jueves, 8 de noviembre de 2018

JOAQUIN COSTA Y MANUEL BESCOS ALMUDEVAR





El sabio aragonés de Graus, Joaquín   Costa (1847- 1911), cultivó la amistad con mi tío Manuel Bescós Almudévar, (1866- 1928) con el que tuvo una gran aproximación. Este tío mío, Manuel, era  primo   hermano,  de mi padre, Manuel   Almudévar y que fue “tan fiel al León de Graus, como para adoptar el transparente seudónimo de Silvio Kossti, y que  al fin, fue autor del epitafio que campea en el sepulcro zaragozano de su maestro”. Se expresa así:
Aragón a Joaquín Costa.
    Nuevo Moisés
De una España en éxodo
Con la vara de tu genio inflamado
Alumbró la fuente de las aguas vivas
          En el desierto estéril.
Concluyó leyes para conducir a su pueblo
          A la tierra prometida.
Tenía Silvio Kossti, una gran imaginación, dentro de sus  teorías,  que enfadó a la Iglesia Católica, por escribir lo siguiente:  ”Las tardes del sanatorio, impreso y publicado en esta ciudad, su autor, Silvio Kossti….cuyo asunto es la negación del alma y del libre albedrío , la afirmación y defensa del materialismo …”.
Era grande la amistad de Joaquín Costa con Manuel Bescós Almudévar o “Silvio Kossti”,  pero  al gran Joaquín Costa, no le “cayó” bien su abandono total de los principios  como la “negación del alma y del libre albedrío, la afirmación y defensa total del materialismo”.
Pero a Joaquín Costa no le faltaron ocasiones de estar triste, por las teorías ateas manifestadas por Silvio Kossti, que parece ser que le hicieron volverse más creyente o dudoso, cuando sus hijos ingresaron en la Academia Militar.
Pero su familia siguió creyendo en los misterios de la Religión.  Yo comprobé el sentido poético de su hija y prima mía, María Cruz Bescós, cuya  madre,  hermana  de mi abuelo Almudévar, amaba la Cruz. Era una mujer intelectual y escritora idealista y acudía a conversar con mis tías Teresina y Luisa a casa de Llanas, que vivían en la casa donde estaba establecida su Farmacia. Allí alternaba con intelectuales como el farmacéutico Feliciano Llanas, con su hermano  el  gran  escritor  José María Llanas  Aguilaniedo (1875-1921). Feliciano Llanas estaba casado con Pilar Almudévar  Casaus, hermana de mi padre. Y quiero recordar a Joaquín Santafé, nacido en Ibieca y que entró de aprendiz en la Farmacia de Llanas a los trece años y que murió con más de cien años. Él me contaba sus conversaciones con el gran escritor José María Llanas Aguilaniedo, con el que hizo una profunda amistad.
Recordar la vida en aquella Farmacia, te llena el corazón de alegría, porque a su lado se encontraba la Imprenta de Pérez, cuya dueña era Marieta, amante de las letras y de la Música, pues desde casa de Llanas, se oían las teclas de su piano. El doctor Barrón también hacía sonar el violoncelo y Enrique Capella el violín.  En su piso, a veces me tocó escuchar su música y sus cantos, pues a su casa acudía el escritor humorístico de la Nueva España, Enrique Capella y la madre amante de la  Música  del  todavía gran creador de Cine Carlos Saura.
 ¡Que fin tan pobre y tan triste tuvo la vida de esta mujer, periodista, llena de humor y de arte, Marieta Pérez!.
María Cruz Bescós, cuando mi padre, mi esposa y mis hijos, fuimos a vivir a Huesca, vino a visitarnos y aquella memoria del pasado de nuestra casa de Siétamo,  que  fue destruida durante la Guerra Civil, y que ella lo sabía por información de sus primas y tías mías, se le alivió, porque en el comedor del piso de Huesca, encontró una mesa de nogal, que fabricó en Bolea, el carpintero. Cuando le dije que yo me había propuesto recordar aquellos muebles perdidos por la Guerra, con otros que recordaran lo antiguo, no cesó de ponderar la belleza de esa mesa de nogal, que yo había preparado para  sustituir  uno  de  los muebles  destruidos  o robados por aquella vil  Guerra Civil.
Después de conocer a María Cruz Bescós en su propia casa y en la Torre Casaus, conversando con   mis  tías Teresina y Luisa, fueron muriendo las tres, pero aparecieron en mi vida, la viuda del General Alamán , llamada Teresa Bescós, acompañada de su hija Teresa Alamán Bescós. Ambas, madre e hija formaban una pareja feliz y yo creo que se sintieron todavía más felices al acudir a Casa Almudévar de Siétamo, donde convivieron con mi esposa  Feli, con mis hijos y conmigo mismo.
Vivieron bastante tiempo en la Casa del Parque de Huesca, encima del piso en que vivíamos nosotros.  Íbamos  unidos  a  Siétamo, donde se sentían felices. Teresa  Alamán  Bescós,  era el símbolo de una mujer feliz, pues era culta con su título de  Abogado. Estuvo muchos años trabajando en la ONU, en Suiza y en Bélgica, y además era un símbolo de la Paz. Mi hija pequeña, Pilar, estuvo en su casa de Suiza y nosotros en su chalet de Canfranc.  Su madre era una mujer feliz, a la que su hija la había hecho tal y le había proporcionado una eterna sonrisa, que desapareció bruscamente, cuando le llegó la muerte a su hija Teresa Alamán Bescós.
Mi esposa fue a acompañar a Madrid a sus amadas parientes y en Siétamo le quedó el recuerdo de aquel amor, de aquella bondad y de aquel periodo de vida feliz.
Ocasiones de estar tristes no le faltaron a la familia de  Bescós, como    tampoco le faltaron a Joaquín Costa, como cuando perdió a su novia, la bella mujer de la familia oscense de Casas, a cuyos familiares conozco. Y perdió su ánimo festivo cuando sintió la necesidad de atacar a los defensores de la crueldad, del escándalo y del  cinismo  y  por  combatir  esos vicios, se provocó “un conato de duelo con Antonio Gasós,  por haber reprendido a aquel  (Costa), su comportamiento libertino a escasos días de la muerte de la madre del autor de “Flores y espinas”.


No se llegó a realizar el duelo, porque el talento de Costa, hizo intervenir a sus amigos y Antonio Gasós le escribió una carta en 1877, en que hace la paz, diciéndole, para terminar, que besa su mano. Se llegó en aquella lucha a “punto de duelo”. Algo debió pasar en aquella ocasión obscura, pues José María Castán, nacido en Graus y pariente de Costa y que vive en Huesca, me enseñó un día de esta primavera del año 2.012, una enorme y bella navaja, que conserva en su domicilio de Huesca.
Otro recuerdo  triste  tenemos  cuando el año 1872, en el mes de Julio, recibió una desesperada carta de su anciano padre. Fue con sus 25 años desde Madrid a Graus a ver la situación en que estaba su familia. Al pasar por Huesca, no halló a Manuel  Bescós  Lascorz,  padre de Silvio Kostti, hombre católico, siendo su esposa  prima hermana de mi padre, Manuel Almudévar Casaus.  Conversó con su esposa Francisca Almudévar y Vallés, tía carnal por las dos ramas de los apellidos de mi padre.  Carlos Ara Torralba lo expone en la Nota 528 de su Libro. Conversó   aquel  día  y  es de  suponer que hablaría de la triste situación en que se encontraba su familia. Ese  día   primero  de  Septiembre de 1872, llegó a “Graus a las diez y media de la noche…encontró a su padre en la cama por consecuencias de los calores del día y riesgos de la noche, un hermano fallecido, una hermana sirviendo, mi madre envejecida y acabada, todos y todo en la miseria, apiñados en la mitad de habitación que tenían antes, de la cual los echa Pajazas este año”. ¡Qué situaciones tan trágicas y tristes vivió Joaquín  Costa!. ¿Cómo había de tener un carácter bondadoso con la gente que se   reía  de  él ?. El día  uno  de  Septiembre, Costa pensaba:” …cuando me quedé solo a media noche, rompí a llorar desconsoladamente, considerando tanta miseria en contraste con mi edad… y que yo hubiera podido arreglar todo esto si hubiera sido jornalero y con qué lejos de eso les había estado pidiendo duros todo el año…no podía consolarme en la cama, me arrancaba el cabello de la cabeza, me escondía la cara en las manos como avergonzándome de mí mismo”
Desde este Septiembre de 1872, en que Costa sufrió tanto en su viaje a Graus, hasta el 17 de Diciembre de 1877, se ve como Costa  sufre  por su  deseada  prometida  Concepción o Concha Casas, hija del doctor Casas, que formaba en Huesca parte de una familia de gran prestigio. Escribe Costa:” Hoy lunes he vuelto a ir a casa de los Casas, he estado un rato a solas con Concha… y me ha expuesto cual es el abismo (religioso) que nos divide, no he podido contener mi dolor, que ha estallado en amargo y copioso llanto en presencia de Concha”.
Joaquín Costa, el hombre, que parecía ser de mal carácter, tenía “una sensibilidad extraordinaria y aquel mismo día escribió al Señor don Francisco Giner una carta en la que le pide consejo para recuperar a su amada Concha. Después de la carta escribe:  ”Mañana  va Concha con su madre en un coche a la Fiesta de Siétamo, a la Casa de Almudévar (de donde es la señora de Bescós). Y Concepción que sufre tanto, ¡se  divertirá!.
Al día siguiente, dieciocho de Diciembre de 1877, escribió: ” a las cuatro he ido a pasear a la carretera de Barbastro, por si veía volver de Siétamo el coche que había llevado a  Concepción. ¡ La cual acaso a aquella hora estaría todavía bailando!.
Y yo todavía contemplo aquel salón de baile, que se preparaba abriendo las puertas que separaban y que todavía lo hacen, a saber cuatro habitaciones y cerrando las de las alcobas. Allí acudían los parientes de mi familia, como los Carderera, Manuel Bescós Almudévar y sus padres, pues su madre era hermana de mi abuelo, doña Francisca Almudévar y Vallés y esposa de Francisco Bescós Lascorz. Este último  era carlista, y su hijo de ideas totalmente  liberales, tanto que llegó a merecer la excomunión por la Iglesia Católica.                              
  Pero  Costa el día 6 de Enero de 1866, pronunció en el Ateneo Oscense de Huesca, las siguientes palabras de un creyente  en : ”El Hacedor del Universo, el Supremo Artífice al hacer al hombre, y colocarle sobre el nivel de los demás seres, le dotó de un alma en que dejó entrever algún reflejo de su  Divinidad. Desde entonces el hombre se constituyó en fiel y perpetuo observador de los fenómenos de la naturaleza, estudió sus efectos, los aplicó a sus usos, y practicó más tarde en la observación y examen de sus leyes, ensanchó el límite de sus aspiraciones de tal modo, que se atrevió a dirigir sus miras a donde antes le hubiera parecido imposible y hasta absurdo”. 
Desde este Septiembre de 1872, en que Costa sufrió tanto en su viaje a Graus, hasta el 17 de Diciembre de 1877, se ve como Costa sufre por su deseada prometida Concepción o Concha Casas, hija del  Doctor Casas, que formaba parte en Huesca  de una familia de gran prestigio.
Escribe Costa: “ Hoy lunes he vuelto a ir a ir a casa de Casas, he estado un rato a solas con Concha…. Y me ha expuesto cual es el abismo (religioso) que nos divide; no he podido contener mi dolor, que ha estallado en amargo y copioso llanto en presencia de Concha. Joaquín Costa, el hombre que parecía ser de mal carácter, tenía una sensibilidad extraordinaria y aquel mismo día escribió al Señor don Francisco Giner una carta en la que pide consejo para recuperar a su amada Concha. Después de la carta, escribe:” Mañana va Concha con su madre en un coche a la Fiesta de Siétamo, casa de Almudévar (de donde es la señora de Bescós). Y Concepción que se divierte tanto…¡se divertirá!.
Al día siguiente, dieciocho de Diciembre, escribió :”A las cuatro, he ido a pasear a la carretera de Barbastro, por si veía volver de Siétamo el coche que había llevado a Concepción.¡ La cual acaso a aquella hora estaría todavía bailando!.
Todavía en mi casa se conserva aquel salón de baile, que se preparaba abriendo las puertas que separaban cuatro habitaciones y cerrando las de las alcobas. Allí acudían los parientes de mi familia, como los Carderera, Manuel Bescós Almudévar y sus padres, pues su madre era hermana de mi abuelo, doña Francisca Almudévar y Vallés y esposa de Francisco Bescós Lascorz. Este último era  carlista , y su hijo de ideas más liberales, sobrepasando a Costa, que creía en Dios. Tal vez, por  sus  distintas  ideas  políticas, no quiso el Doctor Casas, darle la mano de su hija Concha. En aquellos tiempos ya la política buscaba fastidiar a sus rivales. A Casas estuvieron a punto de embargarle sus bienes y mi abuelo don Manuel Almudévar Vallés, tuvo que huir a Francia acompañado por el confitero Vilas del Coso Bajo y creador de las famosas Castañas de Mazapán y de Viñuales de Liesa.
El año de 1936, destrozaron gran parte de Casa Almudévar y se llevaron entre otras cosas, libros muy antiguos, de los que a Costa le agradaban. Uno de los hermanos de Fañanás, con su noble apellido Trisán, salvó  numerosos escritos, llevándolos a Huesca a la Farmacia de Llanas.
Su hermano me dijo que el que llevó a la Farmacia de Llanas, los escritos abandonados en casa Almudévar de Siétamo, se quedó un libro de Manuel Almudévar  Bescós, como cobro amoroso de su generoso comportamiento.
Pero Joaquín Costa escribió el día 18 de Diciembre, día de la Fiesta Pequeña de Siétamo: “Cristo perdonó a la Magdalena la pecadora porque había amado mucho, aun cuando fueran impuros sus amores, y Concha no me perdonará mí, a pesar de haber amado mucho y de haber sido mi amor tan puro como el de los ángeles del cielo…”
Joaquín Costa acabó sus memorias, que había comenzado a escribir en 1864 hasta el año de 1878, pero en Enero de 1880,en una de sus últimas anotaciones, posterior a esas memorias, escribe sobre la traslación de su persona a León, que el Conde de Alcalá del Obispo, ordenó por no haberle votado Y en el libro de Juan Carlos Ara, pone: ”El día que Concha Casas leyó en “La Provincia”, mi traslación, me aguardó vestida para salir en el balcón, sacando la cabeza sólo; al verme aparecer frente a la casa de Azara, bajó corriendo la escalera,  echose  a la calle, vínose  precipitadamente tras de mí con acostumbrado rodeo, pero ¡oh chasco!, sólo le dije adiós. Creyó ella que era la ocasión de reanudar relaciones y además veía perderse la esperanza, con mi ida, de reanudarlas ya nunca más. Tal vez perdiera Concha Casas, la esperanza de unirse a Costa, porque se casó con un Juez de Jaca y se fueron a un País de Hispanoamérica.  Allí murió la mujer amada por Costa, en un sobre parto”.
Las penalidades que tuvo Costa que sufrir, parecen   convertirlo   en un Nuevo  Furtaperas   de Graus, pues al viejo lo castigaron, como un perseguido por la sociedad por haberse comido una pera de las ramas de un peral. Conservan los  grausinos  a este buen hombre, como una rebelión contra la injusticia, que se ha hecho con los pobres, durante muchos siglos.  Pero
Joaquín Costa puede ser un Nuevo Furtaperas, de familia pobre, perseguido por el caciquismo y que tuvo que recibir dinero de su padre, que tuvo que pedirlo prestado y que él consiguió con préstamos de sus amigos, pero así como el Furtaperas viejo faltó al pueblo por quitarse hambre, comiendo una pera, este Grande y Nuevo Furtaperas, las pasó mal, con el fin de obtener alimentos para todo el Pueblo. Porque su lema fue siempre DESPENSA Y ESCUELA.
En 1903, Silvio Kossti entrega su entusiasmo al republicanismo, pero en 1904, Costa le habla de de sus dudas a Bescós en estos términos:”Fracasé, ha fracasado el republicanismo, ha fracasado España…..y sólo me queda llorar por los años de vida perdidos en perseguir una utopía…..Sólo me queda expresar a usted el testimonio de mi agradecimiento como español por su concurso de entonces…como por su buena memoria de ahora”.
Estamos en el año 2.018 y Silvio Kossti acudió en el reinado de Alfonso XIII a la inauguración del Canfranc en 1908, donde “estuvo toda la política que vive sobre Aragón” y cita “a algunos caciques provinciales como Camo y Alvarado” y escribió:”En medio de tanta garrulería y tanta maldad, no nos queda otro recurso que vivir hacia adentro”. Para mí que Silvio Kossti, observó que “mis impresiones de viaje en cuanto a Navarra y Vascongadas” le hizo pensar ¿Para  que se batirían los carlistas navarros y vascos en las pasadas  guerras?. ¿Qué más podrían tener con Don Carlos que ahora no  tengan?. Porque ahora siguen usando el paso a Francia y en Canfranc no pasan los trenes que sirvan a los aragoneses hasta Marruecos. “La última carta de Joaquín Costa a Silvio Kossti, es del 13 de Agosto de 1910 y en ella, además de insistir en que está muy fatigado, Costa da las gracias por el vino y el agua fresquísima que le han hecho llegar a  Graus los hermanos de Bescós. 
Joaquín Costa murió en Graus el 8 de Febrero de 1911 y dejó en la vida a Manuel Bescós hasta 1928, respetando a Joaquín Costa, como el maestro de los aragoneses, que debían tenerlo como modelo en futuras épocas.
El aragonés que mejor me ha informado de Joaquín Costa, se llama Alfonso Buil Aniés, nacido en San Román de Morrano, al pie de la Sierra de Guara, debajo de la Cueva de Chaves y de la Gruta de Solencio. Tiene más de noventa años de edad, luego él no conoció personalmente a Joaquín Costa, que murió el año de 1911, pero recibió la forma de ser del mismo, de su padre, don Ramón Buil Calvo, nacido  en  la casa palacio del Señorío de Aniés. Su apellido y título de Señor de Buil, le venía, tal vez lejano, del Vizcondado del Bearn, cuyo Vizconde participó en la conquista de Almudévar y Zaragoza, fundando en España los pueblos de Biel, Santa María de Buil y en Valencia Manises y dos más. 
Hemos observado las Memorias de Joaquín Costa, pero desde aquellos últimos años del siglo XIX y primeros del XX, estaba retenido en su casa de Graus por  una  enfermedad  progresiva. Debido a su carácter difícil y arrogante, que él  mismo  había radiografiado en “Nosce te ipsun”, en 1868,conservaba ya pocos amigo en su soledad. Tampoco él quería recibirlos, porque algunos periodistas subían a los tejados a ver si podían ver al Gran Costa. Pero como acabamos de leer, él se acordaba de Manuel Bescós Almudévar, pero sin embargo siempre recibía a dos personas ,queridas por él,tal vez porque amaban mucho a España y a la despensa del Alto Aragón. Estos fueron Ramón Buil Calvo, que ya he nombrado y Calvo Blasco de Alquézar, empleado en Montes. Eran funcionarios de la producción en la tierra aragonesa. Con ellos hablaba de Aragón y les decía que si no se llevaba a cabo el Plan de Riegos, sería un Pais de emigrantes, como ahora lo es, quizá por no haber   que  si  no se hacían todos estos regadíos, sería Aragón un País de emigrantes, como ahora lo es.
Si crearan todos los pantanos y canales de sus numerosos ríos, añadía  que  si en Aragón se regara todo y aprovecharan la nieve que cubre los Pirineos, podía ser Aragón el País más rico de España. Decía Costa que Aragón tenía un buen suelo y más ríos que otras provincias de España y recogiendo la nieve del Pirineo, con sus aguas se podría generar energía eléctrica y no arrojarla al Mar Mediterráneo. Decía que si Aragón se regara todo, produciría diez veces más que otras regiones españolas.
 Ramón Buil Calvo se conoció con Costaporque leía los artículos que este publicaba y le escribió felicitándolo y Costa le contestó invitándolo a que acudiera a su casa de Graus. Aumentó la amistad porque Ramón Buil Calvo era un auténtico Señor, que en el siglo XIX, ya hacía criar a sus ovejas cruzadas con otra raza, dos corderos por oveja, en un mismo parto. Estos proyectos de agricultura y de ganadería, llenaban de entusiasmo a Costa y nunca le negó la entrada en su domicilio a Ramón Buil Calvo, que tenía una profesión como la de los Forestales.
Hoy, todavía vive un hombre de más de noventa años, hijo de Ramón Buil Calvo y dotado de una memoria prodigiosa y hace unos días me dijo lo siguiente: ”Tenía genio Joaquín Costa, un genio que era natural que lo tuviera, porque en las Oposiciones para sacar una cátedra en la Univesidad de Madrid, y sacando las mejores notas, lo dejaron sin plaza y se la dieron los caciques a sus compañeros o socios”.
Tenía un corazón sensible y lo tenía en la mano, a los niños los amaba mucho,como si fueran suyos. Siempre le decía al padre de Alonso:”estos niños son el porvenir del  País  y si se educan bien, tendremos un hermoso porvenir”.




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