Cuántas veces hemos escuchado los
versos aquellos que decían así : ”Españolito
que al Mundo vienes -te guarde Dios – que una de las Españas – ha de helarte el
corazón”.
Y efectivamente, al recordar
aquellos ya viejos tiempos de los años 1936 al 1939, a uno se le hiela el
corazón con sus recuerdos, viéndose a uno mismo rodeado de su familia y de sus
vecinos, huyendo al estallar la Guerra Civil, desde Siétamo, unos hacia Huesca,
otros hacia Angüés y otros quedando
sumergidos entre los tiros y el fuego en
su propio pueblo.
Aquel día de Julio del año 1936,
con mis cinco años de edad, salía yo de casa y al llegar a la calle, mi padre
me hizo volver a entrar rápidamente y una vez en el patio escuché un brutal estallido, cuya causa he desconocido
siempre, aunque hace poco me dijeron que una bala de cañón había caído detrás
de la despensa. Ya no subí arriba sino, que otra vez, nos sacaron de casa y
fuimos llevados a la vecina bodega de la iglesia. Se llenó de gente y me
acuerdo de mi tía Luisa con su delantal, que constantemente entraba y salía,
porque iba a casa a buscar alimentos y bebidas para la gente que se encontraba
al lado de sus madres, que les decían : no lloréis , “mírate a Inacier”, que no
llora; y yo pensaba: yo no lloro pero
tengo miedo y lo tenía porque durante toda la mañana y parte de la tarde, se
escuchaba un continuo bombardeo, que
nunca había oído. Por la tarde, cuando se paró de escuchar ese bombardeo, nos sacaron
con lo puesto y nos llevaron, como he dicho antes, al camión. ¡ Y cuántos muertos engrosaban cada día su
número, unos niños y otros mayores¡.
Nos parecía que acontecimientos
como los de aquella época no volverían a producirse, pero cada día que pasa
vemos a través de las pantallas de televisión y escuchamos a través de los
altavoces de la Radio, la repetición de aquellos desgraciados e injustos
hechos, aquí en Europa, en el Pais de Kosobo, en la tierra mayoritariamente
habitada por albaneses y en menor cantidad también poblada por servios.
Qué retraso lleva la Historia ¡y qué retraso
sus hombres que todavía después del dominio comunista en Yugoslavia y en los
diversos países de Oriente, habiendo sufrido la segunda Guerra Mundial, se
vuelven a encontrar después de siglos con los viejos problemas, creados por las
luchas entre turcos y rusos. Aquellos turcos que en el año 1.566
crearon un Estado Colosal, con un pie en Asia y otro en Europa. “Era Turquía, señora
absoluta del Danubio”, donde a través de los siglos se han ido riñendo grandes
batallas.
En 1.718 se empezó a desmembrar
de Turquía alguna de sus más florecientes conquistas. Pedro I el Grande de Rusia, empezó a reconquistar los puntos
principales del Mar Negro, al grito de sus soldados, que exclamaban: “Dadme
agua, que tierra tengo!”. Algunos de los que con más valor luchaban contra
Rusia eran los tártaros de Crimea, que de un modo
parecido a como los servios expulsan a los albaneses, fueron más tarde expulsados de Crimea por Stalin. En 1.736 “el
mariscal Lascy asolaba Crimea, y reducía a cenizas un millar de aldeas”. Pasa
ahora en Kosobo lo mismo que entonces sucedía en Crimea.
Y vinieron más tarde la Primera
Guerra Mundial y luego la Segunda, para más tarde ocurrir las guerras civiles
de Yugoslavia, que no han terminado como demuestra ésta de Kosobo.
John Langan escribe: “En
situaciones de este género como Kosobo, Bosnia , Ruanda, Somalia, Uganda,
Liberia y otras, hay una ruptura parcial o completa del orden dentro de una
sociedad. El Imperio de la Ley y la protección que ofrece ésta, cesan de estar
al alcance de una parte considerable de la población de un Estado, quizá
incluso de toda ella”.
k Estos acontecimiento me hacen
revivir los que yo viví en 1936 y me hacen recordar lo que yo, como muchos
otros, cuando éramos niños, tuvimos que pasar.
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