Hoy, celebra
mi hija Pilar
el Día de su Santo y aquí,
en Huesca, nos ha invitado a comer en el Restaurante Marítimo, “La
Pulpería de la Plancha”.
No
tiene Huesca Puerto de Mar, pero luciendo su dueño ese sentido marítimo, atrae
al público de secano de una forma especial, como
si ese dueño quisiera llenar de ilusión, los
corazones de los oscenses, hechos hijos por la Naturaleza, personajes de
Secano.
Estamos en Huesca Capital, ciudad
lejana del Mar y por eso, al entrar en tal Restaurante, que con su título de
“Pulpería”, ya me habían avisado que iba a cumplir con nuestro apetito de
devorar, y con nuestro apetito de consumir pescados y mariscos, procedentes del
Mar.
Una vez en su interior, me llaman
la atención todos los avisos sobre las raciones, que nos van a repartir a los
clientes, procedentes del Mar.
Al contemplar los adornos
acuáticos de la aguas marinas, me acordé
también de mi hermano Luis, Capitán de Barco Mercante, que vivió en la ciudad
marítima de Bilbao.
Preside el salón del Restaurante
un cuadro poético y realista,
al cual se le aplica el nombre de “Cuadro de Nudos Marineros”. Me
extrañó que en la ciudad capital de Tierra de Secano, apareciera ese romántico y
real cuadro, de los que tengo uno de ellos en mi piso de Huesca y que trajo
desde Bilbao, mi hermano Luis.
Pero todo el Restaurante es un canto al Mar y a los
alimentos que de él proceden. En todas las paredes del Restaurante, cuelgan
remos marinos, con los que luchan remando, para obtener pescado los marineros,
subiendo y bajando de los Barcos Pesqueros. Entre los remos se encuentran
elegantes pulpos, que parecen estar en las paredes, presumiendo y ocultando su
misión de guardar las aguas del Mar. Al lado de la Puerta del Comedor, aparece
colgada un ancla, para colocar anclado en el Puerto el Barco Pesquero. Pero
también los pescadores buscan la luz en sus marchas por el Mar y en las paredes
del Restaurante para conseguir el logro de este apetito, hay colgados hermosos
cuadros que representan Faros Marinos, construídos en las costas del Mar.
Al lado de la entrada al comedor,
se levanta una barca, que se ha construido como guardiana de las diversas
botellas de licor, para completar el gusto del pescado con bebidas, que se los
dan.
En el techo se extiende una red,
que parece que está esperando la llegada de los peces, que consumen con placer
los comensales. Todo este espacio aéreo está iluminado por cuerdas que
recuerdan a las que usamos los agricultores, que tiene la misión de sostener
bombillas luminosas, que dan luz a los puertos donde “descansan con sus bailes los barcos
de los pescadores”.
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