martes, 9 de mayo de 2017

El Señor y el Quijote



Le he regalado a un Señor, que estaba desayunando en un Bar, unos  folios, que le he escrito sobre el Quijote. Yo creía que no podría soportar la lectura de dicho “rollo”  literario,  después de tomarse su café. Pero,  al marcharme del Bar, le he preguntado, qué tal le había sentado el trabajo literario, sobre el Quijote, que es el mejor escritor del Mundo. Me he quedado sorprendido al escuchar su respuesta, porque me pareció que se le había roto  la dureza del pensamiento moderno, que sólo lo emplea en las cuentas, en las compras, en las ventas, en los precios, y en los intereses, dejando los pensamientos del cerebro olvidados y los sentimientos del corazón, abandonados. ¿Por qué digo esto?. Sencillamente porque leyendo la breve historia del Quijote, se le despertó su cerebro y se le nutrió su sensibilidad.

Es un señor  que hace la vida con sus negocios y me parecía que se le olvidaban los pensamientos cerebrales y los sentimientos de su corazón. Y al preguntarle por su lectura quijotesca, yo le noté el corazón sensible, como  si soñara una vida, que ya está olvidando.

Y él, no le dio espacio libre al alcohol,  sí no que  buscó el trabajo diario.   Tal vez,  otros señores que pululan por la sociedad actual,  piensan en el juego de cartas  o en jugarse el dinero en las “maquinetas” automáticas.

¿Este señor pensaba racionalmente y sentía la vida en su corazón?. Sí, porque leyó las aventuras de Don Quijote, que yo le proporcioné, con un interés enorme y sin perder ni un segundo en distraerse de la vida del Quijote, que tenía delante de sus ojos. Cuando acabó de leer las aventuras de Don Quijote y de Sancho Panza, se le notaba un aumento de su sensibilidad.

El señor, al leer estas letras, conmovió su corazón y al acordarse de Don Quijote y de Sancho Panza, recordó en sus oídos la Jota Aragonesa, que le hacía arder su corazón o aquel canto, que recordó de cuando era niño y que sonaba : “Ay  Mari Crú, ay Mari Crú, maravilla de mujer, tu eres un rojo clavel, mi vida sólo eres tú, y por jurarte  yo eso, me diste en la boca un beso, que aún me quema , ¡Mari Crú!.  

En estos momentos se acuerda el Señor, de la música de Opera y sobre todo de la Zarzuela y de todos los tonos de la misma música, que tiene pasajes,  que conmueven los corazones.

Pero la música de aquellos pasados años,  sigue sonando, porque nos recuerda la poesía, la historia. Sus sonidos hacen volver a nuestros oídos el humor, las penas y las ilusiones, del pueblo. Y hoy en día, el “Género chico” con sus zarzuelas,  hace recordar la alegría y la belleza, cuando cantan “madrileña bonita, flor de verbena; eres como un ramito, de hierba buena”,  que compuso Sorozákbal  en “ El manojo de rosas”.

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