martes, 23 de noviembre de 2021

El espliego

 



El Espliego y la lavanda son la misma planta con algunas diferencias. Ambas plantas no son lo mismo ,  pero sus diferencias no son absolutas. Pertenecen ambas a la familia de las lamiáceas y tienen ciertas diferencias en su composición química.

Yo, la que más he oído nombrar se encuentra en el pueblo de Bierge, en la Sierra de Guara. Allí vivía un señor de más de ochenta años, que trabajó en la recolección del espliego, que siendo todavía un joven y que poseía ganado vacuno y proporcionaba leche, para tratar las telas, que se habían sacado de las paredes del templo, con escenas medievales que en lejanos tiempos dibujaban la vida religiosa de San Urbez. 

Antes se fabricaba la Esencia de Lavanda, que se obtenía del espliego. Hoy se vende Jabón de Lavanda, que es un jabón fino de tocador al que, a veces, se añade esencia de almizcle y de romero. También se usa Perfume de Lavanda, que se usa en perfumería para fabricar jabones aromatizados. También se fabrica Tintura de Lavanda que se usa en perfumería, donde se mezcla la lavanda seca, de un kilo y el usuario lo mezcla con diez kgs., de alcohol.

El espliego, derivando sus flores azules de la palabra espiga, crece en Alava, Aragón y Cataluña, donde incluso lo utilizan en perfumería. Esas flores introducidas en los armarios, alejan a los insectos.

Estos medicamentos usados ya hace muchos años, los vendían en las Farmacias y en la de Llanas, era el señor Don Joaquín Santafé, un señor que administraba esos medicamentos procedentes de las plantas, con experiencia y conocimiento, que a él mismo le dieron salud, pues no se murió hasta cumplir los cien años. El nació en Ibieca y ya desde muy niño, fue a trabajar a la Farmacia de Llanas.

Ahora esos medicamentos naturales, los envuelven en frascos de Farmacia y el público ya casi no se acuerda de tales productos de salud, pues se venden ya como medicamentos, fabricados en laboratorios y dándoles nombres que se alejan de las familias de las flores rústicas.



 Pero quedan en nuestra tierra hombres como Don Jesús Calvo Cortés, nacido en Bierge. Allí vivía feliz, cuidando sus vacas, a las qué, con su leche, utilizaba para cuidar las medievales pinturas, que adornaban las paredes de una ermita, dedicada al culto de San Fertús. Fue famosa si intervención  en el revestimiento de las pinturas, que se volvieron a colocar en la paredes de la Ermita de San Fertús o San Fructuoso, por aportar la santa leche de sus vacas, para  conservar aquellos paños, en que se dibujaron la vida y milagros del  Santo en la famosa Ermita, donde fueron enterrados los familiares del Mosen Cándido Rufas y de muchos fieles difuntos de Bierge.

Pero yo tengo amistad con Don Jesús Calvo Cortés y he recibido informaciones de su comportamiento y actividades en Bierge, donde vivió muchos años antes de bajar a vivir a Huesca. Aparte de usar la leche de sus vacas para conservar las pinturas de la piel de sus santos personajes, y animales que adornan las paredes de la Ermita de San Fertús o  San  Fructuoso,  me contó  que en aquellos viejos tiempos, ejerció trabajos sobre las flores Espliego y Lavanda, que cada año se recogían en el monte de Bierge.

Pero la vida en aquellas montañas de la Sierra de Guara, fue divertida y sagrada con la restauración de aquellos lienzos, que embellecían los muros de aquella iglesia, con la leche de sus vacas. Y sin embargo hizo de su persona recolectora del Espliego y de la Lavanda, plantas que proliferaban por aquella Sierra. Todavía mucha gente dice  que ambas plantas son una sola, pero tienen diferencias.  Los efectos del uso bacteriano y antiséptico se emplean para combatir picaduras de insectos, eccemas y quemaduras. Además relaja la mente y reparte alegría en aquellos que la toman.

Hay quien tiene dudas sobre si la Lavanda y el Espliego son lo mismo y se encuentra uno con que ambas tienen cualidades, pues la Lavanda es más relajante y el espliego tiene propiedades más energizantes,  coincidiendo los dos en dichas propiedades.

El encontrarme con el ya anciano paseante Don Jesús Calvo Cortés, me causa el placer de descubrir un paso del hombre por la vida, con diferencias entre el pasado y el ahora. Antes vivía en plena naturaleza con aquellas ermitas que tenían sus muros pintados de santos y de hombres que miraban al cielo. Y aquellos hombres para conservar el pasado, renovaban las pinturas restauradoras con leche de sus vacas. Además tenían que recoger por los montes aquellas plantas como el espliego y la lavanda, para cuidar la salud de la especie humana. Aquella participación del hombre en la recolección de dichas flores, eran para apoyarse en la botánica. Ahora Don Jesús Calvo Cortés, vive el retiro de su vida, después de abandonar su vida pueblerina y montañesa en la capital de la Provincia y tiene buenos recuerdos de aquella vida que dicen que progresa, pero le entristece el recuerdo de la pérdida de un querido hijo suyo.

Cuando desde Huesca capital veo la Sierra de Guara, me acuerdo de Don Jesús Calvo Cortés, montañés que contribuyó al progreso de la humanidad.   

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