sábado, 29 de diciembre de 2018

RESIDENCIA ANCIANOS DE ANGÜÉS.






Voy con frecuencia a Angües desde Siétamo, pues están ambas Villas separadas sólo por unos doce kilómetros. Se va desde Siétamo a Angüés  por la carretera N-240, que por el Norte, nos mira la Sierra de Guara. Encima de Siétamo, por Castejón, por Arbaniés  y, allí mismo ya te encuentras con el pueblo serrano de Coscullano. Por aquella zona serrana te encuentras con el pueblo de Aguas y más adelante, se observan en la alto de la Sierra,  las  ruinas  de  un  Palacio y de una  Iglesia, que hace siglos prepararon los montañeses para conquistar la Tierra Baja. Debajo de las ruinas del Palacio y de la ermita, se encuentra el pueblo de Santa Cilia, donde  hay  un reino de Buitres, a los que se reparte alimento de restos de matadero.
Después  de Aguas y debajo de Santa Cilia de Panzano, se encuentra el pueblo de Panzano. En este pueblo, cuando estuve en él, de Veterinario Titular, me encontré con mis parientes lejanos, y poseyendo los documentos que lo acreditaban, de Francisco Bescós Claver, pariente mío a través de la familia de mi tío Manuel Bescós  Almudévar, que en Huesca fue Alcalde por 1923 y escritor con el  seudo nombre  de Silvio Kosti.
Estuvieron en Santa Cilia y en Panzano ,la esposa y la hija de Silvio Kosti  (Manuel Bescós Almudévar),a saber  María Teresa con cien años de edad y su hija, también llamada María Teresa, que después de mayores, quisieron conocer las casas y los escudos de su antigua  familia BESCÓS. La hija, con sus estudios y su madre con sus avanzados años, quisieron conocer, los antiguos años de su familia y María Naya Alastrué, esposa de Francisco Bescós Claver y hermana de Antonio Naya Alastrué,   les dio el libro de la vida de la  Madre Pabla Bescós, que fue compañera de la Madre Rafols, fundadora de las Hermanas de Santa Ana. También conoció a la Madre María Naya Bescós.     
Este Francisco Bescós  Claver, esposo de la ya difunta María Naya Alastrué, trabajó de vigilante de la Sierra de Guara y este vecino de Panzano ,Francisco Bescós Claver “y vigilante del Parque de Guara, nos había insistido repetidas veces sobre la convivencia de visitar dos estructuras que creía dólmenes en la partida de Las Lienas, monte de Panzano. Ante el interés de la noticia, el 20 de Enero de 2002, acudimos a reconocerlos J,A. Cuchí y L. Montes junto con el propio Francisco Bescós, que en ese momento nos comentó que I. Aguilera, entonces socio de Arqueo-Expert, los había visitado en su compañía al recorrer uno de los antiguos caminos. I. Aguilera nos confirmó la noticia y el hecho de que estaban ya consignados en el estudio mencionada, al que posteriormente”, hemos tenido acceso en las oficinas del Parque “.
Mi pariente Francisco Bescós Claver, que fue esposo de la buena señora también pariente mía, ya está jubilado, pero siempre está pensando en aquellos monumentos antiquísimos, en cuyo descubrimiento participó hace ya varios años.


Volviendo de Santa Cilia al pueblo de Aguas y siguiendo hacia el Sur, se   llega  a  Labata  y se baja a SIESO  de HUESCA, donde muchos años vivió la familia Almudévar. En Sieso vivieron, por el año de 1.549,  Mosen  SALVADOR Almudévar que fue Beneficiado y Cura de la Catedral de Huesca y su hermano Miguel Almudévar,  que  viviendo en la Casa en ruinas de la Placeta, “se puso de acuerdo con su hermana Violante Almudévar, para que ésta se casara con Miguel CLAVER, alias VALETA, que era de Pueyo, pueblo del Valle de Tena, allá por el año de 1515”. ”Violante Almudévar era de  familia antigua e infanzones notorios de SIESO. Su Casal dice un escritor antiguo, está sito en la Plaza Baja, entre casa de Miguel Almudévar, luego de la familia Claver, y el huerto de Miguel Azara”. Coincide casi la fecha de la boda de Violante Almudévar, con la de su hermano Miguel Almudévar, que se casó en Barluenga. Estos Claver, con uno de los que se  casó  Violante  Almudévar,  más  tarde  los  hizo  parientes  de San Pedro Claver y del Conde de Aranda.
Bajando hacia el Sur se pasa por Casbas, donde todavía queda el apellido Almudévar, presidido todo el pueblo por un Antiguo Monasterio. Más  abajo,  un  tanto  apartado de la carretera y acercándose al río Alcanadre por el Este y por el Oeste, se acerca a la carretera, que nos lleva a Angüés.
Angüés es la capital de aquellos pueblos que se encuentran debajo de Guara. Desde la Gasolinera se contempla con admiración la Sierra de Guara, porque impresiona la vista de una cumbre serrana, que parece dominar aquellos valles, que se deslizan desde su cumbre hacia el Sur, donde nos encontramos.
Han existido personas  que  se  han  preocupado  del  desarrollo  de  la  Zona de Angüés, debajo de la Sierra de Guara. Por ejemplo el Cura Avellanas, que fundó a principios de siglo la Mutua  Ganadera  y  un Sindicato Agrícola, pero tuvo grandes enemigos, que le hicieron sufrir un cruel  atentado. Pero a pesar de este atentado, escribió: “Urge industrializar la agricultura, se precisa que el agua de los ríos, fuentes y arroyos se convierta en carne mediante la praticultura, en leche, en lana, en queso, en cueros, y sobre todo en lo que más que todo eso junto …al pan”.




Aquel impulso que se dio en la Comarca de debajo de Guara, todavía dura en Sieso, donde todavía se trabaja creando un queso de muy buena calidad y yo subo con cierta frecuencia a comprar ese rico alimento y a contemplar el paisaje de la Sierra de Guara. A esa Fábrica acuden a trabajar personas nacidas en la zona y me parece que está resucitando.
Pero, ¿resucita  la  Comarca  de  Angüés  o muere? Le prometieron el progreso y están consiguiendo el retroceso. Joaquín Costa tiene dedicada la calle Mayor a su ilustre persona, pero ahora, que ya no pasan los vehículos por ella, sino por la Autovía, me acuerdo con lágrimas de Joaquín Costa. ¿Por qué le dieron a la calle Mayor su nombre?, porque por ella había de pasar el Canal de Riegos del Alto Aragón, pero todavía no pasa y el nombre de Joaquín Costa que  por  un  lado,  produce  alegría,  y  en este caso hace llorar a los escasos habitantes de Angüés.
El cura don Julián Avellanas luchó por el agua y Joaquín Costa decía: que  si  en  España hubiera diez o doce curas como él, ya estaría resuelto el problema del agua.



Pero cuando murió el día 11 de Marzo de mil novecientos de 1926, en Barcelona, a los 61 años de edad, vino el fin del Sindicato Agrícola, de la Caja Rural y de  las  Cooperativas  fundadas por él. Luego vino la República y después la Guerra Civil, de 1936, con lo que Angüés, Casbas y el Somontano se quedaron sin defensores de sus aguas y sin agua.
Cuando tuvieron defensores como Julian  Abellanas  y tuvieron fe los de Angüés  en  Joaquín Costa, al que dedicaron una calle, que parece un recuerdo lleno de ilusión en la venida del agua.
Pero ANGÜÉS no ha podido olvidar la Historia de la Sierra de Guara, con sus poblaciones al Sur de  la  misma  y  viendo como han ido desapareciendo las glorias históricas y los trabajos de aquel pueblo honrado , ha fundado una Residencia para que descansen sus, cada vez más escasos habitantes del Somontano de Huesca.
El dueño de esta Residencia, se dio cuenta de que los años que estaban corriendo por debajo del punta de Guara, iban a conducirla casi a su desaparición y quiso que esos paisanos suyos, acompañados por habitantes próximos , tuvieran un fin feliz y levantó aquella Residencia en la han acabado su vida muchos ancianos, entre los que se han encontrado mis parientes, como por ejemplo a mi tía Francheta Almudévar, que dejó a su hija y a su familia una hermosa casa en Ibieca. Recuerdo a mi amigo y compañero el diputado Fajarnés, al que iba a visitar para recordar nuestro tiempos políticos, que acabó en dicha Residencia.
Hoy reside en la misma Antonio Naya Alasrué, cuñado de Francisco Bescós, ambos nacidos en Panzano. Posee un documento en el que pone que una antepasada suya, hermana de Francisca Escabosa Azara, casada a su vez con José Almudévar y Altabás, que llegó a Siétamo desde Barluenga, se casó con el dueño de Casa Naya de Panzano.
Antonio Naya tiene su casa en Panzano, pero vive en la Residencia de Angüés. Cuando quiero verlo me detengo en la puerta del Bar y entro a saludarle. Se alegra como si pasaran por nuestros espíritus, las historias que he relatado en este escrito y entra en mi espíritu una emoción antigua, creada  por  el Señor.
Es Antonio Naya un hombre sonriente y tiene una edad menor que la mayoría de los hospedados en la Residencia.
Canta  jotas que emociona los corazones de los ancianos que le rodean en el  Cuarto de  Estar de la Residencia y aquellos sonidos llenan de alegría nuestro corazones y nos dan esperanza de que un día, vuelva el progreso a esta Tierra, que está vigilada por la Sierra de Guara.

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