“Quam bonum et quam Jucundum habitare frates in
unum”. ¡Qué bueno y que jocundo es que todos los hermanos habiten como si fueran
uno!. ¡Qué salmo tan hermoso en su forma
literaria y tan bello en
las enseñanzas que encierra!.
Cuando un
hispanoamericano recibe la visita de una persona a la que aprecia, exclama: ¡qué
bueno que viniste!. Parece una frase moderna pero no lo es; ya lo decía el salmo:
¡quam bonum! ¡Qué bueno que los hermanos
vivan ¡como uno!. Es lo que allí pude
contemplar y me llené de alegría y no pudiendo dominar mi sentimiento, me
dieron ganas de gritar: ¡qué bueno que vine, si, que vine a estar con vosotros
como un hermano más ¡.
Vosotros me
llamasteis y me emocioné al contemplar a María Auxiliadora, a San Juan Bosco y
a Domingo Sabio, porque yo recibí mi primera comunión en una capilla como ésta,
allá en el Colegio Salesiano y me sentí más integrado con vosotros cuando
cantasteis “Mientras recorres la vida tú nunca solo estás, contigo por el
camino de Santa María va”. Y sentí vuestra llamada y fui con vosotros a caminar
porque todos somos hermanos y porque al grito de ¡Santa María, ¡ ven!, ¿quién
se niega a caminar en tan dulce compañía?.
Pero el salmo
no dice sólo que es bueno habitar todos a una, sino que añade,¡quam Jucumdum!,
¡ cuan jocundo!. Jocundo es una palabra
poco usada, que significa una alegría no ruidosa, pero sí continuada como la
del que está poseído por la felicidad y
el equilibrio que da el buen obrar. Esta palabra, repito, es antigua. Hoy día
hay otra,que tiene un sentido muy amplio y podría ser mal interpretada, pero se
dice de una persona ,que es un “tío cachondo” y allí tenéis un hombre jocundo.
Y el día en vuestra compañía fue jocundo, en el
buen sentido de la palabra, de humor, de buen humor, de sentido del
humor como aquel que nos inculcaron los Salesianos,cuando nos enseñaban a
representar comedias de teatro, a hacer comedias, aquellas de Muñoz Seca o
aquel “Bato y Borrego”, que se hizo tan clásico en Huesca, y en el que yo mismo
participé, sin llegar a la fama y a la popularidad del buen Simoné.
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