El Espliego y la
lavanda son la misma planta con algunas diferencias. Ambas plantas no son lo
mismo , pero sus diferencias no son
absolutas. Pertenecen ambas a la familia de las lamiáceas y tienen ciertas
diferencias en su composición química.
Yo, la que más
he oído nombrar se encuentra en el pueblo de Bierge, en la Sierra de Guara.
Allí vivía un señor de más de ochenta años, que trabajó en la recolección del
espliego, que siendo todavía un joven y que poseía ganado vacuno y proporcionaba
leche, para tratar las telas, que se habían sacado de las paredes del templo, con
escenas medievales que en lejanos tiempos dibujaban la vida religiosa de San
Urbez.
Antes se
fabricaba la Esencia de Lavanda, que se obtenía del espliego. Hoy se vende
Jabón de Lavanda, que es un jabón fino de tocador al que, a veces, se añade
esencia de almizcle y de romero. También se usa Perfume de Lavanda, que se usa
en perfumería para fabricar jabones aromatizados. También se fabrica Tintura de
Lavanda que se usa en perfumería, donde se mezcla la lavanda seca, de un kilo y
el usuario lo mezcla con diez kgs., de alcohol.
El espliego,
derivando sus flores azules de la palabra espiga, crece en Alava, Aragón y
Cataluña, donde incluso lo utilizan en perfumería. Esas flores introducidas en
los armarios, alejan a los insectos.
Estos
medicamentos usados ya hace muchos años, los vendían en las Farmacias y en la
de Llanas, era el señor Don Joaquín Santafé, un señor que administraba esos
medicamentos procedentes de las plantas, con experiencia y conocimiento, que a
él mismo le dieron salud, pues no se murió hasta cumplir los cien años. El
nació en Ibieca y ya desde muy niño, fue a trabajar a la Farmacia de Llanas.
Ahora esos
medicamentos naturales, los envuelven en frascos de Farmacia y el público ya
casi no se acuerda de tales productos de salud, pues se venden ya como
medicamentos, fabricados en laboratorios y dándoles nombres que se alejan de
las familias de las flores rústicas.
Pero quedan en nuestra tierra hombres como Don
Jesús Calvo Cortés, nacido en Bierge. Allí vivía feliz, cuidando sus vacas, a
las qué, con su leche, utilizaba para cuidar las medievales pinturas, que
adornaban las paredes de una ermita, dedicada al culto de San Fertús. Fue
famosa si intervención en el
revestimiento de las pinturas, que se volvieron a colocar en la paredes de la
Ermita de San Fertús o San Fructuoso, por aportar la santa leche de sus vacas,
para conservar aquellos paños, en que se
dibujaron la vida y milagros del Santo
en la famosa Ermita, donde fueron enterrados los familiares del Mosen Cándido
Rufas y de muchos fieles difuntos de Bierge.
Pero yo tengo
amistad con Don Jesús Calvo Cortés y he recibido informaciones de su
comportamiento y actividades en Bierge, donde vivió muchos años antes de bajar
a vivir a Huesca. Aparte de usar la leche de sus vacas para conservar las
pinturas de la piel de sus santos personajes, y animales que adornan las
paredes de la Ermita de San Fertús o San
Fructuoso, me contó
que en aquellos viejos tiempos, ejerció trabajos sobre las flores
Espliego y Lavanda, que cada año se recogían en el monte de Bierge.
Pero la vida en
aquellas montañas de la Sierra de Guara, fue divertida y sagrada con la
restauración de aquellos lienzos, que embellecían los muros de aquella iglesia,
con la leche de sus vacas. Y sin embargo hizo de su persona recolectora del
Espliego y de la Lavanda, plantas que proliferaban por aquella Sierra. Todavía
mucha gente dice que ambas plantas son
una sola, pero tienen diferencias. Los
efectos del uso bacteriano y antiséptico se emplean para combatir picaduras de
insectos, eccemas y quemaduras. Además relaja la mente y reparte alegría en
aquellos que la toman.
Hay quien tiene
dudas sobre si la Lavanda y el Espliego son lo mismo y se encuentra uno con que
ambas tienen cualidades, pues la Lavanda es más relajante y el espliego tiene
propiedades más energizantes, coincidiendo los dos en dichas propiedades.
El encontrarme
con el ya anciano paseante Don Jesús Calvo Cortés, me causa el placer de
descubrir un paso del hombre por la vida, con diferencias entre el pasado y el
ahora. Antes vivía en plena naturaleza con aquellas ermitas que tenían sus
muros pintados de santos y de hombres que miraban al cielo. Y aquellos hombres
para conservar el pasado, renovaban las pinturas restauradoras con leche de sus
vacas. Además tenían que recoger por los montes aquellas plantas como el
espliego y la lavanda, para cuidar la salud de la especie humana. Aquella
participación del hombre en la recolección de dichas flores, eran para apoyarse
en la botánica. Ahora Don Jesús Calvo Cortés, vive el retiro de su vida,
después de abandonar su vida pueblerina y montañesa en la capital de la
Provincia y tiene buenos recuerdos de aquella vida que dicen que progresa, pero
le entristece el recuerdo de la pérdida de un querido hijo suyo.
Cuando desde
Huesca capital veo la Sierra de Guara, me acuerdo de Don Jesús Calvo Cortés,
montañés que contribuyó al progreso de la humanidad.
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