lunes, 14 de febrero de 2011

Egeria, peregrina a Palestina, desde el año 381 al 38


La Historia hay que estudiarla para mejorar la situación de países, en los que el hombre y la mujer han de vivir. Pero los hombres, en lugar de prosperar, han buscado sólo sus intereses particulares, religiosos o ideológicos. Esta reflexión me viene al contemplar un mapa con el mar Mediterráneo en su centro, con vías romanas por todas sus costas, por las cuales Egeria noble mujer gallega, inteligente y creyente en Cristo, pudo viajar desde Galicia hasta Mesopotamia, con pequeñísimas dificultades. Esta época de “pax romana” tuvo lugar entre los años 29 a. C. y 180 d. C. Por esas vías romanas, viajó Eteria, desde Galicia hasta Jerusalén. Salió Egeria de Galicia, pasó a las Galias, siguió por Italia, para llegar a Constantinopla el año 381.De esta segunda Capital del Imperio Romano, entonces llamada Bizancio, partió hacia Jerusalén y así como los judíos hacía muchísimos años que habían regresado de Egipto a Palestina, ella visitó el mar Rojo, el Monte Sinaí, Alejandría y Tebas. Más tarde recorrió Antioquía, Edesa, Mesopotamia, el río Eufrates y Siria, de donde volvió a Constantinopla. Llama la atención el contemplar en tiempos tan pristinos, una mujer que utilizase su inteligencia para viajar y escribir el “Itinerarium ad Loca Sancta”, al que hoy llaman “ Viaje de Eteria”. En sus tiempos la doctrina del hijo de Gallaecia, Prisciliano, extendía sus ideas por España, especialmente por la parte Oeste. El año 396, tuvo lugar el Concilio de Toledo, en el que discípulos de Prisciliano abjuraron de sus ideas. Por todos estos motivos se dice por algunos que Egeria era priscilianista, mujer famosa por sus escritos llenos de sabiduría. Es cierto que las doctrinas priscilianistas admitían la igualdad de la mujer, pero Egeria, amante de Cristo, ¿se marcharía a la Tierra Santa para buscar salvarse de los errores a sí misma y a los cristianos?. Pero quedaron vigentes errores priscilianistas, pues en el siglo V, el monje bretón Pelagio, que pertenecía a los priscilianos, anunció el descubrimiento de la tumba de Santiago Apóstol. No cabe la menor duda de que Galicia ha sido un lugar lejano del Oriente, pero cercano a él, por su amor a Cristo y a sus discípulos, como Santiago Apóstol.

Se observa en el ambiente de aquellos viejos tiempos, que Roma era la que estaba cambiando la cultura. Egeria, parece ser que era de antecedentes romanos, porque en diversos documentos se le atribuyen parentescos con nobles del poder de Roma. Desde luego que ella buscaba el progreso de los hombres, pero se ven las dificultades que pusieron las ideas particulares, sectarias y religiosas y las invasiones de los hunos dirigidos por Atila, los ostrogodos de Teodorico, que sembraron el pánico en Constantinopla, entonces Bizancio, para arreglar la Historia del Mediterráneo. Entonces no se exigía al clero la separación con las mujeres y a Egeria se le atribuyeron ideas priscilianistas. Pero ella buscaba la verdad y por eso, tal vez como he dicho, iniciaría su viaje al Oriente Sagrado. En un escrito de Joan Perucho, cuenta que el griego Kosmas, que fue militar del Imperio, combatió los errores de los herejes, estudió derecho y se colocó en la Administración del Estado, llegando a controlar hasta un céntimo en todos los impuestos. En las Galias se encontró con Egeria, y ambos que habían viajado por el desierto de Nitria, en Egipto, conversaron sobre los anacoretas en su camino a Jerusalén”. Dice Perucho que Egeria escribió un libro titulado “Peregrinacio ad sancta loca”. Estos relatos de Perucho aclaran el modo de alojarse en sus largos viajes, en aquellos lugares, donde residían los anacoretas, con los que conversaba. En aquellos tiempos todavía no existían las monjas, pero sí, los y las anacoretas, entre las cuales se encontraría Egeria. Entonces existían los monasterios de los que se conoce poco, pero en ellos y en las casas de postas, se podría albergar Egeria, durante su viaje. No sé si esta extraordinaria mujer, como hizo Kosmas, visitaría cerca de Alepo a San Simeón, que estaba en lo alto de una columna de veinticinco metros.”Cuando Kosmas llegó, una muchedumbre rodeaba la columna del santo. Había griegos, armenios, sirios y negros africanos. Todo el mundo se hallaba postrado rezando”. La Historia se repite, pero con grandes cambios, porque en este mes de Febrero del año 2011, en El Cairo, una gran multitud, también postrada, reza para que Moubarac, señor que ocupa en su columna el poder desde hace unos treinta años, se baje de dicha columna y los deje en paz. A San Simeón, a pesar de las ayudas, entre otras las de Kosmas, no hizo falta echarlo, pues se murió. ¡Cómo cambia la Historia, pues aquella enorme superficie que ocupaba el Imperio Romano, se dividió en cristianos y musulmanes!.

El ambiente de la “Pax Romana”, aunque parece mentira, todavía es recordado en España, por ejemplo en Mendigorría, que se encuentra cerca de Pamplona porque viven el recuerdo de Roma, como escribo en mi artículo “La ciudad romana de Andelos, debajo de Mendigorría”, lo siguiente:”No me extraña que el pueblo de Mendigorría, guarde el recuerdo de Andelos. Cada año por el mes de Junio, saluda al Caesar romano, diciendo ¡Ave Caesar, yo te saludo!.”Se viste una gran parte de la población con túnicas romanas y celebran una cena, en la que lo hacen postrados como hacían los romanos Además preparan luchas entre gladiadores y representan obras de Teatro romano. En un pueblo de Galicia, celebran cada año la llegada de los romanos a la tierra en que nació Egeria. En Huesca y en gran número de poblaciones españolas, en Semana Santa se ven por las calles caballeros e infantes romanos. Llegaron los bárbaros y más tarde los musulmanes y estallaron las Cruzadas y aquella “Pax romana”, desapareció, pero esperemos que de la misma forma que los de Mendigorría se acuerdan de la paz de los romanos, los pueblos del este y del sur del Mediterráneo, olviden el fanatismo religioso y podamos venerar a Egeria en Palestina y en Egipto.

En el siglo VII, los pueblos bárbaros gobernaban en España y San Valerio de Astorga, escribió en una carta el viaje de Egeria. Se conservan en Europa, concretamente en Arezzo y Mario Ferotín, en el año 1903, adjudica a Egeria ser la autora de dicho relato del viaje a Jerusalén. ¡Cómo no se hacen películas y obras teatrales sobre la vida y los viajes de Eteria, pues a pesar de su antigüedad, representan mucho sobre la Historia del mundo!.

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