El milagro de la multiplicación del pan y los peces. |
El hombre está compuesto por
cuerpo y alma. Su cuerpo es material y su alma es espiritual. Y cuando el
hombre reza, empieza haciendo la señal de la Cruz, desde su frente hasta el pecho
y desde el hombro izquierdo hasta el derecho, diciendo, al mismo tiempo: “En el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo”.
Hay que alimentar el cuerpo y
el espíritu y algunas veces, los hombres han estado saturados de escuchar sermones,
pero han tenido su estómago vacío. La primera Persona Divina, es decir el
Padre, nos enseña a pedir el Pan nuestro de cada día. En la Oración del Padre
Nuestro, decimos: ”El PAN nuestro de cada día, dánosle hoy y perdónanos
nuestras deudas … y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos de todo
mal”.
El Hijo, Dios y Hombre
verdadero, también se acuerda de nuestras necesidades corporales, pero más después de recordar el día de Pentecostés, en “que todos quedaron llenos del Espíritu Santo
y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía
expresarse” (2:49). Pero Jesucristo el Hijo de Dios, había fundado por medio de
sus apóstoles, la primera Lengua, que hasta entonces no contaba con las mujeres y los niños en la
comunidad, y “todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los
Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del PAN y en las oraciones”.
“Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común (2:44):
vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según
las necesidades de cada uno (2.45). Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo,
partían el pan en sus casas, y COMÍAN
juntos con alegría y sencillez de corazón”2:46). “Ellos alababan a Dios y
eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad
con aquellos que debían salvarse”. (2:47).
¡Cómo se acordó Jesús, de que
los hijos del pueblo, pudieran comer y beber, alimentando sus cuerpos!. Por
ejemplo en la Multiplicación de los panes y de los peces, a las orillas del
lago, pues en esta ocasión “Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima
y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a
decirle: Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que
vayan a las aldeas y se compren de comer. Jesús les replicó no hace falta que vayan, denles ustedes de
comer. Ellos le dijeron no tenemos más que cinco panes y dos peces. Les
dijo: ¡Traigánmelos!. Mandó a la gente
que se recostara en la hierba, y tomando los cinco panes y los dos peces alzó
la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a sus
discípulos, que se los repartieron…Comieron unos cinco mil hombres sin contar
las mujeres y los niños”.( Mateo 14,14-21).
Cada vez que escucho esa frase
de Jesús, cuando dijo, ”Denles ustedes de comer”, me acuerdo de aquellas
palabras suyas, que están escritas en el ordenador y que se expresan así: ”Nuestra
vida en el mundo es un compartir constante. Compartimos la tierra en que
vivimos, el aire que respiramos, el cielo que nos cobija, el sol que nos
ilumina, la noche que nos permita descansar, las plantas que nos alimentan, el
agua que nos refresca, los animales que nos acompañan, el cariño de las
personas que nos anima. Sólo en el compartir podemos experimentar lo que
realmente somos: hijos de un mismo
Padre, que construyó un hogar hermoso para todos, y que nos quiere unidos como
hermanos que se aman y se ayudan en todo”.
Si no existieran el mal, la
vida de los hombres sería feliz, pero entre éstos se ha introducido el egoísmo
y en lugar de repartir, muchos buscan acumular el dinero y ese dinero no
conduce a nada, porque cierra nuestra vida y nuestro corazón a todos los bienes,
que podríamos hacer a nuestros prójimos.
El egoísmo cierra nuestras almas, para que no comuniquemos nuestros bienes
materiales y nuestra riqueza interior, que vale más que nuestros bienes
materiales. Si fuéramos generosos, podríamos recibir nosotros, los bienes de
todo el mundo. Los bienes materiales son
bienes, en la medida, que son útiles en la vida de los demás y en la nuestra. Son
simplemente objetos que se van pasando, como objetos de la caducidad.
Compartir con los necesitados
es necesario, porque Dios nos ha dado todas las cosas y nos produce una
alegría inmensa el dar al que lo necesita.
La venida del Espíritu Santo, ocurrió
“al llegar el día de Pentecostés, estando todos reunidos en el mismo lugar”, (2:1).
Es que el Espíritu Santo da aliento a la
vida y sin Él, los seres humanos,
permanecerían con su espíritu inerte. Pero el hombre tiene cuerpo y alma y su
cuerpo vive alimentándose y el alma recibe los dones del espíritu. Por eso se, ve como los judíos el Pentecostés
lo celebraban como algo relacionado con fenómenos naturales. Por el mes de Mayo
alcanzaban su madurez en Palestina y los fieles, iban a Jerusalén a ofrecerle
al Señor en el Templo, las primicias de
su cosecha y mostrar a Dios su alegría y gratitud.
Con el tiempo Pentecostés dejó
de considerarse como un ceremonial pendiente de la Naturaleza y se descubre en
dicho recuerdo como “un viento divino que el hombre no puede domesticar ni
manipular”. (Jn.3,8)
Y hay hombres, movidos por esa
luz del Espíritu Santo, como dice la oración: “Ven Espíritu Santo… llena los
corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor, envía, Señor, tu Espíritu y todas las cosas serán creadas y
renovarás la faz de la Tierra”. Esos hombres se dedican a dar al necesitado, lo
que necesita y tratan así de renovar la faz de la Tierra. Y en tanto van
haciendo el bien a sus prójimos, sus corazones se llenan de una alegría divina,
esperando el día en que vivan sólo su vida espiritual, porque los objetos temporales ya no tendrán
objeto en las almas. Se dice en la oración
al Espíritu Santo: “Envía Señor tu Espíritu y todas las cosas serán
creadas y renovarás la faz de la Tierra”.
Parece que la obra de Dios va
desde lo material a lo espiritual, y que nos conduce a través de la misma realidad”. “No hay unión sin
Espíritu, ni Espíritu sin unión”. El Espíritu es una especie de fuerza o
energía, no material y se transmite en los actos de la creación.
Mi amigo, el Veterinario
Ignacio Escalona, que fue hace unos años Alcalde de Grañén, es un sabio, que
“me envió un escrito que titula
“Antigüedad y Cristianismo”, que movió a mi mente a pensar en la evolución.
Siente Ignacio Escalona, igual que sentía Einstein que “la más bella y profunda
emoción, que nos es dado sentir es la sensación de lo místico”. Lo mismo les
pasa a los humildes y pobres que trabajan en una obra de Caridad, pues no cesan
en su continua labor caritativa. En mi artículo “Síntesis del mundo material
con el mental o espiritual” pongo “Los problemas de la materia son más fáciles
de comprender que los del espíritu e incluso es difícil separarlos uno del
otro, como cuando se medita sobre la fórmula de Einstein E=m.c2, en que parecen
unirse la materia y la energía, que son de la misma naturaleza, de tal forma
que algunos identifican el espíritu, con la síntesis de la materia y la
energía”.
Cuando veo a los humildes
hombres trabajar caritativamente con los pobres, los identifico con el
espíritu, cuando lo que hacen es trabajar con la pobre materia, por sus
hermanos los humanos.
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