jueves, 3 de febrero de 2011

Costa y el agua













¿Qué decir sobre el agua en esta tierra abundosa en ella que hace que el Ebro en el verano, siga siendo el río Ebro?.

Está ya todo dicho sobre el agua en una tierra que vió nacer a su profeta, que “alumbró la fuente de las aguas vivas en el desierto estéril”. Lo dijo Joaquín Costa y siguiendo su doctrina, La Violada, La Litera y Los Monegros en alguna de sus zonas, no son ya estériles desiertos pero la capital de la provincia, venero de las aguas, no ha redimido todavía su comarca, la que otrora fuera Plana y hoy conocemos por Hoya.

Tenemos los oscenses, yo diría, un pequeño patriotismo que nos lleva a proclamarnos “pistonudos”, al tiempo que vemos como la Hoya se despuebla, mientras su capital se medio estanca y mira como se marchan las aguas, por canales, a hacer fecundas otras tierras.

No es cuestión de vísceras ni de proclamas vanas; lo que es preciso es que ese fuego encienda los cerebros con fines de progreso. El “piros” o fuego de Pirene ardía en el cerebro del profeta con llamas en forma de preguntas: ¿despensa?, ¿escuela?, ¿higiene? y para contestarlas o apagarlas, sólo veía el agua.

Le surgían las visiones de la Mora, de aquella que sale de las aguas de la Basa, la noche de San Juan, desprendiendo cual perlas, de su figura deslumbrante, las gotas vivíficas que embellecen con raros rododendros su entorno encantador.

La Andramaría, diosa fecunda de los vascos tiene su templo natural en los prados de Ansó (Ansola, Ansoain, Ansoátegui, Ansorena), a los que torna verdes y se lleva a Navarra las aguas del río Aragón.

Igual que en el mar Rojo las aguas se abrieron y cerraron; en el Alto Aragón se abrieron hacia el Ebro, hacia Cesaraugusta, a los secos Monegros, a Lleyda y a Navarra y quedaron cerradas a la Hoya de la ciudad de Huesca.

He preguntado los motivos a los sabios ilustres para que me iluminen y me han dicho que si Navarra se reservó el río Iratí, que Lleyda negó el Segre a la ciudad de Barcelona y Zaragoza, no saben si por ser Augusta, ha reducido nuestro Aragón al Ebro.

Y en Huesca, ¿qué se hacía?, despreciar al “ta pueblo” y llevarse sus aguas como el pez poderoso engulle al más pequeño, en tanto rodeaba como en vulgar corte provinciana a foranos ilustres, que venían del Centro, comían langostinos y como la boca la tenían llena, culiparlaban rascándose la tripa satisfecha y, en tanto, abandonaban la idea del profeta que en Huesca fue cochero, trabajó de albañil y se vio rehusado por ilustre familia al pretender casarse con su hija.

Y siguen todavía, los culiparlantes en la opinión de que Huesqueta es mejor que siga siendo un pueblo burocrático y apagado.

Hay que encender la llama del progreso porque los viejos mitos ya pasaron y es necesario que creemos otros hitos o mojones que nos marquen las cotas por las que pase hacia la Hoya su Canal.

Han de abrazarse las aguas del Gállego que viene de las Galias con las del Flumen, el río que en el mundo entero posee el nombre más latino.

Cantó Camila Gracia el día del abrazo de Tardienta y desde arriba está esperando que se abracen, y creo que no en vano, el Flumen y el Gállego,

Costa cantaba una nueva Litera y hacía hablar al río Esera que decía: ”Recogedme, no seáis ciegos…ni cobardes …recoged a mi compañero el río Ara; recoged a nuestro hijo común el río Cinca y visionario seguía, ”Las aldeas ascenderán a categoría de villas; las villas se harán ciudades; Barbastro se convertirá en una pequeña Zaragoza y Monzón adquirirá las proporciones de Lérida…Binéfar, Tamarite, Almacellas, Fraga, La Almunia, San Esteban y otra multitud de poblaciones, ahora rústicas y terrosas, rivalizarán en riqueza con las más opulentas de Cataluña”.

Se quieren llevar el Ebro desde Cataluña, pero los altoaragoneses, deben aprovechar, como dijo Costa todas las aguas, que nacen en sus tierras y así habla “de otra multitud de poblaciones, ahora rústicas y terrosas, rivalizarán en riqueza con las más opulentas de Cataluña”. Ya vemos como en el Este de la provincia se extienden los riegos y en el Sur y en el Oeste, pero en la Hoya Somontano de Huesca, vemos pasar el agua de nuestro ríos y no la catamos, porque “han de abrazarse las aguas del Gállego… con las del Flumen” y han de regar con las aguas del río Flumen y las del Guatizalema, reforzadas sus corrientes con las aguas del Alcanadre, como propuso Albasini, a través del Pantano de Calcón y de Vadiello, Angüés, Siétamo y otros pueblos de la zona, que podrán reforzar el riego de la Hoya, pero sin perder el Somontano sus aguas y sus ríos, como no los perdieron ni Navarra, ni Lérida.

Hay quien dice que el agua beneficia únicamente a los agricultores, pero el Profeta hablaba de “los saltos de agua fábricas de harinas, de tejidos y conservas… y las frutas que han de afluir a ellas en río continuo para la exportación”.

¡Qué razón tenía Costa!, si observamos como los mayores países agrícolas, son los mayores en industria. Habla también de trenes que llevarán las mercancías y cita a una locomotora avergonzada que lanza sus silbidos como una burla contra nuestra desidia y fanatismo musulmanes. ¡Como veía Costa el tren de Canfranc y el ferrocarril nuevo que propuso el ingeniero Arenas!.

Pero quedan en Huesca seguidores de Costa que luchan entusiastas por el Canal que regará el Somontano y la Hoya y exhiben su pancarta permanentemente en esa plaza porticada que como nombre tiene el de un ilustre oscense, el de López Allué, que amó nuestras costumbres y que, de estar entre nosotros todavía, se uniría gozoso a todos los oscenses, para regar Barluenga, Loporzano y Siétamo con el Pantano de Montearagón, para dar ese paso hacia una Huesca que avance hacia el progreso y grite: "Es mía el Alba de Oro”.

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