miércoles, 1 de noviembre de 2023

Poesías de José María Gabriel y Galán y del ansotano Veremundo Méndez Coarasa.-

 


Había un poeta que cantaba en los campos de Castilla con una pluma magistral. Recuerdo aquella poesía que habla de “Castilla, la de los mares de onduladas mieses” y me acuerdo    de haber escuchado al ansotano Veremundo Méndez  Coarasa, cuando para la Guerra Civil española, viví con mi familia, refugiado en Ansó.

Y José María Gabriel y Galán, me hizo amar su poesía, cuando escribió:

                                        Yo aprendí en el hogar en qué se funda

la dicha más perfecta,

y para hacerla mía

quise yo ser como mi padre era

y busqué una mujer como mi madre

entre las hijas de mi hidalga tierra.

Y fui como mi padre, y fue mi esposa

viviente imagen de la madre muerta.

¡Un milagro de Dios, que ver me hizo

Otra mujer como la santa aquella!.

Esta poesía me ha llenado de emoción, porque, teniendo tan solo cinco años el año de 1.936, me di cuenta de la destrucción por la Guerra Civil de casi todo el pueblo de Siétamo y además la desaparición de vidas de niños, de ancianos, de paisanos y de soldados y milicianos, de curas, y de frailes. Estaba feliz en el pueblo de Siétamo con muy cerca de seis años. Y al llegar la cruel lucha entre  falsos republicanos y rebeldes de los ciudadanos, hizo que mi familia huyera primero a Huesca, luego a Jaca, después a Ansó, con la intención de salvar sus vidas, subieron mi padre con mi abuela a la frontera francesa, y ya  no tuvieron necesidad de cruzarla, porque se estaba acabando la cruel Guerra.

Leyendo las poesías de Gabriel y Galán te das cuenta de la coincidencia de la sensibilidad de los occidentales españoles que pueblan la frontera con Potugal y los aragoneses del Pirineo, fronterizos con Francia, que ven desde el Pirineo la “Tierra Plana”, pero estos  ganaderos bajan todos los inviernos a la “Tierra Baja” a pastorear sus rebaños de oveja y algunas de sus mujeres pasan a Francia a trabajar en domicilios franceses.

Leyendo a Veremundo Méndez tenéis la oportunidad de ver todos los paisajes de Aragón, pues los pastores ansotanos, con sus rebaños conocen la tierra aragonesa tal como hacen bajando de los altos Pirineos a la “Tierra Baja”:

“Ya ye plevizniando;-ya s’en vienen las gens en ta casa,-barruntando la nieu, que ye cerca-y que fiesta forzada siñala…

Ya caen bolisas.-Mirar cómo baixan!- Sin prisa, continas,-Chuguetiando te plegan ta tierra,-que mullada, las fa tornar agua”.

Y astí un retrato d’as endrezeras que comunicaban o Cobalto con o Cobaxo d´Aragón:

“ Sentir ixas metaladas,-con canablas adornadas,-que sonan tilín, tilán;oír las esquilas planas,-de ovellas rasas de lanas,-resonan dilín dilán.”

Por fin una escana que puede estar en cualquier puesto de Aragón, en cualquier “demba”,en cualquier era: LO sol be fuindo,-lo sol se devante,-dixando la tierra-lejizos, de zaga:-y cuanto más puya,-tanto más abrasa.’’

El sol quema, abrasa Aragón, corta el corazón de los aragoneses, pero de la misma forma que las aguas de los Pirineos, transformarán “mayencos” nuestros secanos. Las obras de

Don Veremundo refinarán un poco nuestros endulzados corazones. Si tu eres aragonés, coloca tu mano en el pecho y dime si te has dado cuenta de las palabras y el sentido de estos versos. ¿Verdad que si? Si te han dado gozo, no te empeñes en no querer estudiarlos, como otras obras de escritores en muestra Fabla.


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