lunes, 3 de diciembre de 2018

La Pulpería de la Plancha




Hoy,  celebra  mi  hija  Pilar  el  Día de su Santo y  aquí,  en Huesca, nos ha invitado a comer en el Restaurante Marítimo, “La Pulpería de la Plancha”.
No tiene Huesca Puerto de Mar, pero luciendo su dueño ese sentido marítimo, atrae al público de secano de una  forma  especial,  como  si  ese  dueño quisiera llenar de ilusión, los corazones de los oscenses, hechos hijos por la Naturaleza, personajes de Secano.
Estamos en Huesca Capital, ciudad lejana del Mar y por eso, al entrar en tal Restaurante, que con su título de “Pulpería”, ya me habían avisado que iba a cumplir con nuestro apetito de devorar, y con nuestro apetito de consumir pescados y mariscos, procedentes del Mar.
Una vez en su interior, me llaman la atención todos los avisos sobre las raciones, que nos van a repartir a los clientes, procedentes del Mar.
Al contemplar los adornos acuáticos de  la aguas marinas, me acordé también de mi hermano Luis, Capitán de Barco Mercante, que vivió en la ciudad marítima de Bilbao.
Preside el salón del Restaurante un cuadro poético y   realista,  al cual se le aplica el nombre de “Cuadro de Nudos Marineros”. Me extrañó que en la ciudad capital  de  Tierra de Secano, apareciera ese romántico y real cuadro, de los que tengo uno de ellos en mi piso de Huesca y que trajo desde Bilbao, mi hermano Luis.
Pero todo el  Restaurante es un canto al Mar y a los alimentos que de él proceden. En todas las paredes del Restaurante, cuelgan remos marinos, con los que luchan remando, para obtener pescado los marineros, subiendo y bajando de los Barcos Pesqueros. Entre los remos se encuentran elegantes pulpos, que parecen estar en las paredes, presumiendo y ocultando su misión de guardar las aguas del Mar. Al lado de la Puerta del Comedor, aparece colgada un ancla, para colocar anclado en el Puerto el Barco Pesquero. Pero también los pescadores buscan la luz en sus marchas por el Mar y en las paredes del Restaurante para conseguir el logro de este apetito, hay colgados hermosos cuadros que representan Faros Marinos, construídos  en las costas del Mar.
Al lado de la entrada al comedor, se levanta una barca, que se ha construido como guardiana de las diversas botellas de licor, para completar el gusto del pescado con bebidas, que se los dan.
En el techo se extiende una red, que parece que está esperando la llegada de los peces, que consumen con placer los comensales. Todo este espacio aéreo está iluminado por cuerdas que recuerdan a las que usamos los agricultores, que tiene la misión de sostener bombillas luminosas, que dan luz a los puertos donde “descansan con sus bailes  los  barcos de los pescadores”.   

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