Yo no encontré
ningún indicio de que en el Castillo-Palacio de los Condes se ahorcara a algún
ciudadano. Había en la parte Este de dicho Palacio, una pequeña celda donde se
encerraban diversos ciudadanos, para hacerles cumplir algún castigo. Yo me
acuerdo de esa pequeña celda donde se encerraban los ciudadanos castigados por
cometer algún delito. Y todavía me llamaba la atención un alto poste, en cuyo
extremo superior, colgaba una soga, que indicaba que allí se colgaría por su
cuello algún delincuente. Pero en las descripciones que se encuentran escritas
sobre la vida culta y pacífica de los Condes se habla del lujo de aquel Palacio
e incluso se describen escenas en que los niños del pueblo, que jugaban con otros niños o niñas, hijos de los Nobles dueños del Castillo, pero
nada se dice de la muerte aplicada a algún rebelde o delincuente. Se han leído
pasajes en que se escribieron obras
históricas al tiempo que políticas de la Historia en las que participaron, los
mismos Nobles de los Abarca de Bolea.
Pero el Mundo
está separando las obras de los ciudadanos de limpia conciencia de las propias
de ciudadanos , que por falta de formación y de cultura, dedicaron sus vidas a
los delitos y ataques a la justicia. Por estas condiciones el Castillo de los Condes de Aranda estaba erigido al lado mismo
de la Vía Romana, que se utilizaba para cuidar la Justicia en el entonces
Camino que unía a la Capital de Huesca con el bello y hermoso Pueblo
Montañés de ALQUEZAR. Para vigilar el
paso de los caminantes que hacían soportar a los caballos y asnos, su marcha
por los Caminos, se alzaba en lo alto de la meseta el Castillo, para vigilar el continuado paso
por el mismo e inferior camino de comerciantes, emigrantes, viajeros y “busca
vidas”. Todos los que pasaban por el citado Camino, después de contemplar el
hermoso Palacio, y un kilómetro más abajo la sociedad había preparado un
Lazareto o “Caseta de los Pobres”. Allí en verano dormían al aire libre y en
invierno, llenaban el suelo barones de Siétamo de dicha Caseta, con paja para
no pasar mucho frío. En lo alto de la Meseta se alzaba el Castillo-Palacio y
más abajo al lado del Camino que llevaba a Alquézar, está aquella Caseta sin tejado
, sino cubierta con “buro y paja”. En la Plaza Mayor se ahorcaban los condenados a muerte, en la cruz central de dicha plaza. Y no en el mismo castillo del Conde.
Se recorría el
camino desde Huesca capital hasta Alquézar,
por La Vía Romana, por la que se subía o se bajaba andando o montando
caballerías. Aquellos edificios notables que se alzaban al lado de la Vía Romana, guardaban el orden y el respeto, de los cuales
el primero desde Huesca hasta Alquézar, era el Castillo -Palacio de los cuidaban
por el bienestar de los caminantes. La primera parada entre Huesca y Alquézar
fue el Castillo-Palacio de los Condes de Aranda, que gozaron muchos títulos de
Nobleza y eran los responsables del orden y la disciplina en el camino, que
pasaba por Siétamo y su Monte hasta el pueblo de Liesa.
En un Lazareto o
Caseta de los Pobres, al que se llegaba
a escasos metros por la bajada desde el
Palacio, descansaban los viandantes. Seguían el camino hasta el río Guatizalema y una vez cruzado dicho río ,se
encaminaban al pueblo de Liesa. En él eran abundantes las iglesias y ermitas,
donde se cuidaban los caminantes, en un hospital y se cuidaba de su salud, para
que siguieran su camino por la Vía que
subía hasta Alquézar.
Hoy estas vías
de comunicación desde Siétamo hasta Liesa son zonas de Somontano ya casi
abandonadas, pues se sube a Liesa por la difícil Vía , ya casi desaparecida.
Yo he pasado
varias veces por la antigua Vía que comunicaba Siétamo con Liesa, pero su paso
para los automóviles era difícil de superar, pero subí varias veces a Liesa y fui mirando para
encontrar, el Fosal donde se enterraron los difuntos de Siétamo, enterrados lejos
del cementerio de este Pueblo. Yo no he podido encontrar este triste lugar y
estoy esperando a que mi amigo Vicentico de Benedet, me enseñe ese lugar que él
conoce, pues conoce casi toda la Historia de Siétamo. De esta tragedia de
muertes en nuestro pueblo, ya casi no se acuerda nadie, pero yo quiero ir a
este abandonado cementerio a recordar a nuestros antecesores difuntos. Pero no sólo el recuerdo triste de “pestes”
en mi pueblo pues mi padre, nacido en 1.888 me contaba las dificultades que tuvieron
que pasar los vecinos de Siétamo, por los años de 1.918,cuando “llegó una
peste”, en la que tuvo el trabajo de auxiliar a sus vecinos. El mismo estuvo
enfermo , pero una vez salido de estado febril, con varios compañeros del
pueblo, se dedicó a socorrer a sus
paisanos enfermos.
Pero cuando paso
por la antigua Vía que conducía a Liesa, todavía no he podido encontrar el
cementerio de hijos de Siétamo, que ya queda su fecha hace muchos años. Yo no
he podido encontrar ese triste cementerio, pero no quiero marchar de este Mundo
sin pararme en tan triste lugar y rezar alguna ocasión por los difuntos que
causó tal peste, enterrados lejos del pueblo de Siétamo, para evitar muertes a
causa de esa peste siniestra, que me recuerda la actual que tiene metido el
horror entre los ciudadanos de este Mundo. Cuando vea a Vicente Benedet le diré que me acompañe a ver esas sepulturas
, de las que ahora ya no nos acordamos.
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