lunes, 21 de octubre de 2019

A Simeón García (1982)


Del río Vero al Alcanadre.

De los Amantes de Teruel, como eran tan románticos, decían que era tonta ella y tonto él. De los nacidos en Pedruel, no eran tontas ellas, ni él. Él era Simeón , que aprendió muy pronto a apreciar el ambiente puro del río Alcanadre, a pasar por sus pasarelas, haciendo equilibrios, que le servirían mucho, para más tarde hacer equilibrios, en épocas de guerra, de paz, de cierzo o de bochorno, se enamoró de las truchas para practicar con ellas amores que matan, pues las ha coger a uñeta, a forqueta, a cuchareta, a mosqueta y con anzuelo. Estos conocimientos le han sido útiles, porque siempre que ha podido ha vuelto a las orillas de los ríos, con lo cual ha conseguido llegar a la jubilación lleno de salud y tener a todas las truchas de la provincia medio atemorizadas. De aquel pueblo, aunque todavía era niño, había aprendido lo poco que valía la pena, pues aquellos de “o buco cornigacho no quereba  buquir  a la cabra roya” y, a él, ¡qué se le importaba”. Ya estaba harto de llevarla a “pagentar” por caminos y márgenes, sujeta con una cuerda en cuyo extremo iba una  clavija que a golpes de piedra, clavaba en tierra, pero estas clavijas eran muy bastas y él había oído que en Huesca había unas clavijas muy finas, que eran las de las de las centralitas telefónicas. Así que lo vieron venir por Huesca, le hicieron unas pruebas para comunicarse por teléfono con Castellón y entre lo que se había fijado y la facilidad que encontró con las clavijas modernas, mucho más manejables que la de la cabra roya, en seguida lo aprobaron.
 Y es que Simeón siempre ha tenido mucha vista, basta ver cómo le relucen los ojos detrás de esas gafas y dijo: ¡Si vuelvo a Pedruel, para días tengo teléfono!. Han pasado cincuenta años y ni en Pedruel ni en la Almunia hay todavía teléfono!. Vovió a decir; ¡Si vuelvo a Pedruel, tendré que seguir pasando el río por las pasaderas!. En cambio,  aquí en Huesca, tiene con sus vecinos un puente para pasar un río sin agua. El puente lo llaman del Diablo, pero Simeón , como tiene tan buen carácter, se ha hecho querer hasta del diablo de ese puente y no le gasta ninguna faena. Que no se pruebe porque así como en Pedruel tiraba de cadena para llevar “a craba roya a buquir”, ahora tira de la cadena para que los Doberman que tiene en casa, no se coman a un diablo crudo. En lo único que ha salido perdiendo Simeón , al marcharse de Pedruel, ha sido que ha cambiado un río de verdad por el Isuela, que no es río ni nada, pero hay que tener en cuenta que hasta en esto ha tenido suerte, pues si en el Isuela hubiesen proliferado los peces, Simeón que ha sido tan cumplidor, no hubiera hecho más que pescar, y hubieran llegado los diputados al pleno y se hubieran quedado en la calle  y ahora no podríamos los aquí presentes rendirle nuestro homenaje. A este homenaje yo creo que se sumarán todos los que han tenido la suerte de conocerle y de tratarle, pero hay unos seres a los que la feliz jubilación de Simeón, les habrá sentado como un tiro, y esos seres son “las truchas”.   

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