Conocer a los hombres es un
problema que siempre me ha atraído, porque conocer a uno de ellos es muy
interesante, pero conocer a un padre, a un hijo como Rafael y a un nieto
también llamado Rafael, nos aclara el camino que Dios ha señalado a los
hombres, pero más que señalarlo, es darles a los hombres libertad para seguir
el camino, que su entendimiento y su conciencia les indican a los hombres, a
través de los tiempos.
Parece que la búsqueda de ese
camino, conduce al hombre a buscar a Dios, que nos ha dado la inteligencia
primero, sobre todo en tiempos pasados, para poder comer y vivir y
transmitir la vida a sus hijos. El padre de Rafael y abuelo del siguiente
Rafael, nació en Angüés, donde trabajó desde obrero del campo y
de la ganadería hasta como mecánico de coches, de tractores y aperos agrícolas.
Ya siendo mayor, le salió la
oportunidad en Siétamo de trabajar en una profesión moderna en aquellos
tiempos, como era la porcinocultura. Yo como veterinario bajaba al mesón, a
visitarle los cerdos, que él cuidaba con muchos conocimientos, pero el dueño
del Mesón no lo trataba muy bien, pero en medio de los problemas, estaba su
hijo, entonces Rafaelito, que con su inteligencia y su agudeza mental, aprendió
a castrar y a operar a los animales de su padre.
Siempre sonreía y hacía agradable
la vida al consciente Rafael, su padre.
Ha pasado el tiempo a pesar de
sus viajes por las Islas Canarias y del paso de la vida paternal de Don Rafael,
su padre por la vida, y sigue tan sonriente como hace ya muchos años, cuando
todavía era un niño.
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