Tengo viejos recuerdos de la
Ermita de Salas, no sólo míos, sino también de
mí ya difunto primo José Antonio
Llanas. “Y José Antonio recordando sus años infantiles,
hablaba de los santeros de las ermitas,
ya que el santero de Salas lo conocía porque iba a la Farmacia de su padre con
la “capilleta” de las Vírgenes, a recordar a la gente que hicieran oración y de
paso que le echaran una limosna en la caja petitoria para poder vivir como
ermitaño y en la ermita donde “la gente no sabe la existencia de los santuarios
de comedores y cuartos para dormir. Y los santeros esperaban el día en que
hacían la romería
las Cofradías, porque a los cofrades, los sentaban a comer con ellos”.
Pero José Antonio cuando, con sus amigos iba a Salas a coger regaliz de palo,
se encontraba al santero, que le daba agua de su botijo y era de agradecer
porque por allí el agua no era potable.
Y José Antonio recordando sus
años infantiles habla de los santeros de las ermitas, ya que al santero de
Salas lo conocía porque iba a la Farmacia de su padre con la “capilleta” de las
Vírgenes a recordar
a la gente que hiciera oración y de paso, que le echaran una
limosna en la caja petitoria, para poder
vivir como ermitaño y en la ermita, donde “la gente no sabe la existencia en los
santuarios con comedores y cuartos para dormir. Y los santeros esperaban el día
en que hacían la romería las cofradías, porque los cofrades los sentaban a comer con ellos”.
Pero José Antonio cuando con sus amigos iba a Salas a coger regaliz de palo, se
encontraba al santero, que les daba agua de su botijo y era de agradecer porque
por allí el agua de su botijo, solucionaba su sed.
Existían otras cofradías, como la del Monasterio de Loreto, la de la ermita de
Cillas, cuyo santero cura tenía éxtasis, y la
del Santuario
de San Come y San Damián, que fue
tal vez el último de ellos, que tuvo santero, pagado por los Condes de Guara y por la de Santa Lucía, pero
dice que en los años cuarenta, apareció por
Huesca , una mujer pidiendo limosna para la Virgen de Torreciudad. “Decían que se levantaría una
iglesia enorme y que acudiría todo el mundo y la gente ignoraba la existencia
de ese santuario”.
Estos encuentros de los niños y
mozos con los santeros se dieron en la Ermita de Salas, durante largos tiempos,
pues esta Ermita se levantó en honor de Santa María, Madre de Dios, en el Sur-
Este de la urbe de Huesca, en el término agrícola del Almériz, se levantó al
principio del siglo XIII por La reina Doña Sancha, esposa de Alfonso II. Fue un punto de peregrinación, incluso desde
Castilla. Más tarde el pueblo de Quicena hacía su peregrinación a estas
Vírgenes y ahora la hacen, nuevamente a pie. Es esta iglesia de estilo
románico. Sobre la puerta se exhibe
un espléndido rosetón y por el
Norte se levanta una galería de arcos del siglo XVI, donde tal vez se
encontraba la hospedería, que hoy ha desaparecido.
Pero José Antonio Llanas con sus
compañeros y amigos, iban a recoger raíces de regaliz, hicieron amistad con el
santero y a veces hacían alguna merienda, bajo la galería de los arcos del
siglo XVI. Yo tengo un recuerdo de ir a ver y saludar a un camarero, que había
renunciado a su profesión e iba a dormir bajo los arcos de esta galería. El día
que lo saludé, quise conocer sus pensamientos, pero con amabilidad, no pude entender
su confundida psicología. Yo llegué hasta la ermita y el habitante
del espacio de debajo de los arcos, siguió andando hasta Huesca.
Este encuentro con el joven
camarero, con su cerebro desbocado, me recordó el descerebro desbocado de los
hombres en distintas ocasiones. El joven buscaba el consuelo de su descerebro,
en las Vírgenes que protegieron a Huesca y durante siglos los descerebrados guerreros
que luchaban en los años de 1936, que unos alababan a Dios y otros lo
maldecían.
¿Qué pasa en los cerebros
humanos, que unas veces aman a las Vírgenes de Salas y otras se pierden en la
soledad, que les impulsa a dormir en los claustros de Salas o
en el
otro mundo por las guerras?.
Se viven en este templo bienes
artísticos, entre los que destaca un retablo del siglo XVIII dedicado a la
Virgen. En este retablo aparecen en una hornacina, dos imágenes de la Virgen,
una del siglo XVIII, sentada y otra del siglo XV, en tamaño natural.
Santuario de Nuestra Señora de Salas de Huesca, por Valentin Carderera . |
Estas imágenes de la Virgen son
una Santa María de la Huerta y más tarde se trasladó a este templo otra imagen
de la Virgen de la Virgen de Salas. Los milagros de ésta los relató en las Cántigas de Santa María del Rey Alfonso X el
Sabio, en Salas.
Ya se escuchan escasamente esa
Cántigas, pero en esta Ermita se veneran las dos vírgenes, que son una sola,
aunque por un lado está la Virgen de Salas y por
el otro, la de La Huerta y allí acude el
pueblo devoto de Quicena y la de Huesca. En aquella arboleda celebran sus
banquetes y sus cantos y sus bailes y se escucha música y se recogen raíces de
regaliz “de palo”.
Huesca no puede olvidar este
grande y bello santuario de las vírgenes de Salas y de la Huerta y cada oscense
guarda en su corazón algún recuerdo amoroso o triste de tiempos pasados.
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