domingo, 9 de diciembre de 2018

Luis Garay Rico, viejo amigo extremeño de Federico Sánchez López, de Jaen.




He conocido hace escaso tiempo a un hombre íntegro, al que no le falta nada en sus sentimientos, porque ha sido un extremeño que ha vivido en Cataluña conviviendo amistosamente, con unos ocho sureños españoles. Pero no practicó sólo con ellos la convivencia, sino que  ayudó  a  todos  los  que  convivían  con él.
 Cataluña que  unió con Aragón por el matrimonio del Conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV (1113-1162) con Doña Petronila, hija del Rey Ramiro el Monje, forma parte de la creación de la Nación española, que se formó a lo largo de los años y fundada  por el                            recorrido de toda España, entre Extremadura, Castilla, Andalucía, Cataluña y Aragón.
Luis Garay Rico, cuyo primer apellido es vascongado, cuando ya no le quedaba vivo de sus ocho antiguos amigos, únicamente Federico Sánchez López, se vio impulsado a asistir a su entierro, sin que nada ni nadie se lo pudiera impedir. Había formado parte del grupo de extremeños y de jienenses en Cataluña y él había venido a vivir al pueblo aragonés de Siétamo, ya que el único hijo que le quedaba, vivía en Aragón. Al morir su “último” compañero nacido en  Jaen, con el que convivió muchos años en Badalona, después de enterrar a su hijo, ha tenido que ir desde Siétamo a enterrar a su “último” amigo de los ocho, que componían su amistad, a Badalona. Nació este amigo en Linares (Jaen) y se llamaba  Federico Sánchez, viviendo en Badalona, donde acabó sus días de vida. En esta ciudad empleó el trabajo de su vida, luchando por el progreso de Cataluña. Pero a pesar de tanto trabajo empleado en ascender a Cataluña, hombres como Federico Sánchez, estaban ya, desde niños entregados al trabajo. Sólo hay que ver que a sus nueve años, siendo todavía un niño, ya se puso a trabajar en las Minas de Guarromán del Término de Linares,en la Carolina. Tal vez recibió en sus venas sangre alemana, de unos germanos venidos a La Carolina en tiempos del Imperio de Carlos I de España y 5º de Alemania.
Este Federico ya recibió en su niñez el ejemplo de sus hermanos, que eran mineros y que ya han muerto en Cataluña, después de trabajar como tales, en Los Complejos Eléctricos de Pallars  de Suberá. Su hermano el pequeño, a los trece años ya siguió el ejemplo que recibió de sus hermanos mayores y subió desde las minas de La Carolina a Badalona, en cuya ciudad empezó adaptándose a esa vida  minera  en  Pallars de Suberá. Cuando subió desde Jaen  a Cataluña, vivió en Badalona, en cuya ciudad empezó a trabajar hasta que se jubiló. Murió a los setenta y seis, se casó con una joven catalana y tuvo tres hijos varones.
Como en este mundo a todos los hombres se les acaba la vida, a él  le  llegó la muerte a los setenta y seis años. 
Tenía un amigo llamado Luis Garay, extremeño, vecino de  Andalucía, donde se encuentra Jaen, produciendo eternamente olivas.
Garay y Federico, nacidos  en  el Sur de España, vivieron felices en un pueblo llamado Mongat y allí en ese pueblo llamado en castellano Monte Gato, vivieron felices trabajando y haciendo sus guateques y bares,  divertiéndose  con sus merienda, con sus conversaciones, que les daba a sus espíritus deseos de progreso material y espiritual. Ese progreso que no sólo lo inspiraban en el bienestar económico, sino también en la formación de unas familias, que conservaran su cultura, aumentada por la catalana, con vistas a engrandecer Cataluña y hermanarla con su tierra natal.
Luis Garay,  vivió  cerca de Badalona y siempre cultivó la amistad con Federico Sánchez, que no se perdió nunca. Eran nueve amigos, y todos llegaron a casarse y se fueron extendiendo por diversos  pueblos. Pero a pesar de la lejanía que les separaba, han conservado su amistad juvenil, procedente del Sur de la Península.
Luis y su esposa, a los 71 años y su esposa a los 70, tuvieron la desgracia de perder a su hijo mayor, llamado Carlos Rubén y el segundo hijo se fue a vivir a la provincia de Huesca, primero a  Boltaña y luego a la zona de Caldearenas. Luis que es un hombre inteligente, había creado en Cataluña cierto bienestar material en ciertos negocios. Pero al marcharse su hijo mayor al otro mundo y el pequeño a trabajar a la provincia de Huesca, se vino a vivir a esta provincia oscense. Aquí lo conocí y me hizo pensar en los problemas humanos, con sus conversaciones inteligentes sobre la materia y el espíritu y las hipocresías humanas.
Yo,  como ya tengo ochenta y seis años no podía seguir su marcha por el Monte de Siétamo, Villa a la que vino a vivir, pero con su buen coche me llevaba por los pueblos de la Sierra de Guara, donde encontramos una Fábrica de objetos de barro o cerámicos, pero otro día subió él mismo a la Sierra de Guara, donde se encuentran Los Molinos de  Aceite de Los Molinos de Sipán, donde compró una garrafa de aceite de oliva.
Aquel aceite le recordó el que se produce en los montes de Jaen y me enseño el Recordatorio de la muerte de su amigo  Jienense, Federico Sánchez López el día 13 de Noviembre de 2.018, a los setenta y tres años de edad. Era Federico andaluz y su corazón amaba los olivos y me admiró que sus hijos en la faz del recordatorio, pusieran el cuadro de un viejo olivo. Y su amigo, Luis Garay a los ocho días de su entierro, en el Molino de Aceites de Sipán, cerca de Siétamo, acordándose de su difunto amigo adquirió una botella de aceite, de olivas molidas en un viejo Molino.
Y este recordatorio del difunto Federico Sánchez López tenía impresa esta poesía de Antonio Machado: “Soledades”. “Y cuando llegue el día del último  viaje,- y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,- Me encontrarán a bordo, ligero de equipaje- Casi desnudo, como los hijos del mar”.

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