jueves, 15 de septiembre de 2016

La música de pueblo hace pocos años


" Articulo traducido del libro Beyendo chirar o sol"

Lamento no saber cantar aquella música que se hacía sonar en las iglesias de los pequeños pueblos. Reconozco que para todo es preciso valer y yo no valía para hacer sonar esos cantos en mi garganta. Pero reconozco que escuchar esa música me procuraba un gozo infinito.
Ahora se escuchan muchas canciones, pero cantos de música de aquellos pueblos pequeños, nada.
Me acuerdo de escuchar el canto llano gregoriano, que ha volado por las bóvedas de las iglesias, cuando la humanidad tenía una gran necesidad de escucharla. Ahora esa necesidad ha aumentado, para contrarrestar, la ruidosa música moderna y los desagradables sonidos industriales.
Todavía están vivos algunos monasterios,  rincones monásticos, a los que es necesario ir a pasar algunos días, sobre todo a los ejecutivos y a los trabajadores,  para luchar contra las agonías, que produce el “mundanal ruido”.  ¡Oh, si se tuviese vivo el Monasterio de Montearagón, con sus frailes¡. Se podía subir a escucharlos y de paso echarse una “gotica” de esos líquidos benedictinos.
Conocí a unos muchachos que se compraron una casette de música relgiosa de Solesmes, para escucharla, cuando fumaban “codetes”. Hasta a los drogadictos les gusta el canto gregoriano, pues este canto le da un acompañante dulce, es decir  el humo de las drogas. Los frailes cantaban todos a una, todos igual, no resaltaba la voz de uno de ellos sobre la de los demás: “un fraile, dos frailes, tres frailes , en un coro, hacen sonar la misma voz que un fraile sólo”.
Pero los cantantes de la parroquia del pueblo, no cantaban como los coros de los frailes, sino que cuando cantaban el Dies ira- Dies ille, cada uno cantaba a su compás y unos subían su voz más que la los otros. Me parecía que estaba escuchando “radio moros”. Pero después de recordar otros coros, me pareció, que lo que escuchaba, eran  cantos de la liturgia mozárabe.
Mi hermana María oyó en Montreal unas canciones folklóricas judías y me dijo que le sonaban como cuando oía al Señor Lobateras y al señor Mariano Cabrero.¡Qué sentimiento añadían a su sonido!. Yo me puse en una ocasión a cantar con ellos y Marianer de Cabrero me riñó porque daba las notas improvisadas, como los negros las dan en la música de Jazz. Hoy Mariano canta en la Coral Oscense. Yo soy un fracasado, no tengo perdón.
Hay estudiosos de la música y hay gente deseando escuchar esta música. Yo ruego que se hagan discos o casettes en algún lugar que todavía se cante de esta forma. En mi pueblo, acabaron con esta música y yo no he escuchado comentarios sobre esta música prohibida. El pueblo no entendió este destrozo, pero dejó de subir al coro y ¡y en paz!.Pero cuando los cantores,fueron echados de la iglesia, escuché algún comentario. Fue la siguiente: un mosen , modernizado ,destrozó en la lonja de la iglesia un santo de yeso,de poco valor en dinero, a fuerza de martillazos. Un hombre que pasaba por allí, exclamó : ¡qué vueltas da el mundo!, mi padre las pasó moradas por hacer lo mismo. Y se fue con su azada colgada en un hombro y pensando en el destrozo del santo.
Yo creo que todavía se puede rescatar la música religiosa del pueblo, El que la rescate, rescatará  al mismo tiemo , la música del pueblo.¿Quien será?. Creo que todos los aragoneses le deberán respeto,  admiración y  música celestial.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

La razón y la sinrazón

  La razón hace funcionar los ordenadores, no su propia razón de la que carecen esos maravillosos aparatos, descendientes de las simples plu...