Valentín Artero, en ocasiones escuchaba a su corazón, emitir los sonidos de un tic- tac, ininterrumpido. Entonces él, exclamaba: ¡sí, canta, corazón, canta!, para que esté alegre tu espíritu!; ¡corazón, canta, para que ese sonido, alegre tu espíritu, para que tu vida, que discurre por el mundo, sea feliz y goce del amor, de la convivencia y de la vida!.
Tanto pedirle al corazón que cante en tu interior, hace que ese tic-tac sonoro, se transforme en un sonido sonoro y armonioso, que alegra, al escucharlo a todos los ciudadanos, que lo escuchan.
Esa belleza interior se transforma en el interior del corazón, que toda una vida sigue latiendo con su tic-tac sonoro, en una música poética, que se “cría” o se forma dentro de tu corazón, en lo más interior del “órgano cardiaco”, que rige toda tu vida. No se nota en tu figura exterior, porque ella, está influenciada por el sol, el agua, el calor, el frío y otros fenómenos de la Naruraleza.
¡No, no viene el sonido conmovedor de fuera de tu cuerpo, sino que se “cría! o se forma en tu corazón, en el interior del organismo cardiaco, que rige tu vida!. Y cuando el misterio del amor de tu corazón inspira los sonidos musicales, que conmueven a los hombres, a las mujeres, a los niños y a todos los miembros de la Madre Natura, brotan por tu boca, convertida en un altavoz, en forma de fuente sonora, conmueven los corazones humanos de los seres que te escuchan, y que se conmueven con tu sonoro cantar, que iguala la belleza de los cantos del ruiseñor y de todas las aves canoras, que vuelan y cantan en sus recorridos por el cielo, de los parques y jardines de las bellas ciudades, por los que vas acompañado por la bella Nona, recorriendo toda Europa.
(Pueden escuchar la música de Valentín, en zunzún. Bandcamp.com).
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