" Articulo traducido del libro Beyendo chirar o sol"
Lamento no saber cantar aquella
música que se hacía sonar en las iglesias de los pequeños pueblos. Reconozco
que para todo es preciso valer y yo no valía para hacer sonar esos cantos en mi
garganta. Pero reconozco que escuchar esa música me procuraba un gozo infinito.
Ahora se escuchan muchas
canciones, pero cantos de música de aquellos pueblos pequeños, nada.
Me acuerdo de escuchar el canto
llano gregoriano, que ha volado por las bóvedas de las iglesias, cuando la
humanidad tenía una gran necesidad de escucharla. Ahora esa necesidad ha
aumentado, para contrarrestar, la ruidosa música moderna y los desagradables
sonidos industriales.
Todavía están vivos algunos
monasterios, rincones monásticos, a los
que es necesario ir a pasar algunos días, sobre todo a los ejecutivos y a los
trabajadores, para luchar contra las
agonías, que produce el “mundanal ruido”. ¡Oh, si se tuviese vivo el Monasterio de
Montearagón, con sus frailes¡. Se podía subir a escucharlos y de paso echarse
una “gotica” de esos líquidos benedictinos.
Conocí a unos muchachos que se
compraron una casette de música relgiosa de Solesmes, para escucharla, cuando
fumaban “codetes”. Hasta a los drogadictos les gusta el canto gregoriano, pues
este canto le da un acompañante dulce, es decir
el humo de las drogas. Los frailes cantaban todos a una, todos igual, no
resaltaba la voz de uno de ellos sobre la de los demás: “un fraile, dos
frailes, tres frailes , en un coro, hacen sonar la misma voz que un fraile
sólo”.
Pero los cantantes de la
parroquia del pueblo, no cantaban como los coros de los frailes, sino que
cuando cantaban el Dies ira- Dies ille, cada uno cantaba a su compás y unos
subían su voz más que la los otros. Me parecía que estaba escuchando “radio
moros”. Pero después de recordar otros coros, me pareció, que lo que escuchaba,
eran cantos de la liturgia mozárabe.
Mi hermana María oyó en Montreal
unas canciones folklóricas judías y me dijo que le sonaban como cuando oía al
Señor Lobateras y al señor Mariano Cabrero.¡Qué sentimiento añadían a su
sonido!. Yo me puse en una ocasión a cantar con ellos y Marianer de Cabrero me
riñó porque daba las notas improvisadas, como los negros las dan en la música
de Jazz. Hoy Mariano canta en la Coral Oscense. Yo soy un fracasado, no tengo
perdón.
Hay estudiosos de la música y hay
gente deseando escuchar esta música. Yo ruego que se hagan discos o casettes en
algún lugar que todavía se cante de esta forma. En mi pueblo, acabaron con esta
música y yo no he escuchado comentarios sobre esta música prohibida. El pueblo
no entendió este destrozo, pero dejó de subir al coro y ¡y en paz!.Pero cuando
los cantores,fueron echados de la iglesia, escuché algún comentario. Fue la
siguiente: un mosen , modernizado ,destrozó en la lonja de la iglesia un santo
de yeso,de poco valor en dinero, a fuerza de martillazos. Un hombre que pasaba
por allí, exclamó : ¡qué vueltas da el mundo!, mi padre las pasó moradas por
hacer lo mismo. Y se fue con su azada colgada en un hombro y pensando en el
destrozo del santo.
Yo creo que todavía se puede
rescatar la música religiosa del pueblo, El que la rescate, rescatará al mismo tiemo , la música del pueblo.¿Quien
será?. Creo que todos los aragoneses le deberán respeto, admiración y
música celestial.
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