Belsue (Huesca). |
Yo estuve en Belsué cuando no
había carretera para llegar a dicho pueblo y en la Ermita de Aniés conocí a
pastor José María Aquilué, para bajar con él a Belsué a vacunar sus ovejas. Lo
conocí cuando ambos éramos jóvenes, vacunando sus ovejas en el citado lugar.
Aquella tierra yo la amaba, porque mi abuelo materno, que fue Diputado
Provincial de Huesca, descendía del próximo pueblo de Zamora, desaparecido hace
ya muchos años. De ese pueblo de Zamora, heredó el apellido de López de Zamora.
Se
encontraba entre Used y Bara, en plena Sierra de Guara. El tuvo su familia
cerca de esos pueblos, en casa Zamora de Caminos recorridos desde la niñez,
hasta la vejez.
El domingo, día dieciséis de
Octubre de este año de 2016, subí al pueblo de Belsué a acompañar a mi nieto
Pablo, para que conversara con el pastor José María Aquilué, para hacer un
estudio sobre el ganado lanar, ya que José María había sido pastor toda su
vida. Yo conozco a dos de los últimos habitantes de Used. Estos me han contado
varias veces los caminos difíciles que recorrían para bajar a Huesca y subir
desde ella a Used.
Entonces todos los transportes
los hacían con mulas y subiendo aquellas laderas de la Sierra, cuando llovía o
nevaba, resbalaban por aquella tierra en la que vivían. En cierta ocasión, en
que el tiempo estaba totalmente revuelto, los vecinos de Used, tuvieron que
soltar las riendas con las que ordenaban la marcha de las mulas, pero ellas, totalmente
conocedoras del camino, subían aquellas laderas, en ocasiones de lluvias o
nevadas enormes, obedeciendo a su conocimiento de aquel territorio, casi sin
camino.
Aquellos dos serranos, se
cansaron de recorrer aquellos que no eran caminos, y abrieron un Bar en Huesca
en la calle Artigas, paralela al Coso Bajo, con su entrada por la Calle de Villahermosa
y allí estuvieron trabajando hasta que se jubilaron. Ahora los encuentro
paseando por las calles de la Capital y siempre nos detenemos, para recordar
tiempos pasados.
Si, recordamos tiempos pasados, unos en Siétamo y
ellos, mis amigos en Used y vemos como se han despoblado los pueblos de la Sierra, y se
han abandonado las casas, que se fueron demoliendo, han disminuido los rebaños
y se está convirtiendo la Montaña en un lugar de turismo, porque ya casi no
queda población fija.
Los vecinos de Used, ya no van
casi nada por su pueblo natal y han aumentado la población de Huesca capital. Dice
la prensa de estos días del año 2016, que en España van a disminuir sus
pobladores en cinco millones de personas en unos pocos años. Esto se explica
por la despoblación de muchísimos pueblos y la repoblación de las capitales. Los
vecinos de las capitales suelen tener pocos hijos y además ha aumentado el
número de divorcios. En las fincas grandes ya no hay trabajadores y los tienen que ir a buscar a las capitales, siendo muchos de
ellos inmigrantes, que han llegado aquí, provenientes de otros países.
En Belsué queda tan sólo el
pastor José María Aquilué, que conserva la llave de la iglesia y está pendiente
de que nadie se lleve objetos litúrgicos. Yo subí a Belsué acompañando a mi
nieto Pablo a visitar
al buen pastor José María y pude encontrarlo en el monte, donde estaba apacentando sus ovejas, gracias
al interés que demostró Vicente Laliena, que nos acompañó, hasta que lo
encontramos. A Vicente lo encontré rodeado por su familia, entre cuyos hijos se
encontraba un doctor en Medicina y como Vicente me conocía por haber trabajado
en la Gasolinera de Siétamo, no me abandonó en ningún momento. Vicente es de
Belsué y ha reconstruido su casa, con muy buen gusto y allí pasa
muchos ratos gozando de la Naturaleza y huyendo del mundo. El, con su coche recorrió terrenos, hasta que
encontró a José María.
José María es el guardián de
Belsué. En cierta ocasión llegó a pedirle la llave de la iglesia, un canónigo
de la diócesis de Huesca, vestido de paisano, para ver su interior y el
custodio del pueblo desierto, dudaba si aquel individuo sería canónigo, como le
afirmó. Al fin, al darse cuenta de que
era un hombre honrado, lo acompañó a contemplar aquel templo, que era su
Iglesia Parroquial, dedicada a San Martín de Tours. Están decorados sus muros
con pintura mural, que recubre el “testero” de la Capilla Mayor. Parece ser de
estilo Románico. Esta Iglesia es un templo románico – lombardo del siglo XI. A
José María Aquilué, lo conozco desde que yo estuve soltero, dedicado a cuidar
ganado lanar y cabrío y está identificado totalmente con aquella tierra, donde
vivían los cristianos en la Edad Media, siendo su iglesia de estilo mozárabe.
Vivían entonces escondidos de los árabes en aquellas montañas de más cerca de
dos mil metros de altura en la Punta de Guara y de unos valles profundos. Pero siguió durante muchos siglos una tierra
escondida y mal comunicada con la Hoya de Huesca.
Yo estuve de veterinario en la villa de Bolea y tenía que subir a Belsué a
vacunar las ovejas contra la Basquilla. Entonces no existía la elevada
carretera que une Belsué con el turístico pueblo de Arguis y los vecinos del
citado pueblo de Belsué, arreglaron mi llegada a su pueblo para vacunar sus
rebaños. A la Ermita de la Virgen de Aniés, en una gran elevación, suben de peregrinación, habitantes de pueblos
como Bolea y Aniés, que miran desde el Sur de la Sierra, como acuden los
habitantes de los pueblos del Norte de ella, como los de Belsué. Me convocaron
en dicha Ermita, el día de la Virgen en plena romería y desde allí me bajaron
los vecinos de Belsué a vacunar su ganado.
Yo me monté en una mula y cabalgué por aquellos terrenos casi completamente
inclinados. Los vecinos de Belsué me invitaron a apearme de la caballería, pero
yo me sentía orgulloso y no quise bajarme. Si la mula hubiera dado un traspiés,
yo hubiera bajado por aquellas laderas montañosas, para morir en ellas. Estos
casi caminos eran los mismos que usaban los vecinos de Used y de Bara y estas
situaciones me hacen recordar, la dificultad que tenían los habitantes de la
Sierra de Guara, para vivir durante siglos caminando con enormes dificultades,
como Cristo , camino del Calvario.
¡Qué bien lo pasé en Belsué,
vacunando aquellas ovejas, con un cielo claro, pero yo desprecié la bondad de
aquellos serranos, que me invitaron a dormir en el pueblo, para marchar al día
siguiente!. Pero yo recordando la peligrosa venida al pueblo de Belsué, me dio
miedo el estar por más tiempo en él y
tenía ganas de acabar esa marcha con aquellos maestros de camino en la Sierra de Guara. Para volver
de Belsué, monté en una mula y me bajó dirigida por un belsetano, hasta la
Ermita de la Trinidad de Bolea. Aquí se acabó mi aventura para ir y volver a Belsué.
Han pasado unos cincuenta años de
mi viaje a Belsué, pero he tenido ocasión de repetirlo de nuevo, pero por una
carretera, que construyeron hace unos años, que sube por Arguis y pasa por el Molino Nuevo. Este Molino Nuevo
está en lo más alto de la carretera y cerca del Túnel de la Manzanera. Pero no
subimos por ese camino y seguimos por el camino asfaltado, que nos lleva al
valle de Belsué y a Nocito. Es un camino sinuoso y estrecho, por el que hay que
circular con gran prudencia y más cuando
vienen otros vehículos en dirección contraria. Descendiendo de la altura del
Molino Nuevo, se ve Belsué, con sus casas construidas con piedra, muchas de
ellas en ruinas, y con tejados de pizarra. Cerca se ven las aguas del Pantano
de Belsué, que le proporciona el río Flumen.
Llegué a Belsué para que mi nieto
Pablo , conociera al sabio pastor José María Aquilué. Subimos
primeramente a su casa, y frente a la puerta de su casa, estaba atado a su
caseta un perro de pastor, que casi no nos ladró y entre la puerta de su casa y
la caseta del perro, caminaba con pasos que suelen dar los ánades e iba y venía,
desde el perro a la puerta de su casa. Los que van por el mundo huyendo del
trabajo, para vivir en plena Naturaleza, dos o tres días antes, habían
penetrado en su casa, ya que José María, no tenía la costumbre de cerrarla con
llave y allí los encontró, como preparando su refugio natural , sin tener que
construir con ladrillos y tejas. Es curioso que José María Aquilué tenga que
defender de ahora en adelante su domicilio de la invasión de algunos que huyen de las ciudades.
Era difícil para nosotros
encontrar ningún “carrilano” en su pueblo de Belsué, pero gracias a Vicente,
encontramos a José María a orillas del río Flumen o de una corriente que desemboca
en el dicho Flumen. Es curios que por pueblo tan norteño corra un río con
nombre latino, como las cabezas de mármol romanas, encontradas en Nocito.
Mi querido nieto Pablo estudia en
Pamplona una Carrera, que hace que los que la estudian, hagan películas de
cualquier espacio del Mundo. Algo tenían tratado entre el pastor José María y él mismo. En
cuanto se encontraron estuvieron hablando y quedaron en verse el siguiente domingo. En tanto hablaban
el bueno de Vicente y yo comentábamos mi antigua visita a Belsué y él me habló
de su emigración del pueblo y de su amor a tal lugar, que le llevó a
reconstruir su casa natal y yo gozaba viendo su casa y hablando con su
simpática esposa y con sus jóvenes hijos.
¿Qué tiene este rincón montañoso
de este lugar casi vacío , que me produce recuerdos emocionantes y que he
tenido la suerte de volverlo a pisar y a hablar con mi viejo amigo José María
Aquilué y gozar de la compañía de Vicente, que trabajó en la Gasolinera de
Siétamo?.
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