miércoles, 9 de octubre de 2024

Los endemoniados de Jaca con los fieles de Yebra de Basa.-


                                              Los endemoniados de Jaca.
    

Tengo un antiguo recuerdo de Santa  Orosia, cuya cabeza traían los de Yebra a Jaca,  cantando con energía : “Todos los pechos aragoneses, y los de Yebra en la Montaña,- A Orosia cantan con frenesí”. Es verdad lo que canta el himno, pues yo de unos seis o siete años, en Jaca conocí la cabeza de Santa Orosia, que traían los de Yebra al Templete (que ya no existe), donde se veneraba a la Santa en la Plaza Biscós y rogaban ellos, unidos a los de Jaca, por la Paz y por los endemoniados, que iban acompañando a la Santa para verse libres del mal demoniaco. Desde aquella fecha del 25 de Junio del año 1.937 en que se celebraba la Fiesta en honor de la Santa, acudimos los hermanos acompañados por  mi padre Manuel Almudévar y nos encontramos  con el jacetano don Paco Ripa, tío nuestro, que fue en viejos tiempos Alcalde de la ciudad de Jaca, antiguo tío jacetano de nosotros, emigrantes en Jaca, a causa de la Guerra Civil, Todavía poseen sus nietos su casa jacetana con su capilla. Por cierto hacen ya de este encuentro más de sesenta años y después de tanto tiempo, este himno de la Santa Orosia, me lo hizo recordar el vecino de Yebra de Basa, Santiago Villacampa, el que tiene una gran amistad con el hijo de Ibieca, comerciante en la ciudad de Huesca, señor Sorribas. ¿Por qué son tan amigos el señor Sorribas  y el danzante de Yebra de Basa?. Por mi desconocimiento de que Santa Orosia es la patrona del pueblo de Ibieca, desde hace ya muchos años y en este pueblo de Ibieca se le tiene una devoción inmensa a la citada Santa. JOSÉ LUIS MELERO, escritor aragonés, escribió que hasta los principios del siglo XX “la procesión de los endemoniados de JACA, ofrecía un espectáculo macabro y convertía la catedral jacetana en refugio de trastornados”. Mi familia y yo fuimos observadores en un año de la Guerra Civil como enfermos mentales casi todos ellos a los que llamaban “endemoniados o espírituados”, que acudían a una procesión presidida por Santa Orosia, para que los librara del Demonio. Pero estos “espirituados”, ya acudían a procesiones en la provincia de Huesca, para combatir a los demonios que atacaban sus espíritus. Los lugares a que acudían para combatir a los malos espíritus eran diversos, unos Nocito, otros Santa Elena en Biescas, a Sarsamarcuello o a Fiscal. Pero el día que estuve en el almacén del señor Sorribas, situado en la carretera de Huesca a Barbastro, cerca de Quicena, al lado del Hotel Montearagón, me encontré  con Santiago Villacampa, cuyo sobrino Rafael, hijos de Yebra de Basa, durante generaciones han hecho sonar el “chiflo, salterio o chicotén, en el Baile de Yebra de Basa”. En 1.871, Cosme Blasco publicó en la imprente PÉREZ, una Historia de Jaca, que trataba de una procesión en la que hablaba de una procesión en la que participaban “roncalesas con su traje negro, cuajado el jubón de gargantillas y rosarios; chesas y ansotanas con su ancha saya verde y enderezada gorguera y no faltaban francesas descalzas”. “Blasco nos cuenta que a la capilla se Santa Orosia, en la Catedral, iban muchos de los que se dicen poseídos del espíritu maligno para tratar de encontrar remedio a sus males y que con grandes alaridos rompían el silencio del destajo”templo”. Manuel Bescós Almudévar, conocido por Silvio Kosti, primo hermano de mi padre, dedicó en 1.910, uno de sus relatos a los “espirituados de Santa Orosia”. “Según Bescós, los “espirituados” ofrecían en la procesión “un cuadro único de visión macabra, reclamando el pincel de un Goya”. Escribió Bescós que entre esos endemoniados se encontraba algunos psicasténicos, con obsesiones sacrílegas que “blasfemaban a destajo” y narra como una chesa que “soltaba obscenidades y picardías y se esforzaba por alzarse los briales y mostrar la roña de sus muslos”. Entre  el   gritos dentro de la Catedral de Jaca, parecía ésta convertida en aquellas ocasiones en un “inconfesable burdel o extraño falansterio”. El año de 1.947 obispo de Jaca, el zaragozano José María Bueno Monreal, prohibió la asistencia de endemoniados a la procesión. Como se ve en la orden del señor obispo, prohibió la asistencia de endemoniados a la procesión. Pero el tiempo permitió que mi tío “Silvio Kosti” narrara la negra actitud diabólica de aquellas procesiones y que yo presencié en el Campo del Toro, más tarde Plaza de Biscot el año de 1.936.


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