Este hombre es conocido por mí,
desde hace muchos años y he coincidido con él en las Fiestas de su vecino
pueblo. Siempre lo encontraba riéndose con sus compañeros en el Bar. Jugaba a
las cartas con labradores, que se pasaban la vida, labrando los campos de
secano y cuando guardaba fiesta, debido a su pensar diario y profundo, ganaba a
sus compañeros las partidas, que jugaban a la baraja. Pero no sólo entraban a
jugarse una copa de Ron, los numerosos labradores que en aquel pueblo vivían,
sino que también participaban,
comerciantes e industriales, nacidos en
ese pueblo, pero que trabajaban en locales industriales o naves comerciales,
donde se compraban las cosechas que producían los labradores de la Comarca. Pero
tenían un gran amor a aquel pueblo donde nacieron y acudieron a la Escuela. Por
eso no podían abandonar las Fiestas y
las pasaban, recordando aquellos banquetes, que les proporcionaba su madre, sus
hermanas o más tarde sus esposas. Había unas mujeres, buenas cocineras a las
que pagaban durante la Fiesta, para recrear a los invitados con sus sabrosos
platos. Ahora es más difícil encontrarlo en aquel modesto pueblo, con su salón y
su Bar, a donde acuden algún día de la semana, las mujeres, ya mayores, que van
a hacer tratamientos de su anatomía y para ejercitar sus músculos, para vivir felices durante muchos años. Él
está en la capital y piensa en esas reuniones con sus antes convecinos y ya no
puede acudir a recordar a su padre ni a su madre, que ya se fueron hace años.
Piensa a veces en sus antiguas ocupaciones de monaguillo o escolano, en la Parroquia,
en las procesiones festivas y en los entierros, donde se hacía honor a los que
en el pueblo habían vivido y después se marchaban a la vida eterna. Mi amigo y yo, también nos iremos y nuestros
corazones se entristecen por unos escasos minutos, pero el sonriente soñador de la creación de empresas modernas,
se acuerda de aquellos huertos regados
con el agua de una balsa, que se llenaba con las aguas que recogía de las
lluvias, impulsándole su corazón a crear
enormes campos, plantados todos ellos
con árboles frutales. El primero que plantó, lo hizo en terrenos inclinados, desde
lo alto del monte, adornado de pinos, hasta el río. Esa inclinación por diversas causas, evita las heladas, que matan las flores de
aquellos manzanos, y además con redes de fibras plásticas, que no impiden el
paso del sol, evitan que las piedras que
lanzan algunas tormentas, dañen la producción. Cuando te miras las líneas de
manzanos, regados a goteo, se contempla la belleza de esa explotación moderna
del campo. Cuando llega el Otoño, entran en la finca camiones alemanes, que
cargan esas sabrosas manzanas, para su
consumo en Alemania.
Alguna vez me ha llevado con su
coche a visitar personas, con las que ha de tratar de algún asunto relacionado
con su explotación. Pero en aquellos pueblos vecinos, no se ven habitantes, que
se dediquen a cultivar la tierra ni a mejorar sus cultivos. Desde lo alto de la
finca, se divisa una gran llanura, en la orilla del río, donde se ve algún
huerto cultivado, pero la mayor parte de los huertos están yermos. Habla en
aquella zona con gente ya mayor, harta de trabajar en años pasados, pero no
quedan casi personas, porque sus hijos han emigrado a la capital y no hay
jóvenes en los pueblos. Pensando en el futuro, cuando llegue alguna época de
trabajo, no sabrán trabajar, ni estarán acostumbrados a sacrificarse, y estarán
deseando escuchar por la radio a la Pantoja y esperarán la llegada de la noche,
para tomar bebidas alcohólicas y otras que confunden la mente. No les preocupan
los trabajos y dineros, casi siempre prestados ni el camino que ha de seguir el
patrono, para llegar a producir. ¿Qué solución buscará la sociedad, para corregir
esta situación?, porque los que tienen el poder no se preocuparán del problema,
sino principalmente de conservar el Poder. Su mal gobierno, hará que
quedemos sujetos a decisiones de
terceros países europeos, que tendrán que intervenir y nos harán obedecer sus
normas. A mi amigo le gustan los países europeos y ha ido a ellos en diversas
ocasiones, para estudiar las plantas que en ellos seleccionaban, envió a un
muchacho a estudiar los trabajos que hacían en Ucrania sobre los manzanos y a
los alemanes les vende las manzanas que produce en su finca modelo.
Mi amigo está siempre alegre,
aunque siempre le preocupan los problemas de la gestión de sus fincas modelo.
Pero el otro día me impresionó su actitud de preocupación por problemas que no podía
resolver. Eran dichos problemas causados por la sequía en la finca, que tiene
en la Provincia de Huesca, al lado del río Gállego. Aquellos árboles causan
admiración por su lozanía y por su vigor, pero le causaba terror el pensar que
sin agua, no podrían producir las manzanas que todos los años exportaba a
Europa. Se acordaba de Costa cuando decía que aquella nieve de los Pirineos,
convertida en agua, no se debía dejar escapar al Mediterráneo, haciendo
pantanos y canales, para aprovechar el agua de los Pirineos en la provincia de
Huesca. Pero encontré triste a mi amigo,
porque la escasez de agua, no deja que por el Canal, baje la suficiente y no
podría regar aquellos manzanos que dan trabajo a la gente y manzanas al pueblo,
para su consumo. No han creado reservas de agua, tan imprescindibles, para el desarrollo moderno de la tierra. Si en
el Norte no hay reservas de agua, en el Sur, queda todavía más perjudicado el
desarrollo de esas fincas modelo, de las que se crean en España, con tanta
escasez. Mi amigo escribió en un papel que “Los recursos de agua adjudicados este año,
son tan escasos, que sentimos la preocupación por el mal tratamiento de la vida
de esos árboles, que tanto coste han supuesto”.
Me enteré de que al día siguiente, en la Comunidad General
de Riegos, se reunieron los responsables de los regantes del Alto Aragón, para analizar
profundamente esta situación tan angustiosa. No pudieron hacer milagros,
multiplicando el agua disponible. Pero el
Sábado, día 26 de Abril, a las cinco de
la tarde, como habían anunciado, llegaron a la Plaza de San Pedro el Viejo, los
seis “Discípulos de San Urbez”, que bajaban andando por los montes, desde la
Ermita rústica de Fanlo, al lado del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
Durmieron aquella noche en la Ermita de la Val
D´Onsera, a la que en días anteriores, habían llevado leña sobre sus
costillas, para calentar dicha ermita y secar sus ropas que se habían mojado a
lo largo de su peregrinación. Nada más llegar se oyeron unos rugientes truenos
y cayeron unos seis litros de agua, que en el Claustro de San Pedro, donde
descansan los restos de Ramiro el Monje y de Alfonso el Batallador, caía el
agua como un baño regalado por San Urbez.
Aquellos truenos y aquella lluvia,
que cayó sobre la Provincia el 29 de Abril, fueron un aviso de San Urbez de que
había agradecido el sacrificio de sus Discípulos.
Hoy he decidido ir a visitar a mi
amigo, para ver si se le había convertido la tristeza en alegría y
efectivamente, su semblante se había
rejuvenecido. Yo no se si mi amigo cree o no cree en los milagros, pero el día
uno de Mayo, desde hace unos años, acude su hijo con sus tres nietos, a la
Ermita Rústica de San Urbez, allá en los Altos Pirineos.
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