lunes, 13 de junio de 2016

Javier o Chavi, el camarero de Comarruga



Javier  o Chavi, en lengua catalana, es un mozo que cumple la Ley de Dios que ordena: ”Ganarás el pan con el sudor de frente”. Porque está encargado en un Hotel, “de dar de comer al hambriento y de dar de beber al sediento”. Hoy en día, el Hotel no está lleno de hambrientos y de sedientos, sino de clientes de un agradable apetito, que son turistas y viajeros. Son personas, que buscan el descanso del trabajo, que han ejercido durante toda su vida y en aquel ambiente fresco en el verano y caliente en el invierno, acompañan su descanso con un buen apetito, que alegra no sólo sus estómagos,  sino también su agradable descanso.
Para utilizar el placer de comer y de beber con gusto, son los que en el comedor son complacidos por los camareros y camareras que ayudan a los clientes a acompañar sus ricos bocados por bebidas nutritivas de leche y de frutas con bebidas  agradabilísimas,  con el moderado poder del alcohol de sus vinos, o con cervezas y aguas de famosas fontanas.
Hoy me ha llamado la atención en el comedor,  un joven camarero, que es hombre amante de la sociedad humana, pues no sólo da de comer a los que al comedor llegamos, sino que lo hace con educación, acompañada por afecto humano, porque no sólo une los alimentos para nuestros cuerpos, sino que acerca a ellos un afecto a estos prójimos o próximos no sólo material, sino que con su sonrisa hace felices a los viajeros, a los que ayuda a  alimentarse, aproximándoles, “el pan nuestro de cada día”. 
Es, no sólo, una  convivencia agradable entre el público y los camareros, sino que la presencia de Javi ante mi persona,  cuando lo he conocido, me ha llamado la  atención, su brazo derecho, cubierto por un tatuaje. La primera visión de dicho tatuaje, grabado en su piel, con un tinte oscuro, me ha sorprendido.
La primera visión de dicho tatuaje, grabado en su piel, con un tinte oscuro, me ha causado algún problema psíquico, que dependía de mí en la primera impresión recibida de su persona, pero que acabaría de  transformarse en mi cerebro, en una impresión de optimismo. Y me llenó el espíritu de confianza, cuando le pedí que tuviera la amabilidad de mostrarme el dibujo misterioso, que exhibía en su brazo.
Pero al explicarme Javi, la extraña composición del tatuaje, se apoderó de mí el optimismo. ¿Por qué?, porque en aquellos tatuajes difíciles, estaba escrito el nombre de su madre, con letras del alfabeto del lenguaje oriental del Japón. También estaba representados los nombres de algunos hermanos suyos. Y aquel tatuaje lo cerraba la figura de un “León Oriental”, dispuesto a defender a su madre y a sus hermanos.

Javier o Chavi  no sólo era español y catalán, sino que se tatuó con dibujos  japoneses, que tienen que ver y en este caso han alcanzado la IGUALDAD de todos los habitantes de este Mundo.    

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