran de buena
salud, con los machos, caballos y mulas, que labraban sus campos. Cuidaba
también del caballo de montar, de don
Manuel, el Señor de Chimillas, al que los gitanos, cuando pasaba por el puente
del Isuela, lo saludaban. También procuraba que lus vacas no sufriesen
mamitis, que estropearan el buen sabor y
la sanidad de la nata, que ellas producían. Llegaron las granjas de pollos y
las de producción de huevos y aquel ambiente parecía que la vida se
multiplicaba y se alegraban los granjeros y los comerciantes, con el pueblo que
consumía pollos y huevos. De aquella empresa tengo que recordar a muchos
compañeros y compañeras, que me ayudaron a convertir en alegre mi vida. El
administrador principal era don Julio Casbas y el hombre de trabajo manual más
simpático y honrado Antonio, que se crio
en el Convento de Santa Teresa y allí
murió y el hoy periodista, Luis García, que en aquellos tiempos recogía mis
escritos, en un trozo de saco de papel, y lo escribía a máquina, para publicarlo en el Periódico.
Pero yo, no veía las murallas que protegían la parte
posterior y lateral de aquellos Almacenes,
que ahora exhiben, la belleza de su antigua arquitectura, oculta durante muchos siglos. Sin embargo,
ahora, en el mismo Coso Bajo, se lee el título del Bar actual y antiguo Teatro Romano, que no
está totalmente restaurado y por las noches, da espectáculos, que divierten a
los actuales vecinos de Huesca, igual que entonces, daban en ocasiones,
diversión a los entonces oscenses. Ese título es, en latín, ”Bendita Ruina” o
“Ruinas benditas”, como quien alaba la misión secular de alegrar a los hombres, con
su trabajo , sus juegos y los lejanos
recuerdos del pasado y con cierta
tristeza, pensar que ya murieron. Han
pasado los años, para que la familia Ollés, renovara la misión de aquel Teatro. Compró los
Almacenes Escartín, mi amigo Bene Ollés
y lo restauraron su hijo Miguel, acompañado por Esther, que es una restauradora
genial. Tal vez la protegiera en sus estudios el “Genius Loci” o espíritu del lugar del Teatro Romano.
No es extraño que al “Genius Loci” o Genio del Lugar, le sucediera algún Angel de la Guarda, porque el hombre siempre ha creído en seres inmateriales, que los han apoyado en sus pensamientos. Y muy cerca del Teatro Romano, se encuentra la Iglesia de Santo Domingo, donde proliferan en la Semana Santa los Romanos, con sus caballos, sus Pasos Religiosos, en que, en alguno de ellos se alza un Angel de la Guarda, como guardaba el Teatro Romano, el “Genius Loci”. Pero Santo Domingo es una iglesia construida en el Renacimiento y hubo otra más antigua, en los confines del Teatro Romano. En la muralla, se ven todavía los agujeros en la piedra, que apoyaron los maderos que guardaban a Santo Domingo. En una viejísima fotografía se ven soldados romanos de la Semana Santa, donde en otros tiempos estaba la iglesia de Santo Domingo, apoyada en la Muralla Y allí estaban tomando algún alimento, animado por algún trago de vino, que les apoyara en su misión de solemnizar las procesiones.
No es extraño que al “Genius Loci” o Genio del Lugar, le sucediera algún Angel de la Guarda, porque el hombre siempre ha creído en seres inmateriales, que los han apoyado en sus pensamientos. Y muy cerca del Teatro Romano, se encuentra la Iglesia de Santo Domingo, donde proliferan en la Semana Santa los Romanos, con sus caballos, sus Pasos Religiosos, en que, en alguno de ellos se alza un Angel de la Guarda, como guardaba el Teatro Romano, el “Genius Loci”. Pero Santo Domingo es una iglesia construida en el Renacimiento y hubo otra más antigua, en los confines del Teatro Romano. En la muralla, se ven todavía los agujeros en la piedra, que apoyaron los maderos que guardaban a Santo Domingo. En una viejísima fotografía se ven soldados romanos de la Semana Santa, donde en otros tiempos estaba la iglesia de Santo Domingo, apoyada en la Muralla Y allí estaban tomando algún alimento, animado por algún trago de vino, que les apoyara en su misión de solemnizar las procesiones.
Hoy, los Ollés, han remozado el recuerdo de los viejos
edificios y murallas de hace XX siglos. Al entrar por el Coso Bajo en el Bar,
se adivina al fondo, el antiguo Teatro, a su derecha se encuentra un muro romano, que
formaba parte del Torreón, ya caído, pero
del que se ve su base, con claridad, en
este siglo XXI, en que aún se conserva. Era uno de los casi cien torreones, con
que contaba la muralla. Hoy sólo queda uno, frente al Convento de las Miguelas, que parece
haber sido edificado por los cristianos, ya que su sillería no es tan voluminosa como
la que colocaban los romanos.
En el siglo I, nace el Teatro Romano, que conectaba con la muralla. Su construcción en
diversos puntos de España, se extiende durante el tiempo que duró la gran cultura romana. Vespasiano, en el año 72 a. C., mandó
construir el Coliseo más grande del Mundo, como fue el Anfiteatro de Flavio. Con
ese Anfiteatro los emperadores se ganaban el aprecio de los ciudadanos, ante
los espectáculos culturales y también, ¿por qué no decirlo?, de la presentación
de espectáculos, a veces morbosos y
otras, sangrientos como las luchas de los gladiadores y el cruel sacrificio de
los esclavos por las fieras, que se guardaban en los túneles del Anfiteatro. Los
romanos cultivaban una civilización hedonista y los Coliseos o Teatros Romanos,
cumplían la misión de distraer y divertir al público. El genio de Roma, pensaba
de ese modo, para que el pueblo sin trabajo, mantuviera la Paz. Ahora hay que
cambiar las ideas de los gobernantes para hacer feliz al pueblo, mirando una parte del resucitado Teatro de Huesca, pues el resto del
Teatro, está escondido bajo las casas que rodean la muralla. En el Teatro
creado por Ollés, se exhiben espectáculos que fomentan el amor y no el odio. Por
ejemplo, en la Sala Genius, que pretende ser el Teatro, se presenta el libro: ”Amor
blanco, roto”, los Boleros con humor del
Grupo Maracaibo, Fiestas del Carnaval y multitud de espectáculos de
música y de humor.
En Huesca hay cientos de
iglesias, ermitas, ruinas, algunas resucitadas como Bendita Ruina, pero nadie
podrá decir que ha visto la Osca romana, si no admite haber contemplado su
Teatro Romano. Para contemplar aquel Teatro,
echará visiones oscuras en la muralla, intentando contemplar una visión clara de todo
el Teatro o Anfiteatro. Pero el que mira los restos enterrados, sólo logra ver una visión oscura del Teatro o Anfiteatro,
cuyos restos están enterrados en varias casas vecinas, por delante y por
detrás, como en casa de Sopena, en la misma calle que sube por frente a la
antigua Santa Rosa, hasta el Bar
Taurino, que se encuentra hacia arriba, con sus restos romanos debajo de su pavimento.
Pero fueron los Ollés con Esther, los que han
abierto con claridad la visión del Teatro Romano, pero ahora, Huesca tendrá que esperar a que se siga
investigando el Anfiteatro o el Teatro total.
Pero ya tenemos un modelo de amor
al pasado, para que siga influyendo en la actualidad y en el porvenir de los
ciudadanos oscenses. Este modelo ha luchado y sigue haciéndolo, para presentarnos a los oscenses, un todavía
incompleto Antiteatro romano o Teatro Romano, porque el modelo de creación de
Miguel Ollés y de Ester Abadía, directora de la restauración de los lienzos, se queda parado, en el reciente descubrimiento de parte del
Teatro Romano, en fincas que lindan con los antiguos Almacenes de Angel Escartín,
por ejemplo en la finca posterior de la Calle Canellas, número 5.
En la parte trasera de antiguos
Almacenes de Escartín, se da a uno
cuenta de la interrupción del Teatro, en la casa del mismo Coso Alto, 79. La muralla, que marca el fin y el principio del
Teatro Romano, tiene unos cuarenta
metros de longitud. Alcanza en algunas partes una altura de seis
metros. Esa fuerte muralla, resiste la presión que se da entre los edificios de la Calle
Peligros, que también contiene restos romanos y la delantera, usada ahora, como
Teatro Romano, en la que se encuentra la muralla, en la parte posterior del antiguo local de Escartín en el Coso Bajo.
No se encuentra la pureza
absoluta de la arquitectura romana, porque hubo tiempos en que se construyó y otros en qué
se reconstruyó la muralla por los árabes en el año de 875. En la Guerra
entre los dos cristianos, dirigidos por dos Pedros, uno el aragonés Pedro IV y el
otro Pedro III, de Castilla, derribaron
partes de la muralla y fue necesario reconstruir partes de la misma.
Con este actual e improvisado Teatro
Romano, se ha preocupado Miguel Ollés de la reconstrucción de ese maravilloso
Anfiteatro Romano, imitador del Coliseo
Romano, pero ahora están paradas las obras físicas, aunque los cerebros de los técnico
arquitectónicos, están pensando en dar soluciones a la reconstrucción total del Teatro Romano. El
cerebro de Miguel,sueña con la terminación de las obras en aquel Teatro Romano,
y ha encontrado el nombre del Teatro ,llamándolo “Bendita Ruinas” o benditas
ruinas, que protegidas por un “Genius”,quiere convertir aquel espacio en
accesible al público, para que en Huesca hay “ un punto de encuentro para unir
inquietudes y servir como soporte para cualquier iniciativa de carácter social,
cultural y turístico en la ciudad de Huesca y su entorno”.
Del Coliseo Romano, salieron los Teatros Romanos de Caesaraugusta y de Osca, ambas
ciudades importantes en el Imperio
Romano. En Huesca además de la Universidad Sertoriana, apareció el Teatro
Romano. En su muralla, sobre unas enormes rocas naturales, se elevan sillares, unos romanos y otros árabes, pero
bajando por una apertura se alcanza un largo pasillo, que pude ser que acogiera
a las fieras que tal vez se exhibieran, en diversos actos hedonistas. Durante la Guerra civil, lo usaron los vecinos
del Barrio, para refugiarse de los bombardeos, con que se atacaba a la ciudad
de Huesca. Muy antiguos tienen que ser esos pasillos o enormes celdas, pues en
sus techos brotan y han brotado unas, tal
vez estalagmitas, que en aquella paz de siglos posteriores al imperio romano,
siguen, aunque muy lentamente creciendo.
Dicen del Coliseo Romano (80 d. C.), nombre dado por el constructor Flavio, que para albergar
los espectáculos de gladiadores, tenía un hipogeo, que era un complejo de
túneles y mazmorras. En ellas se alojaban, por poco tiempo, pues los esperaban la muerte, los esclavos y animales salvajes. Allí se exhibían luchas
entre gladiadores, carreras de caballos y tiro de pequeños coches y caza de
animales o venatorio. En Huesca, no sé si actuaban los gladiadores, pero había animales salvajes, que abundaban más que
en Roma, y éstos eran los toros de lidia. Cerca está la Plaza de Toros, que no
se usaba como tal en aquellos tiempos, pero sí que había un local, donde se guardaban toros para el cercano, no
sé si Anfiteatro o Teatro. Este
se inauguró en el siglo primero, al
mismo tiempo que el Anfiteatro de Zaragoza o Caesar Augusta, en el que podían
entrar seis mil espectadores. Fue el emperador Tiberio el que se ocupó de su
construcción. Dice la Historia que ambos anfiteatros, el de Huesca y el de
Zaragoza, fueron construidos simultáneamente.
Atravesando el pasillo
subterráneo, o pasadizo o mazmorra primitiva, se llega a un lugar donde se
encuentra una escalera metálica. El Coliseo Romano consta de cuatro pisos y el
de Huesca, yo no sé cuántos, pero desde luego más de uno. Y de la misma
forma que en Roma, empleaban ascensores, no de los actuales, para subir y bajar de un
piso a otro. Allí donde han colocado la escalera, habría algún sistema de
subida y bajada.
La cabeza de Miguel Ollés , le da
vueltas continuamente, sobre el trazado arquitectónico de la obra romana, pues
de vez en cuando llegan noticias nuevas
sobre él. Hace no mucho tiempo se han descubierto en la Calle Canellas, nº
5,nuevas ruinas del Teatro Romano, que dan esperanzas al espacio del número 79,
del Coso Bajo de Huesca, de formar con esas ruinas el auténtico Teatro Romano
de Huesca.
El “Genius Loci” o Genio del
Lugar, protege en ambiente de la entrada de Huesca por la carretera de
Barbastro. Se encuentra primero con el
Teatro Romano, la Iglesia de Santo Domingo y la antigua del mismo santo en el
Teatro Romano. En la Plaza de toros, existía en tiempos del imperio romano, un
lugar donde se guardaban toros, para en alguna ocasión, luchar con ellos o en
el Teatro o en los campos vecinos.
Pero el espíritu de los oscenses ha amado siempre el Teatro y frente a Santo Domingo y debajo del nº 79, de la “Bendita Ruina”, en el siglo XVI, se fundó el “Corral de Comedias”, en el que se representaban obras hasta de Lope de Vega. Yo me acuerdo de la Posada de Laviña, en cuyo corral se representaban las comedias. En sus cuadras, con mi padre, cuando veníamos de Siétamo a Huesca, encerrábamos a la burreta torda, que teníamos desde antes de la Guerra Civil.
Pero el espíritu de los oscenses ha amado siempre el Teatro y frente a Santo Domingo y debajo del nº 79, de la “Bendita Ruina”, en el siglo XVI, se fundó el “Corral de Comedias”, en el que se representaban obras hasta de Lope de Vega. Yo me acuerdo de la Posada de Laviña, en cuyo corral se representaban las comedias. En sus cuadras, con mi padre, cuando veníamos de Siétamo a Huesca, encerrábamos a la burreta torda, que teníamos desde antes de la Guerra Civil.
En el ordenador, en “Bendita
Ruina” se lee: “El concepto de “Genius Loci” hace referencia al espíritu
protector del lugar y es heredado de la cultura romana. Lo podemos entender
como la atmósfera del lugar, las preexistencias
ambientales y la memoria
colectiva…Artistas y escritores a lo largo de la historia han encontrado
inspiración en los lugares y han explicado el fenómeno, tanto en el arte como en
la vida cotidiana, cuando se han referido al paisaje o a los ambientes urbanos”.
En aquellas antiguas fechas en
que los romanos, enseñaban en los Teatros la cultura hedonista, buscaban para el pueblo el placer y la ausencia de
dolor y ahora Miguel Ollés, busca que el pueblo tenga “iniciativas de carácter
social, cultural y turística en la ciudad de Huesca y en su entorno”.
Basta mirar a los primitivos
romanos del Imperio que buscaban el hedonismo
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