Libro San Cipriano en las ferias de Huesca. |
Ocurrido en la Montaña con una
suegra que leía el Libro de San Cipriano y tenía tratos con el maleficio.
“Ahora van cambiando los temas
que el pueblo usa para divertirse y para sufrir. Son numerosas y variadas las
películas que puedes obtener al adquirir el periódico diario. Son películas en
colores, que tratan del amor, del odio, de la Paz, de la Guerra y de tantos
temas que divierten tu vida o la hacen sufrir. Pero antes, en que el cine fue
primero mudo y luego en el Colegio, ese silencio lo convertían en sonido
musical, que nos alegraba a los niños, al ver las figuras de los artistas y
escuchar aquella música, que animaba nuestros corazones.
Estaba la sociedad en una época
en que se estaba pasando de los papeles, que vendían algunos ciudadanos en las
Ferias a los clientes, que se divertían con ellos, pues eran esas
cuartillas precursoras del Cine Mudo. Yo me acuerdo de contemplar algún
cuento o historia antigua e incluso compré la papeleta titulada “Ilustre y
verídico suceso”, que he guardado durante muchos años en distintos armarios.
Hoy me he encontrado uno de esos
folios, y quiero marcar la evolución de esos papeles escritos con historias y
cuentos antiguos, hacia el Cine, primero mudo y luego espléndido de color y de
sonido. Y recordando esos folios y pasé
después a contemplar el Cine Mudo, en el Colegio de San Viator, que ocupaba el
antiguo Palacio de los Duques de Villahermosa. Ahora compro películas, que las
venden unidas a los periódicos, en los Kioscos.
Tengo muchos años y me acuerdo de
la convivencia del Cine Público, con los sencillos folios de papel, que vendían
en las Ferias.”
El Horrible y verídico suceso,
que he encontrado en un armario, se expresa así: Santo Cristo de la Seo- Santa
Inés y Santa Blasa- danos fe para contar-una tremenda desgracia- que el Martes
de Carnaval-ha ocurrido en la Montaña.
Vivía un esquilador—que el señor Cosme se
llama,-con su mujer y su suegra,-cinco
chicos, la cuñada, un tocino con perdón ,- y una burrica
preñada.
Según dijendas del pueblo-era la suegra muy mala- y hasta se
corrían voces,- aunque no es cosa probada,-que el Libro de San Cipriano leía por
las mañanas,-que al infeliz de su yerno-lo incorporó por tres semanas- y que
tenía escondido en un cañuto de -plata-un lagarto de tres codas- y un zapo de
siete patas.-
A fuerza de brujerías-era un
infierno su casa- y a todas horas tenía-el marido y la cuñada,- los críos y la mujer-y hasta la burra
gramaba.
El Martes de Carnaval-se fue el
yerno de lifara, y con el Juez y el Albeitar-se comieron una craba-y se
bebieron dos nietros-de clarete de Lanaja
Regreso a su domicilio-cuando ya
rayaba el alba,- tan zorro que al pobrecico -no le tenían las garras.” el pelo
se me eriza.
Se preparaba la suegra para hacer
la matacía, y el caballero lleno de agua-en el calderillo hervía.
El Esquilador entonces,-cutio, cutio, se le arrima, cogió a
la suegra del moño y sin decir buenos días, la capuza en el caldero, revuelta
con las morcillas.
La suegra daba unos chilos- que
desde Marcén la oían,- con aquel
estrapalucio,-se levantó la
Familia, y aclamándose a los Santos, acudieron
en camisa, y por cierto que enseñaban las roñas de las rodillas.
Estando en estas, un humo-que de
azufre parecía-como la boira de preta-se puso por la cocina.
El esquilador les dijo: ya está la suegra
cocida;-ya no incortará a denguno -ni habrá en esta casa riñas.
Agarró las estenazas,-las metió
en el agua hirviendo,-se sapartan las
cadieras,-se vulcó todo el caldero-y en vez de salir la suegra,-como se pensaba
el yerno,-le salió una cergallana-que medía cinco metros- con las patas como un
onso,-la boca como el infierno,- los ojos como tizones- y la boca como un
perro.
Al ver aquel espantajo-se aclaman
todos al cielo- y las voces de “Socorro”-se oían por todo el pueblo,-acudieron
los vecinos- con jadas, horcas y aperos;-pero la fiera que echaba hasta por los
ojos fuego.-a todos los acomete-con mucha furia y veneno-y en menos que canta
un gallo-se comió a la hija y al yerno-a los chicos, la cuñada,-al Alguacil, al
Barbero, al Alcalde, al Sacristán y al Secretario del pueblo.
Aquí termina la historia, de este
terrible suceso,-Dios nos libre de las
suegras y también de los calderos. AMEN.
El prior de San Garapasio ha
concedido 50 días de abstinencia de agua a todos los que con mucho fervor
canten este verídico romance.
Huesca: Imprenta de T. Blasco, a
cargo de F. Delgado.
“Aquí se acaba la historia de
este horrible libro de San Cipriano, que proporcionaba tratos con el maleficio,
pero que me ha servido para recordar el caso que ocurrió en mi pueblo de
Siétamo, supongo que sería en la misma época que pasó y
en que cuenta “Horrible y verídico
suceso”, un cuento popular.
Un señor agricultor y muy buena
persona, que vivió hace ya muchos años en mi pueblo, tuvo un Libro de San
Cipriano. Algunas veces se sentaba al lado del Hogar y se ponía a leer alguna
noticia o meditación, pero en cierta ocasión le entraron en su cuerpo y en su
alma, algunas preocupaciones, que le hicieron pensar en los pecados que aquel
Libro le inspiraba y decidió quemar ese libro, que no era sólo de santos, sino
también de brujos. Una noche, estando en el hogar, lo echó por la chimenea del
hogar, para que se abrasara dicho libro. Él
pensó que aquellos papeles, se quemarían y sus cenizas se irían por la chimenea.
Pero al echarlo al hogar, el aire
caliente lo empujó hacia arriba y lo sacó por la chimenea al espacio. Mi amigo
no entendió la marcha del Libro de San Cipriano y se quedó confuso.
Mi amigo, cuando iba por los
caminos a sus campos, miraba hacia arriba, a un lado y a otro, peo nunca supo
donde se habría escondido su abandonado Libro.
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