lunes, 22 de agosto de 2022

La guerra Civil en el Altoaragón. Sábado 10 de Octubre de 1936

 


Siétamo durante la Guerra Civil 1936.

El Señor Duque , el Cura párroco y el Guarda jurado.

“Todos los caminos están cerrados para los fascistas de Huesca. Son tres personajes que prepararon las matanzas de Siétamo. Un entierro interrumpido. El castigo a los traidores. ¿Cómo arreglaré yo una cuenta en el Coso Bajo?. El número de asesinatos ocurridos en la ciudad oscense. Esto es horrible”.

“Este texto es horrible”: ”De nuestro enviado especial en el frente,  Aquiles Vicente”. Mientras  llega la asfixia. Hoy es día de calma. Nos invade esa “tranquilidad relativa” que puede haber en las líneas avanzadas de una zona de guerra,  es la sinfonía  constante donde el “paqueo” es la sinfonía constante que acaricia al luchador. Hoy. Después de conseguida la conquista de Montearagón y Estrecho Quinto, nuestras aguerridas columnas refuerzan las fortificaciones ocupadas , rehacen sus núcleos  y dan un merecido descanso a sus nervios desconcentrados por esa cruenta lucha en que la traición hundió a España. Los rebeldes que se hallan en Huesca tenían su único portillo por donde buscar la  huida y recibir refuerzos para prolongar su angustiosa situación, la carretera hasta JACA; desde hoy no llegara por esa ruta ayuda alguna de los traidores a la Republica………..Ya no hay salvación para los desleales que ven avanzar los días con angustia. Se sabe que empiezan a carecer de municiones; que los víveres, a pesar del severo racionamiento, se agotan por momentos, que el carbón ya desapareció y con él surge el inmediato peligro de quedarse sin fluido eléctrico y posiblemente con las conducciones de agua potable cortadas. No les queda más remedio que sucumbir o entregarse a las fuerzas del gobierno. Cuanto más tiempo tarden en decidirse, peor será. Mientras tanto en Huesca ya no se vive. Un movimiento constante de angustia invade al vecindario, que todos los días por la mañana y por la tarde, y muchas veces de madrugada, tiene que soportar con espasmos de irreversible pánico colectivo terribles bombardeos.“

“No les queda más remedio que sucumbir o entregarse a las fuerzas del gobierno. Cuanto más tiempo tarden en decidirse peor será. Mientras tanto en Huesca no se vive.  Un movimiento constante de angustia invade al vecindario, que todos los días por la mañana y por la tarde tienen que soportar con espasmos de irrefrenable pánico colectivo terribles bombardeos, que unas veces corren a cargo de nuestras escuadrillas de aviones y otras por las baterías de pequeños y grueso calibre , que han pulverizado por completo todos los arrabales de la ciudad y edificios estratégicos del interior del caserío. Como el cementerio está enfilado por nuestros fuegos los enterramientos tienen que hacerlos en los jardines públicos o en los corrales. Faltan verduras, pues, no hay hortelanos que se aventuren a salir a las huertas que están a un tiro de fusil nuestras avanzadas. Este es el panorama trágico y desolador de la Ciudad de Ramiro el Monje, centro principal de la traición fascista en el Alto Aragón. El dilema para los rebeldes es escalofriante; o morir, o entregarse a la generosidad desconocida para su seca sensibilidad de las tropas que luchan por la República y la democracia……….. Mientras recapacitan entre cañonazos y bombas lo que hay que hacer, hemos dado una vuelta por este amplio sector que tan Maravillosamente dirige el coronel Villalba”.

De todo este cruel ambiente estábamos mi padre, mi madre seis hijos y mi abuela y su hermana tía Rosa. Yo recuerdo mi nerviosismo y mi miedo por que una bala de cañón entró en la bodega donde se habían ocultado mi padre y mi pequeño hermano Jesús cuando estábamos refugiados en Huesca.

¡Qué leyendas pregona el Partido Comunista dentro de la Política! ,cuando se ponen a predicar cuando hablan de Siétamo la mártir!. Puede asegurarse que de ochocientos treinta y cuatro edificios de los que constaba el lugar, sólo once se han salvado de ser desmantelados por la metralla. Los restantes están destrozados, ennegrecidos por llamas, sus muros, y hundidos sus techos, bajo los cuales  quedaron muebles y enseres, y en muchas casas enterradas por los escombros, los humildes campesinos a quienes cogió dormidos la barbarie roja y no pudieron huir de la muerte, “ No pudieron huir de la muerte, quedando dormidos los humildes campesinos a quienes cogió dormidos la barbarie roja y no pudieron huir de su cruel muerte”.

“Mi padre del que dicen que era un marques “criminal”, ya no estaba en Siétamo sino viajando a la frontera francesa con su familia”. En primer lugar nos llevó a Jaca, después a Ansó y por último subió a la frontera, donde los carabineros le dijeron que no había que huir a Francia porque ya estaba perdiendo aquella triste guerra, el Mundo Rojo.

Ya se veía surgir un traslado a Huesca desde Siétamo y a escasos días de este nuevo intento de fuga, ya íbamos subidos en un camión hacia Huesca. Al pueblo no se podía volver, porque era una ruina total, obra de los enormes bombardeos que tuvo que sufrir en aquella “repugnante guerra”. A mi madre la colocaron al lado del volante de la camioneta, porque ya estaba sufriendo su corazón. En mi pueblo de Siétamo íbamos con otros niños a buscar por el palacio innumerables “balines” de fusil, que se habían lanzado unos contra otros. Me acuerdo de Rafael Bruis y de Antoñito del Herrero, que unido con ellos, coleccionábamos balines de fusil como si fuera la única “riqueza que había quedado en el solar de mi pueblo natal”. De rodillas por el suelo recogíamos balines y nos fijábamos en la mano del hijo de Eduardo, con un aspecto, con lesiones y falta de dedos, producto de su juego con los residuos de aquella cruel Guerra.

Pero en aquel recorrido de ruinas por el pueblo de Siétamo y de muertes por fusilamientos desde Barbastro hasta Huesca, me vienen a la memoria muchos de esos fusilamientos entre los “rojos” y los blancos. En Barbastro se dio el asesinato desde su Obispo, sus múltiples religiosos en el Monasterio El Pueyo, hasta el convento ,situado en las calles de esa ciudad, del gitano, cuya efigie se venera en lo alto del Convento- monasterio citado anteriormente, en la entrada a esa ciudad mártir de Barbastro. Pero no sólo fueron ellos los mártires asesinados por los “rojos y sus discípulos”, sino multitud de ciudadanos de tan noble Ciudad.                                                                               

Aquel ambiente de violencia hizo que en Huesca se fusilaran unos noventa individuos por algunos ciudadanos de la capital. Cuando se lee una obra del Escritor del premio Nobel George Orwell, parece que este hombre se echa a llorar, al ver la cruel invasión que realizaron los “rojos” en Barbastro.                                                                                            

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