Javier o Chavi, en
lengua catalana, es un mozo que cumple la Ley de Dios que ordena: ”Ganarás el
pan con el sudor de frente”. Porque está encargado en un Hotel, “de dar de
comer al hambriento y de dar de beber al sediento”. Hoy en día, el Hotel no
está lleno de hambrientos y de sedientos, sino de clientes de un agradable
apetito, que son turistas y viajeros. Son personas, que buscan el descanso del
trabajo, que han ejercido durante toda su vida y en aquel ambiente fresco en el
verano y caliente en el invierno, acompañan su descanso con un buen apetito,
que alegra no sólo sus estómagos, sino
también su agradable descanso.
Para utilizar el placer de comer y de beber con gusto, son
los que en el comedor son complacidos por los camareros y camareras que ayudan
a los clientes a acompañar sus ricos bocados por bebidas nutritivas de leche y
de frutas con bebidas agradabilísimas, con el moderado poder del alcohol de sus
vinos, o con cervezas y aguas de famosas fontanas.
Hoy me ha llamado la atención en el comedor, un joven camarero, que es hombre amante de la
sociedad humana, pues no sólo da de comer a los que al comedor llegamos, sino
que lo hace con educación, acompañada por afecto humano, porque no sólo une los
alimentos para nuestros cuerpos, sino que acerca a ellos un afecto a estos
prójimos o próximos no sólo material, sino que con su sonrisa hace felices a
los viajeros, a los que ayuda a
alimentarse, aproximándoles, “el pan nuestro de cada día”.
Es, no sólo, una
convivencia agradable entre el público y los camareros, sino que la
presencia de Javi ante mi persona, cuando lo he conocido, me ha llamado la atención, su brazo derecho, cubierto por un
tatuaje. La primera visión de dicho tatuaje, grabado en su piel, con un tinte oscuro,
me ha sorprendido.
La primera visión de dicho tatuaje, grabado en su piel, con
un tinte oscuro, me ha causado algún problema psíquico, que dependía de mí en
la primera impresión recibida de su persona, pero que acabaría de transformarse en mi cerebro, en una impresión
de optimismo. Y me llenó el espíritu de confianza, cuando le pedí que tuviera
la amabilidad de mostrarme el dibujo misterioso, que exhibía en su brazo.
Pero al explicarme Javi, la extraña composición del tatuaje,
se apoderó de mí el optimismo. ¿Por qué?, porque en aquellos tatuajes
difíciles, estaba escrito el nombre de su madre, con letras del alfabeto del
lenguaje oriental del Japón. También estaba representados los nombres de
algunos hermanos suyos. Y aquel tatuaje lo cerraba la figura de un “León
Oriental”, dispuesto a defender a su madre y a sus hermanos.
Javier o Chavi no
sólo era español y catalán, sino que se tatuó con dibujos japoneses, que tienen que ver y en este caso
han alcanzado la IGUALDAD de todos los habitantes de este Mundo.
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