jueves, 6 de julio de 2017

Romance del Somontano.




En un cuaderno en que hace unos treinta años, apuntaba los perros que vacunaba contra la Rabia, por los pueblos del Somontano,  he encontrado  un romance de cuando vacunaba  en Fañanás,  que me recitó, una señora, de cuyo nombre no me acuerdo, por los numerosos años que han pasado. Me esfuerzo en recordar su nombre para que los vecinos de ese pueblo, recuerden con cariño a esa persona tan amante de las costumbres de su tierra.

Esta señora ya no veía ciegos, afinando su guitarra, para hacerla sonar ,mientras sus esposas recitaban  Romances de tiempos pasados, pero se acordaba de haber contemplado y escuchado  a romanceros ciegos. Yo mismo recuerdo con admiración y cariño a “Los ciegos de Siétamo”, que por el mundo tocaban música en los bailes y recitaban “romances de ciego”. Algunos de esos ciegos vendían diversos romances a los vecinos del pueblo, por donde pasaban.

Don Luis María  López Allué, que fue un escritor oscense de Barluenga, escribió muchos cuentos. En 1894 fue nombrado Alcalde de Huesca, fue Directos de El Diario de Huesca, donde escribió con el nombre de “Juan del Triso”. En el Monte del Señor Madurga, representó con mis parientes de apellido Almudévar,  entre las que se encontraba una Almudévar casada con el dueño de Casa Carderera. “Juan del Triso”  define la forma de ser de los comediantes en la comedia “Romance de Santa Bárbara”, en que un ciego canta dicho romance.

Pasaron muchos años desde que “Juan del Triso”, se preocupó de Huesca y llegaron aquellos años en que yo ejercía de Vetrinario en Fañanás y una buena señora de este pueblo, me comunicó el Romance siguiente:

El romance se expresa así: “Oigan todos los presentes, hombres mujeres y niños, el milagro portentoso que hace poco ha sucedido: Era una moza muy guapa del pueblo de Fañanás, que estaba para casarse, con un mozo de Sipán. Era el novio el heredero de casa de un par de “güeyes”. Mica tronera ni pincho, ni amigo de las mujeres. De mucha disposición, dicen que era la doncella, pues sin aduya  de naide se  masaba  siete hanegas. Firmaron los capítulos en casa del Escribano, todos contentos y alegres, porque era un  güen apaño.

Le siñalaron a ella, siete onzas en el día y treinta duros pa ropa, que compraron en seguida. El día que les echaron primera amonestación, ella bajo la pastura a los cerdos, ¡con perdón!.

Hallándose en el corral vino por San Garrapasio, una tronada muy grande, que a todos causaba espanto.  Pegó un trueno que paicía que el mundo se había hundido y una centella cayó, dejándola sin sentido.

Del susto de la caída, pues no se sabe de cierto,  la pobrecita doncella enfermó de un abrispero (Absceso, producido por las avistas)

  Lo cierto es que salió en sitio particular, pues sólo puede decirse que no se podía sentar.

El ministrante asustado al ver aquella “postrema”( parte posterior), aconsejó la llevaran a los trujanos de Güesca.

En un vulquete la echaron, bien arropada de mantas y arrearon pa la ciudad, un sábado de mañanas.

Llegaron al medio día, y, enfrente a  Santo Domingo, la pobrecica doncella, s’aclamaba dando chilos.

Cúrame  Santa Barbara, cúrame  esta barbaridad, mira que si no me curas, será grande mi desgracia, pues no encontraré acomodo, y dirán que tengo “tacha “.

A la Santa se aclamó, con tanta fe y tan de veras,  que sus dolores pararon, al llegar a la Pedrera.

 Y en casa de Escusacenas,  donde fueron a comer, sana y buena se bajó, del vulquete por su pié. 

 La desanimó el trujano y  dijo :  muy bien estás; puedes volverte si quieres esta tarde a Fañanás.

La doncella se marchó corriendo a Casa de Vilas y compró a Santa Bárbara una vela de tres libras.

Casa de Vilas era una confitería, del Coso Bajo, con la Plaza de San Lorenzo, al otro lado del Coso Bajo. El Señor Vilas hacía “castañas de mazapán”, que todavía preparan en una confitería en la Carretera de Zaragoza. En una de las Guerras Carlistas, su dueño que pertenecía a este grupo conservador, tuvo que huir a Francia acompañado por un bisabuelo mío y un señor del pueblo de Liesa. Yo me acuerdo de ver al confitero Vilas, con su traje negro y su reloj de cadena que le colgaba de su cintura y escondía en un pequeño bolsillo en la cintura de su pantalón. En la frontera francesa, su figura les ideó que era al gún revolucionario y no lo dejaban entra en Francia, pero se superó aquella dificultad.

Gracias te doy, Santa mía, arrodillada le dijo, pues no quieres,  no consientes que me quede en el “vacibo”. (Ganado o personas no fecundados)

Volvieron todos al pueblo, contentos con lo pasado, y se cenaron un choto pa festejar el milagro.

La boda se efectuó, hace dos meses y medio y el matrimonio a la novia, le dice, que la hizo pruebo.

Santa Bárbara bendita, todos a tí nos volvemos. Líbranos de mala nube,¡ y líbranos de abrisperos!.

Ahora , que ya estoy jubilado, me doy cuenta de que en los pueblos ya no queda en algunos, nadie y en otros se han muerto muchos vecinos y tengo que recordar aquellos tiempos en que una señora, me contó el Romance de la Doncella de Fañanás.

Se están quedando los pueblos desiertos y las ciudades están superpobladas. Yo tengo que recordar tiempos pasados para contemplar una vida, que pasa por la alegría y por la tristeza.

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