domingo, 14 de agosto de 2022

Don José María Lacasa

 




En aquellos años, Huesca tenía un promotor musical de gran categoría y éste fue Don José María Lacasa, que tenía, como lo poseía Marieta Pérez, un amor a la música de primer orden, pero  no  sólo  a la  música  y  lo  hicieron  Alcalde. ¡Pero son tantas sus cualidades, pues es más recordado por la fundación del Orfeón! . Fueron varias sus actuaciones musicales, llegando a componer el Himno de San Lorenzo.  Emprendió   con   éxito, las Estampas de la Pasión, a las que   pusieron el texto  de  Mosen José  Puzo.  Además   las   completas  y la Misa Mayor de las fiestas de San Lorenzo. Se le veía en aquellos tiempos con músicos venidos de Zaragoza y consiguió con la Banda de Buñol, sacar adelante estas piezas musicales con entusiasmo y éxito.
Don José  Puzo, gran amigo de los Pérez, accedió a canónigo del Pilar de Zaragoza y fue responsable  de la Escolanía del Pilar. Bajo su dirección cada año subían a cantar a Huesca.  Yo por aquellos ya pasados años, asistía como aprendiz del Catecismo, al Teatro Principal, pero se acabó el estudio  de  la  Doctrina  Cristiana, cuando Don José Puzo se marchó a Zaragoza, pero sin embargo en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza, lo volví a encontrar, para darnos a los matriculados, la enseñanza de la Doctrina de Cristo en dicha Facultad, de Profesor de dicha doctrina, en la que ya no me atrevía comunicarme con él. En aquellas circunstancias, encontré alumnos que no estaba de acuerdo con dicha asignatura.
Marieta participaba en todas las actividades en que intervenía la música, pues el día de la procesión de Viernes Santo, vestida con su túnica cuaresmal, siempre se encontraba poniendo orden en los músicos y ordenando los cantos de los penitentes. Marieta tomó parte activa en las procesiones de Semana Santa, organizando la cofradía de la Vera Cruz, que acompañaba el Sábado Santo a la Virgen Dolorosa en la procesión. Pero Marieta siempre trabajaba en la preparación de las procesiones y ritos de Semana Santa, porque todos los que deseaban vestirse de fieles en la procesión, siempre le pedían túnicas, a la lo que siempre ella, con alegría, los atendía con gran cariño. Cuando llegaba la procesión de Viernes Santo, mis hermanos Luis y Jesús íbamos a verla pasar desde la plaza de San Pedro, por casa de Marieta Pérez y por debajo de los balcones de casa de Llanas. Allí nos llenábamos de emoción al ver a  los  romanos,  a los pasos de Cristo, y sentíamos una gran emoción al  escuchar la emocionante música, que cerraba la procesión.
“El día de la procesión la recuerdo siempre poniendo orden en las filas, ordenando los músicos y los cantos y era la única que llevaba  la  cara  destapada,  impresionando las cofrades ¡dios sabe que horrendos pecados podían haber cometido, para semejante sacrificio”. Unas procesionaban   con los pies descalzos y sobre todo algunas que arrastraban las cadenas, solo Dios sabe qué horrendos pecados podían haber cometido, para semejante sacrificio”. Parece imposible que coincidiéramos mi sobrino Lorenzo y yo con estas palabras, pero yo las recuerdo como si hubieran salido de mi cabeza.
Parece mentira como estos años múltiples, hayan sido vividos por el muchacho de Ibieca Joaquín Santafé, que vivió cien años y que fue amigo íntimo del escritor universal Llanas Aguilaniedo.  Además que da en mí el recuerdo del impresor CASiMIRO, que estuvo ininterrumpidamente, desde niño hasta que se hizo mayor, en la imprenta de la familia de Marieta Pérez, llevando como si fuera colgada sobre su cuerpo una blusa negra y yendo a dormir a su cercana casa, y cuando se jubiló, fue a ver por primera vez la estación del ferrocarril.
Pero la pobre Marieta Pérez, después de  pasar  su  vida  respetando la muerte de Cristo, y acompañando su gloria con la Música suya y de sus amigos y amigas, acabó su vida sufriendo el  asesinato de su vida. “Fue Marieta una persona accesible a todos, y eso desgraciadamente le costó la vida, porque una persona se introdujo en su casa abusando de su confianza y al intentar robarle y ella resistirse, le golpeó en la cabeza ,muriendo en el acto”
Mi sobrino el farmacéutico Lorenzo Llanas, recuerda cuando Marieta le enseñaba en su piano la   partitura  de  la  Misa  del  Domingo y como después de recibir tal lección, interpretó varios años en el  órgano  de Santo Domingo.
Es fácil acordarse de Marieta Pérez, humilde, sierva de Dios, amante del ambiente de las iglesias, las procesiones, las fiestas civiles, su amor al pueblo y a sus vecinos los Llanas, de los que se hizo acompañar por los  músicos  de  la  ciudad , por Fermina  Atarés, de la que gozó la compañía y amistad, buscando el arte musical y que contagió a los Llanas con su compañía, haciendo sonar el piano y consiguiendo que esos pianistas, la recuerden con amor.

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