Madre Berride |
Cuando era niño, cantaba en la
Parroquia, acompañando a todos los de Siétamo: “¡Viva María, viva el Rosario,
Viva Santo Domingo, que lo ha fundado!”. El Señor que creó al hombre a su
imagen y semejanza, les enseñó a los Predicadores a acercar a los seres humanos
a la Oración del Rosario y con esta otra copla, a odiar el pecado, la cual
entonábamos, cantando : ”¡Viva el Rosario, muera el pecado, porque es el diablo
, quien lo ha inventado!”.
Siempre me llamó la atención la
Iglesia y el antes Convento de Dominicos, y hoy Parroquia de Santo Domingo, de
Huesca, a la que entraba para contemplar la belleza de su arquitectura, de sus
coros, de sus pinturas ornamentales y de las bellas figuras de los Pasos de la
Procesión de Semana Santa, que se guardan en sus locales.
Allí estaba el Convento de Dominicos, en el
que enterraron a la Dominica Madre Berride, nacida en Huesca, en 1658, y
pariente mía. Ella fue la que fundó una Comunidad de Dominicas, y con ella, crearon el Colegio de Santa Rosa. Un tío mío,
sacerdote, apellidado Zamora, les
proporcionó el local.
De la misma forma ocurrieron los
hechos en San Cristóbal de La Laguna de
Tenerife, en el Convento de las Dominicas de Santa Catalina de Siena, en el que
enterraron a la “Siervita”, a la que así, con gran cariño llaman, y que es la Sierva
de Dios, Sor María de Jesús, que nació en el Sauzal (Tenerife), el día 23 de
marzo de 1643 y que falleció el 15 de Febrero de 1731.
Esta “Siervita” nació el día 23
de Marzo de 1643, muy lejos en kilómetros, de Huesca, en El Sauzal (Tenerife),
pero muy cercana a esta fecha nació en Huesca la venerable, también Dominica,
Madre Berride, en 1658.
En el libro escrito por Don Pedro
López y Franco, ponía que la niña Josefa
Berride: “a los cinco a ocho años, sentía
una simpática atracción a las flores blancas, en cuya confirmación, sucedió cierto día, que paseando a orillas del
río Isuela, no la podía su madre apartar de recrearse en sus apacibles flores,
pues tan embebida tenía la niña su alma en
ellas y tanto la arrebataban su
belleza y blancura, símbolo de la pureza”. El río corría próximo a la iglesia
de San Agustín de Foris, donde le rezaba a la
Virgen de la Piedad y al niño Jesús.
Le atraían, con gran amor, el
color de las flores blancas y el mismo de las palomas también blancas y por ese
color luminoso y brillante, le apeteció entrar en una Orden de Santo
Domingo.
No lo logró porque no tenía el
órgano de la vista en buen estado, pero
el Hábito blanco y negro de Santo Domingo le atraía de tal forma, que consiguió
que le “autorizaran a vestirse como una Terciaria Dominica y luego tuvo más
compañeras y hermanas como Sor María Lay y Sor Victoria Leza”.
Sigue escribiendo Don Pedro López
y Franco: “Sucedió muchas veces, que iba entre siete y ocho de la mañana a la Iglesia
de Santo Domingo, se confesaba, oía Misa, poníase de rodillas en Oración, y en la misma postura
se quedaba extática y arrobada el alma, el cuerpo inmóvil como una estatua, por
muchas horas y a veces hasta la tarde, sin recordar, ni volver al sentido, ni tomar desayuno”.
Así como esta Dominica María Josefa Berride, dejó
admirados a sus devotos por la incorruptibilidad de su cuerpo, en el
sepulcro que dejaban a los fieles que lo
contemplaran, la “Servita” Sor María de León Bello y Delgado, tiene también su
cuerpo incorrupto en su sepulcro. Este sepulcro se custodia en la Iglesia del
Convento de Santa Catalina de Siena. De
la misma forma que se produjeron éxtasis en la venerable oscense, María Josefa
Berride, se daban en “La Servita”,
éxtasis, levitaciones, estigmas y bilocaciones.
¿Qué diferencia ha existido entre la custodia
del cuerpo de “La Servita” tinerfeña y el de la
Venerable Madre Berride?. Èsta
fue enterrada en la Iglesia del Convento de Santo Domingo de Huesca. Era objeto
de una gran devoción, pero en una ocasión, al abrir su tumba, se encontraron
que habiendo caído goteras de lluvia en su rostro, ésta había hecho desaparecer
la claridad de su rostro. De ahí trasladaron su cuerpo al primer convento de
monjas dominicas, fundado por ella con sus compañeras. Cuando se construyó el
nuevo Colegio de Santa Rosa, lo enterraron en la capilla de este Colegio. A esa
capilla fui yo a ver su tumba. Estaba en el suelo, tapada con una placa de
mármol y acompañada María Josefa
Berride, por el cuerpo de su compañera y Hermana Dominica, Sor María Lay. A un
amigo mío Abogado, que vive en Madrid, para la Guerra Civil, las monjas de
Santa Rosa, le entregaron, para que la guardara, una vasija que
custodiaba, Sangre de Nuestro Señor
Jesucristo. Le pregunté a la Hermana, si
se conservaba dicha vasija, dentro de la tumba. Me contestó que no lo
sabía.
Aquí todavía queda gente que se
acuerda de la Madre Berride, pero es muy poca, porque no se ha reorganizado su
veneración, ya que en tiempos pasados, se tuvo que anular la Beatificación de la
venerable, porque eran multitud los fieles, que abusaban de su devoción, pero sin embargo ha existido inquietud por la
canonización de la Venerable. El Señor Obispo convocó una reunión en el
Obispado para reiniciar el Proceso de Beatificación y se han publicado estampas
de la Madre.
La familia Marquínez Zamora tiene en su casa un Cristo, que poseyó
la Venerable, y yo en la mía tengo un
cuadro con un retrato suyo. En el Obispado se encuentran retratos de la misma.
En cambio en San Cristóbal de La
Laguna, se quedan los visitantes encantados al ver el Convento de Santa
Catalina de Siena. “Este edificio se halla junto a la Plaza del Adelantado, en
el Centro de la ciudad. Este Convento es muy conocido porque en su interior se
conserva el cuerpo incorrupto de María de León Bello y Delgado, llamada
popularmente “La Siervita”. El convento está custodiado por monjas de clausura
de la orden de Predicadores (Dominicas)”.
Convento de Santa Catalina de Siena |
Su “cuerpo incorrupto se conserva
en un sarcófago donado por el Capitán Amaro Rodriguez Felipe ( llamado el
corsario Amaro Pargo)”, que “le hizo un sepulcro-retablo en la parte baja del
coro del convento”. Adornando el ambiente del sepulcro, cuando murió la
“Servita” María, pusieron “un lienzo con una de las visiones que de Jesucristo
atado a la columna, tuvo Santa Teresa de Jesús”.
No se permite contemplar todos
los días del año el cuerpo incorrupto de la religiosa dominica, pero cuando
llega el día 15 de Febrero, en el que se celebra el aniversario de su muerte,
miles de visitantes hacen cola para contemplarlo. También se abre la sepultura
el domingo siguiente al día 15 de Febrero.
La verdad es que la Sierva de
Dios Sor María de Jesús de León Delgado, perteneciente a la Orden de
Predicadores, “Siervita” de Dios, acompañada por todas las monjas del Convento
de Santa Catalina de Siena, da todos las días un saludo de la Virgen del
Rosario, de Santo Domingo y de los cristianos , a Nuestro Señor ,Dios Padre
Todopoderoso. Aquel color blanco de sus hábitos, que recuerda la luminosidad de
los cielos en las Islas Canarias, acompañado por el manto negro, al que
recuerdan las oscuras arenas de sus playas, atraen a miles de fieles al piadoso
convento de Santa Catalina de Siena, porque aquel ambiente de la Naturaleza y
del alma, lo convierten en objeto turístico y en santuario de peregrinos.
A tal Convento llegaron mi esposa
Feli y su amiga Pilar Godé el día 3 de Febrero de 2013, y se encontraron con un
lugar, en que se unían la piedad y la hermandad y estuvieron presentes en un
acto en que fue Consagrada en la orden de las Vírgenes, Clara Dorta Tejera, por
Monseñor Bernardo Alvarez Alonso. ¡Cómo se adivinaba la unión de todos los
hijos del Señor!.
Las dos oscenses, entraron en
conversación con las religiosas y nombraron al Señor Obispo Retirado, Don
Damián Iguacen, que todavía está por la diócesis de Huesca, predicando la palabra
de Dios. Las monjas tenían un piadoso recuerdo de un Obispo tan piadoso, que
invitaron a comer a las dos oscenses. Es que la unión entre el deseo turístico
de ver tierras hermosas, y Santuarios al que acuden los peregrinos, es
apreciado por las monjas Domínicas del Convento de Santa Catalina de siena, en
la Isla de Tenerife.
Cuando Feli y Pilar circulen en
Huesca por la Calle de la Madre Berride, se acordarán de la “Siervita” del
Convento de Santa Catalina de Siena y cuando se encuentren con el reverendo
Obispo, retirado como lo va a hacer nuestro Sumo Pontífice, le moverán gratos y
piadosos recuerdos de la Diócesis de Tenerife.
¡Qué rato tan agradable pasarían nuestras amigas...!
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