He conocido hace escaso tiempo a
un hombre íntegro, al que no le falta nada en sus sentimientos, porque ha sido
un extremeño que ha vivido en Cataluña conviviendo amistosamente, con unos ocho
sureños españoles. Pero no practicó sólo con ellos la convivencia, sino que ayudó
a todos los
que convivían con él.
Cataluña que unió con Aragón por el matrimonio del Conde de
Barcelona, Ramón Berenguer IV (1113-1162) con Doña Petronila, hija del Rey
Ramiro el Monje, forma parte de la creación de la Nación española, que se formó
a lo largo de los años y fundada por
el recorrido de
toda España, entre Extremadura, Castilla, Andalucía, Cataluña y Aragón.
Luis Garay Rico, cuyo primer
apellido es vascongado, cuando ya no le quedaba vivo de sus ocho antiguos
amigos, únicamente Federico Sánchez López, se vio impulsado a asistir a su
entierro, sin que nada ni nadie se lo pudiera impedir. Había formado parte del
grupo de extremeños y de jienenses en Cataluña y él había venido a vivir al
pueblo aragonés de Siétamo, ya que el único hijo que le quedaba, vivía en
Aragón. Al morir su “último” compañero nacido en Jaen, con el que convivió muchos años en Badalona,
después de enterrar a su hijo, ha tenido que ir desde Siétamo a enterrar a su
“último” amigo de los ocho, que componían su amistad, a Badalona. Nació este
amigo en Linares (Jaen) y se llamaba Federico Sánchez, viviendo en Badalona, donde
acabó sus días de vida. En esta ciudad empleó el trabajo de su vida, luchando
por el progreso de Cataluña. Pero a pesar de tanto trabajo empleado en ascender
a Cataluña, hombres como Federico Sánchez, estaban ya, desde niños entregados
al trabajo. Sólo hay que ver que a sus nueve años, siendo todavía un niño, ya
se puso a trabajar en las Minas de Guarromán del Término de Linares,en la
Carolina. Tal vez recibió en sus venas sangre alemana, de unos germanos venidos
a La Carolina en tiempos del Imperio de Carlos I de España y 5º de Alemania.
Este Federico ya recibió en su
niñez el ejemplo de sus hermanos, que eran mineros y que ya han muerto en
Cataluña, después de trabajar como tales, en Los Complejos Eléctricos de
Pallars de Suberá. Su hermano el
pequeño, a los trece años ya siguió el ejemplo que recibió de sus hermanos
mayores y subió desde las minas de La Carolina a Badalona, en cuya ciudad
empezó adaptándose a esa vida minera en Pallars de Suberá. Cuando subió desde Jaen a Cataluña, vivió en Badalona, en cuya ciudad
empezó a trabajar hasta que se jubiló. Murió a los setenta y seis, se casó con
una joven catalana y tuvo tres hijos varones.
Como en este mundo a todos los
hombres se les acaba la vida, a él le llegó la muerte a los setenta y seis años.
Tenía un amigo llamado Luis
Garay, extremeño, vecino de Andalucía,
donde se encuentra Jaen, produciendo eternamente olivas.
Garay y Federico, nacidos en el
Sur de España, vivieron felices en un pueblo llamado Mongat y allí en ese
pueblo llamado en castellano Monte Gato, vivieron felices trabajando y haciendo
sus guateques y bares, divertiéndose con sus merienda, con sus conversaciones, que
les daba a sus espíritus deseos de progreso material y espiritual. Ese progreso
que no sólo lo inspiraban en el bienestar económico, sino también en la
formación de unas familias, que conservaran su cultura, aumentada por la
catalana, con vistas a engrandecer Cataluña y hermanarla con su tierra natal.
Luis Garay, vivió cerca de Badalona y siempre cultivó la amistad
con Federico Sánchez, que no se perdió nunca. Eran nueve amigos, y todos
llegaron a casarse y se fueron extendiendo por diversos pueblos. Pero a pesar de la lejanía que les
separaba, han conservado su amistad juvenil, procedente del Sur de la
Península.
Luis y su esposa, a los 71 años y
su esposa a los 70, tuvieron la desgracia de perder a su hijo mayor, llamado Carlos
Rubén y el segundo hijo se fue a vivir a la provincia de Huesca, primero a Boltaña y luego a la zona de Caldearenas. Luis
que es un hombre inteligente, había creado en Cataluña cierto bienestar
material en ciertos negocios. Pero al marcharse su hijo mayor al otro mundo y
el pequeño a trabajar a la provincia de Huesca, se vino a vivir a esta
provincia oscense. Aquí lo conocí y me hizo pensar en los problemas humanos, con
sus conversaciones inteligentes sobre la materia y el espíritu y las
hipocresías humanas.
Yo, como ya tengo ochenta y seis años no podía
seguir su marcha por el Monte de Siétamo, Villa a la que vino a vivir, pero con
su buen coche me llevaba por los pueblos de la Sierra de Guara, donde
encontramos una Fábrica de objetos de barro o cerámicos, pero otro día subió él
mismo a la Sierra de Guara, donde se encuentran Los Molinos de Aceite de Los Molinos de Sipán, donde compró
una garrafa de aceite de oliva.
Aquel aceite le recordó el que se
produce en los montes de Jaen y me enseño el Recordatorio de la muerte de su
amigo Jienense, Federico Sánchez López
el día 13 de Noviembre de 2.018, a los setenta y tres años de edad. Era Federico
andaluz y su corazón amaba los olivos y me admiró que sus hijos en la faz del
recordatorio, pusieran el cuadro de un viejo olivo. Y su amigo, Luis Garay a
los ocho días de su entierro, en el Molino de Aceites de Sipán, cerca de
Siétamo, acordándose de su difunto amigo adquirió una botella de aceite, de
olivas molidas en un viejo Molino.
Y este recordatorio del difunto
Federico Sánchez López tenía impresa esta poesía de Antonio Machado:
“Soledades”. “Y cuando llegue el día del último viaje,- y esté al partir la nave que nunca ha
de tornar,- Me encontrarán a bordo, ligero de equipaje- Casi desnudo, como los
hijos del mar”.
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