He vuelto a estar en el
Castillo de San Luis. La primera vez, como veterinario a visitar la granja de
conejos, que allí tenía la señora
Visitación, esposa del señor Bernardo,
que estuvieron en dicho
“castillo” durante quince años. Allí vivía el abuelo de Santiago, mi
yerno. Este había recogido en su niñez dos cuervos, que parecían negros, pero
en realidad eran de un color azulado, con reflejos de colores irisados en su plumaje. Hacían una vida libre, pero
acudían a dormir al “castillo” y se apreciaban mutuamente con la familia. Cierto día un visitante alcohólico se enfadó,
en uno de esos ratos de convivencia y los cuervos se lanzaron sobre él.
Aquellos cuervos hijos de la Naturaleza sólo querían el orden y el progreso de
los hombres. Aquel “castillo” tenía que ver mucho con el vino, pero con un vino
que hiciera aprovechar los alimentos que el hombre comía, pero no aprobaba escenas como la de Noé,
cuando perdió por un rato, la razón. En el fresco ambiente de aquel patio se
respiraban recuerdos del año 1882 en que, una vez establecido el Barón Guy de
Contenson, en el “castillo” de San Luis,
lo bautizó con el nombre del patrono de su hijo, San Luis. Conocedor de las tierras de Huesca,
quiso aprovechar el placer que producía en Burdeos y en París el buen sabor del
vino español y pensó en producirlo y en facilitar las comunicaciones por
ferrocarril entre Huesca y Canfranc, que parece que se duda de su nacionalidad
española, cuando los motivos de tales dudas están más en Irún y en Gerona. Entonces se exportaba
gran cantidad de vino a Francia. Por Siétamo pasaba un carro adaptado a llevar
toneles de vino. Era de Casa Borau de Torres de Montes y está representado en
un cuadro en el bar del Mesón, ya cerrado, con comentarios míos. Me contaba el
difunto Borau, que cuando llegaban a la frontera, encontraban los franceses
aquel vino tan fuerte, que tenían que retirarse y añadirle agua. En aquellos
tiempos mi abuelo Manuel Almudévar de Siétamo, producía enormes cantidades de
vino que guardaba en una bodega, granero y almacén, que había sido del Conde de
Aranda, del que tratan de confundir la propiedad sobre su corral y terreno de
sus alrededores. Son tantos los motivos del olvido de nuestro pasado, que
añadiendo la Guerra Civil y en ocasiones la Dictadura, que han hecho perecer
honor y propiedades de honrados hombres. En aquellos tiempos el Barón Guy de
Contenson, trajo de Inglaterra dos locomóviles, que consistían en dos máquinas
de vapor, que puestas a una distancia conveniente, arrastraban por medio de un
cable un arado de vertedera. Trajo además el Barón a Thomas Noddings, como
maquinista especializado en tales máquinas. Más tarde fue contratado por el
Conde de San Juan, siendo asesinado en 1890. Yo recordaba que en el Cementerio
Civil había una tumba de un inglés, allí me dirigí y contemplé una tumba de Mr.
Thomas Nodding, fallecido en 1890. El señor Oliver, Conde de San Juan, perdió
su finca en año 1895, por una deuda al Banco Hipotecario de España. En una
fotografía de 1883, al lado de un arado de Oliver, aparece un labrador
completamente vestido de aragonés, con su cacherulo incluido, pero a pesar de
eso, han seguido acabándose los labradores. Aunque ellos también han luchado
con el malacate, que es un cable tirado por motores eléctricos o sistemas
hidráulicos con el que se arrastran cargas, como me contaba que hizo Torres de
Ibieca para arrancar carrascas en un bosque que iba a cultivar. Yo no sé si
tiraba de los cables con motores o con caballerías. La Duquesa de Medinaceli
daba un banquete en honor de Oliver, Conde de San Juan y el Rey le recibía en
audiencia privada, mientras el Barón de Contenson veía a Huesca a cien
kilómetros de Francia y murió sólo siete años antes de inaugurarse la Vía
internacional por Canfranc. Ahora ha entrado en el “castillo” mi amigo el
varón, con minúscula, como yo, Luis Acín, al lado de la Autovía Mudéjar, que va
a Francia. ¡Qué los cuervos irisados, hijos de la Naturaleza, te den suerte
para que dicha autovía se abra a Francia, donde un aragonés como tú, tal vez
pueda redimir a Aragón, más que el Barón de Contenson!.
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