En un cuaderno en que hace unos
treinta años, apuntaba los perros que vacunaba contra la Rabia, por los pueblos
del Somontano, he encontrado un romance de cuando vacunaba en Fañanás,
que me recitó, una señora, de cuyo nombre no me acuerdo, por los
numerosos años que han pasado. Me esfuerzo en recordar su nombre para que los
vecinos de ese pueblo, recuerden con cariño a esa persona tan amante de las
costumbres de su tierra.
Esta señora ya no veía ciegos,
afinando su guitarra, para hacerla sonar ,mientras sus esposas recitaban Romances de tiempos pasados, pero se acordaba
de haber contemplado y escuchado a
romanceros ciegos. Yo mismo recuerdo con admiración y cariño a “Los ciegos de
Siétamo”, que por el mundo tocaban música en los bailes y recitaban “romances
de ciego”. Algunos de esos ciegos vendían diversos romances a los vecinos del
pueblo, por donde pasaban.
Don Luis María López Allué, que fue un escritor oscense de
Barluenga, escribió muchos cuentos. En 1894 fue nombrado Alcalde de Huesca, fue
Directos de El Diario de Huesca, donde escribió con el nombre de “Juan del
Triso”. En el Monte del Señor Madurga, representó con mis parientes de apellido
Almudévar, entre las que se encontraba
una Almudévar casada con el dueño de Casa Carderera. “Juan del Triso” define la forma de ser de los comediantes en
la comedia “Romance de Santa Bárbara”, en que un ciego canta dicho romance.
Pasaron muchos años desde que “Juan
del Triso”, se preocupó de Huesca y llegaron aquellos años en que yo ejercía de
Vetrinario en Fañanás y una buena señora de este pueblo, me comunicó el Romance
siguiente:
El romance se expresa así: “Oigan
todos los presentes, hombres mujeres y niños, el milagro portentoso que hace
poco ha sucedido: Era una moza muy guapa del pueblo de Fañanás, que estaba para
casarse, con un mozo de Sipán. Era el novio el heredero de casa de un par de “güeyes”.
Mica tronera ni pincho, ni amigo de las mujeres. De mucha disposición, dicen
que era la doncella, pues sin aduya de
naide se masaba siete hanegas. Firmaron los capítulos en casa
del Escribano, todos contentos y alegres, porque era un güen apaño.
Le siñalaron a ella, siete onzas
en el día y treinta duros pa ropa, que compraron en seguida. El día que les
echaron primera amonestación, ella bajo la pastura a los cerdos, ¡con perdón!.
Hallándose en el corral vino por
San Garrapasio, una tronada muy grande, que a todos causaba espanto. Pegó un trueno que paicía que el mundo se
había hundido y una centella cayó, dejándola sin sentido.
Del susto de la caída, pues no se
sabe de cierto, la pobrecita doncella
enfermó de un abrispero (Absceso, producido por las avistas)
Lo cierto es que salió en sitio particular, pues sólo puede decirse que
no se podía sentar.
El ministrante asustado al ver
aquella “postrema”( parte posterior), aconsejó la llevaran a los trujanos de Güesca.
En un vulquete la echaron, bien
arropada de mantas y arrearon pa la ciudad, un sábado de mañanas.
Llegaron al medio día, y,
enfrente a Santo Domingo, la pobrecica
doncella, s’aclamaba dando chilos.
Cúrame Santa Barbara, cúrame esta barbaridad, mira que si no me curas, será
grande mi desgracia, pues no encontraré acomodo, y dirán que tengo “tacha “.
A la Santa se aclamó, con tanta
fe y tan de veras, que sus dolores
pararon, al llegar a la Pedrera.
Y en casa de Escusacenas, donde fueron a comer, sana y buena se bajó,
del vulquete por su pié.
La desanimó el trujano y dijo : muy
bien estás; puedes volverte si quieres esta tarde a Fañanás.
La doncella se marchó corriendo a
Casa de Vilas y compró a Santa Bárbara una vela de tres libras.
Casa de Vilas era una confitería,
del Coso Bajo, con la Plaza de San Lorenzo, al otro lado del Coso Bajo. El
Señor Vilas hacía “castañas de mazapán”, que todavía preparan en una confitería
en la Carretera de Zaragoza. En una de las Guerras Carlistas, su dueño que
pertenecía a este grupo conservador, tuvo que huir a Francia acompañado por un
bisabuelo mío y un señor del pueblo de Liesa. Yo me acuerdo de ver al confitero
Vilas, con su traje negro y su reloj de cadena que le colgaba de su cintura y
escondía en un pequeño bolsillo en la cintura de su pantalón. En la frontera
francesa, su figura les ideó que era al gún revolucionario y no lo dejaban
entra en Francia, pero se superó aquella dificultad.
Gracias te doy, Santa mía,
arrodillada le dijo, pues no quieres, no
consientes que me quede en el “vacibo”. (Ganado o personas no fecundados)
Volvieron todos al pueblo, contentos
con lo pasado, y se cenaron un choto pa festejar el milagro.
La boda se efectuó, hace dos
meses y medio y el matrimonio a la novia, le dice, que la hizo pruebo.
Santa Bárbara bendita, todos a tí
nos volvemos. Líbranos de mala nube,¡ y líbranos de abrisperos!.
Ahora , que ya estoy jubilado, me
doy cuenta de que en los pueblos ya no queda en algunos, nadie y en otros se
han muerto muchos vecinos y tengo que recordar aquellos tiempos en que una
señora, me contó el Romance de la Doncella de Fañanás.
Se están quedando los pueblos
desiertos y las ciudades están superpobladas. Yo tengo que recordar tiempos pasados
para contemplar una vida, que pasa por la alegría y por la tristeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario