Es
curioso que Navarra y el Alto Aragón, tienen una historia medieval que es común. Basta ver
un libro navarro en que describe la arquitectura y señala en él, al Monasterio
de Montearagón. Alfonso el Batallador, rey de Navarra y de Aragón luchó en la
conquista de Fraga, donde fue herido y conquistó para Navarra la ciudad de
Tudela. Pero basta mirar los apellidos y los nombres de los campos de Navarra y
son coincidentes en gran parte con los de la provincia de Huesca. Cerca de
Benasque tenemos a Benabarre y al pueblo de Navarri. Y si nos ponemos a repasar
apellidos y topónimos de nuestra provincia nos encontraremos con un sinnúmero
de palabras vascoibéricas, por ejemplo Abarca, Algerri (molinos de Algerri,
propiedad de Guillermo de Artasona, procurador del prior de Roda), Andría o San
Julián de Andría, nombre ya casi olvidado, pero que los de Lierta han renovado
su uso. Hay que recordar que numerosos nombres vasco-ibéricos se van perdiendo
en su uso y más al quedarse desiertos
numerosos pueblos en nuestra provincia. Quedan personas con el apellido Isarre,
procedentes del pueblo desaparecido de Isarre, cerca de Murillo de Gallego;
existía también otro Isarre cerca de Santa Eulalia la Mayor y todavía vive
gente en la provincia de Zaragoza cerca de Sos del Rey Católico, en el pueblo
de Isuarre.
Pero
leyendo periódicos, revistas o consultando mapas se encuentra uno con Astazu,
Arraro, Bara, Barasona, Bareche, Belarra, Esco, que es un pueblo a las orillas
del pantano de Yesa y ya despoblado, que en vasco significa mano y del que se
derivan apellidos tan aragoneses como navarros, como Escuer o Escoain y del río
navarro-aragonés Esca se derivan los
apellidos Escabosa, Escanero, Escario, Escartín y Escar.
Pero
el apellido Abarca, navarro-aragonés, entra a formar parte de los orígenes de
los reyes de Navarra y de Aragón, teniendo el primer Rey de Aragón tal
apellido, siendo llamado Sancho Abarca. Como escribo en mi libro Retablo del Alto Aragón, “En la
página 273 del libro tercero de la obra Corona Real, editado el año 1638, en el
capítulo VIII dice el fraile de San Juan de la Peña, doctor La Ripa, que este
príncipe don Sancho Abarca, llamado Cesón, tuvo un nacimiento casi, o poco más
o menos, milagroso”. También el padre maestro Pedro Abarca, que siendo
historiador luce también el apellido Abarca, en sus Anales refiere el caso
“milagroso” en la siguiente forma: “Cuando los moros acometieron y mataron a
los reyes don García y doña Urraca, llegó presto…un rico hombre que en unas
historias era navarro y en otras de los Abarcas de las montañas de Aragón, lo
que pone de manifiesto que en nuestros Pirineos había hombres y mujeres a los
que llamaban Abarca… y encontró el cuerpo de la reina, que por la boca de una
grande herida descubría el hijo, que se esforzaba en vivir, sacando por ella la
manecilla, como pidiendo socorro, para huir de aquel cadáver y sepulcro. El
caballero lo escondió en lo alto de las montañas y en ellas lo crió. De este
interregno o período en que Sancho Abarca vivió oculto vienen confusiones de
fechas históricas, pero la solución de estos problemas las dan historiadores
navarros y la oscense Angelines Campo,
cuando dice: “Se cree que el linaje aragonés de los Abarca procede de Sancho
Abarca, hijo del rey de Navarra García Iñiguez y de su esposa la reina doña
Urraca Jiménez, hija del conde de Aragón”.
Ambos monarcas a saber padre e hijo fueron enterrados
en San Juan de la Peña.
Pero
no quedó en estos nombres la historia, porque “en la Crónica de los Reyes de
Navarra del Príncipe de Viana está escrito que algunas veces calzaba abarcas y
tomó muchos lugares entre los cuales había uno que hoy se llama Sancho Abarca”,
que está en las Cinco Villas. En mi libro Retablo del Alto Aragón, se lee: ”Ustarroz, gran amigo de doña Ana
Francisca Abarca de Bolea, le escribió a don Bernardo Abarca de Bolea y Castro
que su origen por línea recta de varón era la del rey don Sancho Abarca,
uniendo aquella sangre real a la de las nobles casas de Castro e Híjar, que
continuó con las casas de Aranda, Sástago y Fuentes”.El Conde de Aranda, que
sabía que su familia y la de los Abarca Señores de la Garcipollera y de Gavín,
cuya casa tiraron hace poco en la calle Sancho Abarca, escribió una carta al
abad de San Juan de la Peña, porque le facilitó sus investigaciones sobre “su
entronque con los reyes de Aragón “ y con el fin de poder ser enterrado con
ellos, como efectivamente lo está.
El Conde de Aranda, que participó durante algún tiempo
en la política de España, buscó siempre su desarrollo, hablando de la nación
aragonesa y en esos años un tanto retrasados, él “dejó a sus obreros de la
Cerámica de Alcora, la jubilación con su sueldo íntegro”. Ya sus antecesores,
como Ana Abarca de Bolea “estuvo siempre preocupada por la mejora de la
condición de las mujeres”. Ella para
relacionarse con los libros y con el arte no se quiso casar y se quejaba
de que las monjas, sin saber latín, tuvieran que rezar todos los salmos.
Don
Pedro Pablo Abarca de Bolea venía de una de las familias más ilustres de Aragón
y por tanto “echaba todavía de menos los privilegios arrancados a su tierra, la
más enérgica de los diez o doce pueblos distintos que encierra la Península”.
”En cambio durante sus estancias en el extranjero, Aranda fue más español que
nadie”. Y como prueba de lo dicho, se preocupó por la construcción del Canal
Imperial y por la Sociedad Económica de
Amigos del País.
Pero
llegó el año 1700 y en España los Borbones
“crearon una monarquía administrativa cuyas acciones gubernamentales
fueron cumplidas al unísono por todas las clases y todos los territorios” y
creyeron que con este sistema iban a resolver los problemas políticos de la
unión entre todos los pueblos de España. Pero el conde de Aranda ,que como
acabo de escribir “fue más español que nadie”, “echaba todavía de menos los
privilegios arrancados a su tierra”.La nueva dinastía de los borbones iban
anulando los fueros para gobernar de una forma castellana y francesa. En la
Enciclopedia de Aragón pone: ”La entronización de la dinastía borbónica en
España, en virtud del testamento de Carlos II, fue aceptada en Huesca, como en
el resto de Aragón, sin dificultad, si bien se mostraba una cierta preocupación
por el mantenimiento de los Fueros”. En 1707 cayeron Valencia y Aragón,
Mallorca en 1715 y Cataluña en 1716 y acabaron con sus prerrogativas políticas
y judiciales, perdiendo sus foralidades
históricas, políticas y judiciales.
Por
eso el conde Aranda no estaba contento con esa política, en cambio Navarra y el
Pais Vasco, como eran fieles a los Borbones, se vieron libres de perder sus
fueros, porque se suprimieron los poderes forales en diez de las Capitanías
creadas y únicamente Navarra conservó la figura del virrey. Además “las Cortes
forales aragonesas fueron eliminadas y únicamente Navarra conservó sus
prerrogativas y funciones”.
El
Alto Aragón se separó de Navarra cuando Ramiro el Monje casó a su hija doña
Petronila con Ramón Berenguer IV de Barcelona y entró a ser manejado por
Zaragoza; los nobles oscenses se fueron marchando casi todos a esta ciudad,
buscando las ventajas a recibir del centralismo burocrático. La Universidad fue
durante el siglo dieciocho objeto de ataque por Zaragoza, que la quería cerrar
y en la Enciclopedia Aragonesa dice:
”las confrontaciones con Zaragoza por la Universidad siguieron a lo largo de
este siglo, agriadas a partir de 1656 con el asunto de las aguas del río
Gállego”. Huesca obtuvo sentencia
favorable, que fue objeto de desacato por Zaragoza. Huesca a pesar de la lucha
por las aguas del Gállego, que quería
traer con un canal a través de la Sierra de Presín y Zaragoza rechazó, seguía preocupándose del
agua, como demostró con la construcción del pantano de Arguís. Pero en 1875,
Zaragoza consigue que se suprima la Universidad de Huesca, que quedó como
frustada, siendo una ciudad culta, en
todo el siglo XVIII, con Lastanosa, Aranda y los Azaras.
Aranda
miraba mucho por Aragón, pero Floridablanca y Godoy le tuvieron manía, pero él
siempre fue un amigo de los Fueros de Aragón. Unos eran los foralistas, que
defendían el reconocimiento de los privilegios o fueros de excepción y la
restauración de las instituciones que fueron quemadas cuando llegaron los
borbones. En cambio los liberales decían que lo antiguo estaba pasado. Estas
ideas dieron lugar a las guerras carlistas, en el siglo XIX, con más intensidad
en Vascongadas y en Cataluña y aquí en el Alto Aragón hicieron sufrir a sus
habitantes, como aquel vecino de Ola, que al ser utilizado por un grupo
carlista de Navarra, exclamó: “más vale humo que ir a Quicena” y en pueblos
como Siétamo, que tenían desde 1830 el
proyecto de regar su monte con el río Guatizalema, vieron como se deshacía, con
una de aquellas guerras carlistas.
Dionisio Ridruejo, sufriendo por estos
problemas ,propone en 1962 y publicado en la Argentina que “para hacer frente al problema,
reconociendo su fuerza de realidad, habrá que ir, evidentemente, meditando
nuevas fórmulas, alejadas del centralismo
imperativo que hoy se practica y capaces de orillar las reacciones que
dieron respuesta en el pasado a las fórmulas de autonomismo, cuando estas
parecían sospechosas de privilegio…encubridoras de un espíritu de fuga y
exención frente a los problemas de las
regiones de bajo desarrollo o anticipadoras de la pulverización de España”.
¿Porqué,
pues los altoaragoneses no hemos progresado como los navarros?. Algunos dicen
que porque somos vagos y envidiosos, pero eso es mentira porque genéticamente
somos como los navarros de razas de lengua vasca y de celtas primitivos y después
procedentes de las invasiones de los bárbaros. Joaquín Costa al que no hacemos
caso o más bien no se lo hacen, decía: ”No tenéis los canales de Tamarite y de
Sobrarbe porque no queréis. Por vuestra desidia, por vuestra falta de
constancia, por vuestra indolencia”. Es “cabreante” al pasar por Angüés, ver
como a la calle por la que pasa la carretera, la llaman Avenida de Joaquín
Costa, como si este pueblo, casi despoblado, estuviera esperando todavía que
por él pase el Canal del Cinca. No son los altoaragoneses los culpables de este
retraso, sino los caciques, que han deshecho las ideas del pueblo sobre su
futuro. Contemplemos los castillos o enormes fincas que desde Ayerbe van
bajando hacia el sur y sepamos que los caciques de entonces se negaron a su riego.Y
como hemos visto el gran cacique que Huesca soporta es Zaragoza, que nos
suprimió la Universidad, cuando en Pamplona existen dos universidades. Pero no
sólo ha sido Zaragoza la culpable de nuestro retroceso, porque también Huesca,
ya hace años tomó las aguas del Somontano , al que hoy llaman Plana de Huesca,
pero no hizo nada para que aquellos pueblos de San Julián, Barluenga ,
Loporzano y los de la ribera del Guatizalema no pasasen la necesidad de agua,
que ahora están sufriendo. En estos momentos del año 2006, se ha aliviado algo
la escasez ce agua, por las obras que el año pasado, se realizaron. Esa antigua
conducta de no resolver a los pueblos el problema del agua es insolidaria y
tiene malas consecuencias porque, siendo pocos como somos, vamos camino de nada.
Siempre
los altoaragoneses han acudido a actos de confraternización, como a la
procesión de Santa Orosia en Jaca y en Yebra de Basa, al Pueyo de Jaca los de
Barbastro y una gran comarca del Somontano, con pueblos como Antillón, a la
ermita de Santa Quiteria en Tardienta, etc., etc. y a la Ermita de Loreto en
Huesca, donde parece que todos los que allí van, aman y son amados por San
Lorenzo. Allí se oyen jotas, como se escuchaban antes en todos los pueblos de
la provincia, pero no se unen aquellos hombres para que el Alto Aragón progrese
y no tengamos que marchar todos de
emigrantes, como por ejemplo mi hermano Manolo. Existe también la desidia, que
hace creer a la gente que su esfuerzo no
va a traer el bien común, quizá porque
han visto a los caciques trabajar sólo en su beneficio.
Esta
sequía puede que haya sido San Lorenzo el que se la ha pedido al Señor, porque
con ella se ha conseguido sacar agua del Canal del Cinca, pero es preciso que
se dé la solidaridad entre todos los miembros de la Comarca para solucionar
fraternalmente el problema de la falta de agua a Huesca, en primer lugar y los
demás pueblos, que carecen de ella.
En
Pamplona en la iglesia de San Lorenzo se guarda durante el año la figura de San
Fermín y en sus paredes cita a San Lorenzo, hijo de Huesca. San Lorenzo era
amigo del agua porque al lado de la ermita se encuentra la alberca de Loreto.
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