Si, es todavía la vida un valle
de lágrimas, como se canta en la consoladora Salve. Para consolarnos, con ese
canto religioso las lágrimas corrían por el mundo, y nos proponía contra ellas,
la esperanza en otro Mundo Superior. Para los materialistas de signo
consumista, la esperanza inmediata, que pretenden les consuele, estriba en el
consumo y en el lujo, con lo que logran que una pantalla de colores de neón y
una rueda de luces, allá en la discoteca y aquí en la soledad de los ancianos,
la orfandad de miles de niños de naciones en guerra y el paro cruel, que oprime
a hombres y mujeres, les haga olvidar las lágrimas.
Hay otra concepción material del
mundo, que acaba con toda libertad, que mata la ilusión del artista libre y que
impide crear al empresario, al escritor y al sindicato.
¡Vana esperanza la del hombre,
triste horizonte para la esperanza en la Libertad!.
Sumido entre personas materiales,
unas con dogma y otras libertinas, sólo me queda la belleza, para gozar un poco
de la vida.
Son variados los causantes de la
belleza, que nos hacen gozar de la vida, como el asomarse a la ventana a
contemplar y a aspirar el aroma de las flores. A veces se goza de la presencia
de bellas mujeres, que consuelan mi mirada, junto a las rosas, que al otro lado de las rejas, dentro del parque, aroman el ambiente.
Hay lágrimas en el mundo y
despedidas tristes, hay enfermos dolientes y parados, y a esos dolores humanos,
poco les pueden consolar la belleza de las mujeres, junto a todas las flores de
los jardines, aunque los de las bellas mujeres y los amorosos corazones de sus cuerpos y de sus espíritus, son sensibles a
las miserias de este mundo.
Son tan consoladoras de las penas
de la vida, las mujeres, que han identificado el amor, con la Virgen María, que
ama a todos los hombres, mujeres y niños de este mundo y nos acerca a Dios, de la que es Madre. Se pasan en la vida malos
momentos, pero me acuerdo que en la Catedral de Jaca , en tiempo de la Guerra
Civil, cantábamos, como aragoneses a la Virgen del Pilar, todos los fieles que
llenábamos sus naves. Era un canto de Esperanza, que dirigíamos al Poder de
Dios, a través de la Virgen María. Siguen los dolores del pueblo, pero ésta
puede aliviarlos con el amor y el aroma, de las flores del Parque. Pero queda
la Esperanza que Dios envía a este mundo, con el amor a la Virgen y en esta
tierra bendita a la Virgen del Pilar.
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