Lleva viviendo en
Cataluña cincuenta y tres años y todavía no ha olvidado el modo de
pronunciar que usan los andaluces, que
lo llevan no sólo en la garganta y en la lengua, sino que lo llevan dentro de
su corazón. No odia a ninguno de los hombres, que viven en los distintos mapas
y según él mismo se expresa, sino que ama a los catalanes, que según él mismo “son
gente magnífica, sencilla y muy trabajadora, quizá demasiado”. Se identifica
con los catalanes por su amor a la poesía, al arte y concretamente a la música,
pero no fue menos trabajador que ellos, porque me dijo que había cotizado a la
Seguridad Social, treinta años de su vida, desde que cumplió los catorce. Estando
sentado en un velador, sacó una armónica sonora y endulzó mis oídos. Esa
armónica la compró su “papá”, como él lo dice en San Roque de Cadiz, cuando
venía de Ifni, de hacer el Servicio Militar. Ama la música como ama ahora
ama su armónica, que conserva, usándola,
haciendo sonreír sus notas, lo mismo cuando la lleva consigo, que a cualquier
hora del día o de la noche. Se aloja por las noches, en un equipo de juegos
infantiles y si encuentra a alguien, lo recrea con su música. El mismo jienense
me cuenta que estas noches pasadas, se aproximaron a los citados juegos
infantiles, unos italianos, no
analfabetos, sino con sus carreras
acabadas, otros eran artistas, todos ellos como confesaba el andaluz, con un
corazón enorme y acompañados por un perro cariñoso, que les daba alegría y
compañía.
Estamos sentados en un velador, en Comarruga, población catalana, donde se
escucha hablar en catalán y en castellano y se ve de vez en cuando una bandera
de cuatro bandas roja y otras amarillas, que es una bandera común con Valencia,
Aragón, Baleares y Cataluña, que no inspira antipatía , sino amor. El jienense
habla además del castellano, el catalán
donde encuentra un paraíso, porque por las tardes, cuando el sol se va a
esconder, hay familias que habiendo comprado su comida en los bares y tiendas
de alrededor, la parte que no han comido, se la dan al andaluz y a sus amigos.
Al enamorado de la belleza de Comarruga, le
encanta la Naturaleza de la Costa Mediterránea y va caminando descalzo por la playa, a veces desde Sitges
hasta el Alcocebre de Castellón.¡Qué suerte ha tenido el jienense con sus
treinta años trabajando, convirtiéndolos en compatibles con su vida de Amante de la
Naturaleza!. Me explica su marcha lenta por la vida, porque si uno camina muy
deprisa, se pierde los puntos en los que su vista podría recrearse, y si va despacio,
aumenta su diversión y la contemplación
de las cosas curiosas de la Naturaleza.
Conserva el dinero, porque no ambiciona el gasto
abusivo. Su madre, le quiere mandar dinero, pero él, le dice: ”mamá, no me mandes más dinero, que
todavía me queda del que me mandaste hace quince días”.
No me cabe la menor duda de que este trabajador-
turista es un tipo especial, porque no bebe vino ni productos alcohólicos, en
cambio, mi amigo el turista sin hotel,
ama el Arte, como Gaudí y la Música, como Pau Casals, pues lleva consigo y muy cuidada, la armónica que
le compró su “papá”. Allá, en Comarruga,
se encuentra el Chalet Musical de Pau Casals, que recuerda mi amigo, el
andaluz, como los catalanes, guardan el arte de Picasso.
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